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Mientras las calles se llenaban de bulliciosas protestas contra la desigualdad, la economía trabajaba silenciosamente para superarla‏



Opinión 
Domingo 29 de Julio de 2012 
Para superar la pobreza y la desigualdad

Juan-Andres-Fontaine.jpgJuan Andrés Fontaine
Diario El Mercurio, domingo 29 de julio de 2012
Es mucha la pobreza y la desigualdad que hay en Chile. La última encuesta Casen lo comprueba. Corregir la raíz de estos males -la falta de oportunidades- es un imperativo moral y ha de ser primera prioridad en nuestras políticas públicas. Más allá de cualquier discrepancia metodológica, la buena noticia que trae esa encuesta es que en los últimos dos años hay avances importantes.
De los antecedentes parciales conocidos se desprende que no son los subsidios y bonos otorgados por el Estado los principales responsables de la mejoría. Es el fuerte incremento en los ingresos propios de los hogares más pobres su mayor causa. En otras palabras, y contrariamente a lo que suelen alegar los críticos de la economía de mercado, lo que hemos experimentado durante los últimos dos años es un crecimiento económico desde abajo, una suerte de chorreo a la inversa.
No es difícil identificar la explicación de ese auspicioso resultado: la masiva creación de oportunidades de trabajo. En efecto, mientras las calles se llenaban de bulliciosas protestas contra la desigualdad, la economía trabajaba silenciosamente para superarla. Tras la recesión de 2009 y el terremoto de 2011, la economía chilena ha experimentado una recuperación admirablemente vigorosa, cuyo ingrediente más singular es la masiva creación de empleos. Inicialmente, hubo quienes pusieron en duda la veracidad de los datos oficiales de ocupación, pero la encuesta Casen ha de despejar toda duda al respecto. La expansión ha seguido en el presente año: la Universidad de Chile revela que, a junio pasado, en el Gran Santiago, el empleo seguía creciendo a muy buen ritmo, el desempleo alcanzaba la menor tasa en cuatro años, los ingresos laborales ascendían con fuerza y las expectati- vas del estrato socioeconómico bajo se torna- ban optimistas.
Todo ello es lo que cabe esperar cuando un país ingresa a un proceso de crecimiento económico acelerado. Desde luego, han ayudado el buen clima mundial y los estímulos anticíclicos administrados en 2009. Pero sólo la confianza en la capacidad de Chile para mantener un crecimiento alto y sostenido, alentada por buenas políticas macro y microeconómicas, puede explicar un auge tan potente de la creación y expansión de fuentes de trabajo. Ha quedado demostrado: ese camino sirve para ir paulatinamente superando la pobreza y brindando a todos oportunidades de progreso.

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