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Embajadoras de la innovación


 
Innovar es hacerse preguntas, es equivocarse y volverlo a intentar. Es enseñarles a los profesores a cambiar la sala de clases o sacar a sus vecinos de un campamento y darles una vivienda. Por todo ello, estas emprendedoras fueron premiadas y se convirtieron en embajadoras de la innovación. 



por Pierina Cavalli
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 24 de julio de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/07/24/ya/revista_ya/noticias/b8004dd0-08f2-4b9e-aa5c-64111a87d8d9.htm
"Para mí, la innovación es cambiar, y cambiar dentro de la sala de clases".
Lo dice Josefina Errázuriz, ingeniera comercial, quien luego de trabajar en "Un Techo para Chile" viajó a Estados Unidos a hacer un magíster. En Nueva York tomó cursos en política educativa que la llevaron a trabajar en el Ministerio de Educación en esa ciudad. Cuando regresó al país, decidió que quería "cambiar de frentón lo que pasa dentro de la sala de clases". Ahora está comenzando con su proyecto Innovacién, donde busca que el motor en la sala de clases ya no sea el profesor, sino los niños, y que los profesores sean facilitadores del proceso de aprendizaje.
Para Consuelo Bravo, arquitecta de la Universidad Católica y máster en Harvard, la innovación "no es una cosa lejana, sino que es creer en uno". Hoy es dueña de Panorama, una consultora que se dedica a diseñar compensaciones ambientales para empresas, pero su valor agregado es dar contenido a temas técnicos.
Luego de sus estudios universitarios de desarrollo y planificación, Nicole Etchart viajó a Europa del Este, justo cuando caía el muro de Berlín. Allí trabajó capacitando a organizaciones sociales para hacerlas más sustentables. En Hungría nació su emprendimiento Nesst, en 1997, para que las instituciones produjeran capital a través de ventas de productos y servicios y así no depender de donaciones.
"La innovación es un término que tiene distintas aristas. Innovar puede ser desde crear una hamburguesa de avestruz saludable hasta tecnologías. Y también todo lo que está entremedio de eso. En mi área, la innovación está en hacerse preguntas, que luego puede que lleven a descubrimientos", dice María Teresa Ruiz, astrónoma, primera mujer en recibir el Premio Nacional de Ciencias en 1997. La científica dirige el Centro de Excelencia de Astrofísica y Tecnologías Afines, hace clases en la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de Chile y actualmente trabaja en la búsqueda de planetas en otras estrellas.
En 2006, Cecilia Castro creó la corporación "También Somos Chilenos", cuando se dio cuenta de que la directiva de dirigentes es la que hace el trabajo de sacar a las familias de los campamentos. "Ellos son los que gestionan los proyectos de vivienda o cualquier tipo de proyecto social y, por otro lado, tienen que trabajar con las familias, contener, organizar", explica.
El año pasado, cuando recibió el premio Avonni -distinción a la innovación a nivel nacional-, Cecilia pensaba en todas las veces que no fue tomada en cuenta, en todas las ocasiones en que dejó de lado su familia para trabajar por otros, cuando se daba por vencida porque algo no le salía cómo lo tenía planeado. Pero, al final -pensaba- gracias a su espíritu de lucha, nunca se ha dejado amedrentar.
Al igual que Cecilia Castro, Josefina Errázuriz, Consuelo Bravo, Nicole Etchart y María Teresa Ruiz fueron premiadas o se convirtieron en embajadoras de innovación por sus aportes desde el mundo científico, empresarial, educacional, vecinal. 
Arriesgarse con todo
En Chile, la innovación aún está en pañales, pese a que el gobierno decretó que 2013 será el año de la innovación. ¿Cuáles son las claves para salir adelante?
Consuelo Bravo piensa que lo importante es crear un proyecto y financiarlo uno mismo.
-Ir a pérdida es un tema, pero lo que da fuerza es que estás poniendo todo en riesgo. Cuesta mucho sacar la mentalidad de empleado en la gente, la mentalidad del chileno de que no va a resultar. Cada diez emprendimientos uno resulta, así que hay que arriesgarse nueve veces. A los innovadores que tienen que salir a vender su idea, les cuesta mucho. Es un verdadero desafío. En Estados Unidos hipotecan hasta sus casas para sacar adelante sus proyectos.
Cree que faltan programas que fomenten y promuevan a los innovadores; se necesitan más instancias de exposición, sobre todo para mujeres que cuenten su experiencia, de cómo lo hicieron y sean más cercanos con la gente. "Saber cómo partieron, qué dificultades enfrentaron, eso incentivaría mucho a las mujeres a atreverse más". Reconoce que hay sacrificios. Ella, por ejemplo, dice que desde hace diez años que no tiene un minuto para ella, porque su prioridad son sus hijos, la oficina y después estar bien.
-A las mujeres les cuesta mucho más innovar, porque somos un país muy machista: nadie te ayuda, tienes que preocuparte de los niños, las labores domésticas, atender el trabajo, y además encontrar tiempo para innovar. Puede ser una tremenda carga.
Luego de tener la idea, lo más difícil, señala, es la ejecución del proyecto, y ése es el mayor desafío, por eso piensa que es bueno premiar a los innovadores.
-Eso les da visibilidad, les das ánimo. Muchas de las innovaciones puede que en cinco años más hayan desaparecido, y por eso hay que valorarlas y decir esto vale la pena -agrega.
Ese ánimo, esa energía es la que Cecilia Castro necesitaba cuando le entregaron el premio como mejor innovación 2011.
-Fue súper potente para la corporación. La distinción nos sirvió como fortalecimiento de la institución, porque reconocieron que ésta es una innovación, una muy distinta y hecha por nosotros, por dirigentes. Nadie pensó que lo podríamos hacer. Esto nos dio fortaleza y ganas de seguir haciendo esto.
Cecilia Castro dice que lo que los impulsa es generar espacios donde los propios dirigentes tengan la oportunidad de contactarse con las autoridades locales, los municipios, con las instituciones, y también para que la comunidad piense qué es lo que quiere, qué es lo mejor para ellos, cuál sería la solución ideal para planteársela a las autoridades, para que no llegue el ministro y diga: "Mira, esto es lo que les tocó. Es esto o nada".
Sabía que el primer paso para el proceso era que el dirigente y su directiva fueran elegidos democráticamente por la comunidad y seguir una serie de pasos para representar al campamento. Así, nació una herramienta muy importante: el manual para dirigentes. "Pusimos en un solo documento lo que dice la ley, en palabras simples, donde se explica cuál es el rol del dirigente, de la directiva y de la comunidad, porque son ellos los que tienen que liderar el proceso. Un dirigente preparado, educado, con armas, desde la información que nosotros les presentamos, hoy se presenta frente a la autoridad de una manera muy digna y es capaz de plantear sus necesidades"
A raíz de la experiencia exitosa que fue sacar al campamento de Renca, del cual Cecilia Castro era dirigenta, donde no sólo consiguieron una vivienda, sino que también una organización comunitaria potente, se generó la corporación. Al ver lo que habían logrado en su campamento, el sacerdote Felipe Berríos y "Un Techo Para Chile" les pidieron que acompañaran a las familias que vivían en otros campamentos a los procesos legales para poder obtener una casa. Pero en ese proceso "nos dimos cuenta de que a la gente no la teníamos que acompañar a los trámites legales ni hacerles la pega, sino explicarles cómo nosotros lo habíamos hecho para que ellos lo hicieran". 
Ir detrás de una idea
Al igual que el sueño de Cecilia Castro, de que no sólo se acaben los campamentos porque se entrega una vivienda, sino que se cree una comunidad organizada que permita que en el barrio no haya delincuencia, violencia y drogas, está la idea de Nicole Etchart de cómo poder ayudar a que las organizaciones sociales sean autosustentables.
Su metodología es seleccionar un cierto número de emprendedores y apoyarlos para hacer un plan de negocios, descartando los que no son sustentables y ayudando a los que tienen buenas ideas. Se les acompaña en el lanzamiento de la empresa, en la incubación y en el escalamiento. "Es una metodología a largo plazo, hasta que sea sustentable, usando mucho coaching y herramientas financieras y con una estrategia de salida de Nesst para que sean sustentables a largo plazo", explica Nicole Etchart.
En Nesst -presente en Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Brasil, Rumania, República Checa, Eslovaquia y Hungría- trabajan principalmente con emprendimientos sociales, como empresas que contratan a personas con alguna discapacidad; inclusión laboral de jóvenes saliendo de rehabilitación o reos que terminan una condena; con poblaciones marginadas (indígenas), para ayudarlas a vender sus productos, a través del comercio justo. "Lo más importante de estas empresas es que resuelven problemas sociales, ayudan a los jóvenes en riesgo, a discapacitados, los capacitan y los ponen en el mercado laboral", dice Nicole Etchart.
El portafolio actual de Chile en Nesst incluye a siete empresas, entre ellas Coanil Servicio, que educa y acoge a adultos con discapacidad intelectual; Fundación Solidaria Trabajo para un Hermano, que promueve la superación de la pobreza a través de la promoción del trabajo; y ONG Forestales, que impulsa el desarrollo forestal sustentable.
-Hoy, las empresas piden empleados que sean líderes, que sean emprendedores dentro de la misma empresa, que sepan trabajar en equipo, que tengan habilidades blandas, pero ¿quién está trabajando para eso? Si seguimos enseñando como antes, cuando se trabajaba en una fábrica donde todos tenían que estar callados y todos hacían la misma labor -reflexiona Josefina Errázuriz.
Josefina habla desde el mundo educacional. A través de su proyecto Innovacién busca que los profesores sean capaces de formar a un estudiante que esté preparado para liderar en el siglo XXI. Su método es que el profesor no dé una charla sobre la Revolución Francesa frente a sus alumnos, sino que sea el niño el que investigue y haga una presentación o una obra de teatro enfrente de sus compañeros.
-Para mí, lo que hacemos es de ultra sentido común, pero cuando entras a la sala de clase el profesor está parado frente a los alumnos hablando, sin desarrollar ninguna capacidad cognitiva en el alumno. Hay que pedirles desafíos a los niños, para que saquen de su cabeza la mayor capacidad posible -dice.
La capacitación consiste en enseñar herramientas innovadoras de enseñanza, que todos pueden usar dentro de la sala de clases, y después se acompaña al educador en un seguimiento (dentro de la sala de clases), donde se le ayuda a poner en práctica todo lo aprendido.
-Queremos cambiar de frentón lo que pasa con la enseñanza. Queremos capacitar a todos los profesores que quieren hacerlo bien y que no saben cómo. Ellos son emprendedores en la sala de clases, porque están haciendo algo diferente, enseñando de otra manera.
La científica María Teresa Ruiz cree que hay muchas posibilidades para innovar y entrega ejemplos desde su área: el 70 por ciento del poder de observación del universo está en Chile, dice, por las condiciones que se dan en el norte.
-Se han estado trasladando instrumentos, todos son de nueva tecnología, desde Europa, Norteamérica y Japón, pero hay muchas cosas que diseñar todavía, por ejemplo, el detector. Ahí hay una oportunidad para nosotros de ir metiéndonos en hacer colaboraciones para que podamos desarrollar la misma tecnología.
Además, cree que en el ámbito de la astronomía falta mucho por agregar a la malla curricular de los colegios.
-A todos los niños les fascina la astronomía, y hay que aprovechar eso para enseñarles física, que siempre se piensa que es una materia complicada, de forma más fácil y didáctica. Pueden observar con un minitelescopio y comprender el universo en el que viven -dice la científica, quien ha escrito libros para niños.
El turismo astronómico es otra área abandonada, porque son muy pocos los observatorios que están abiertos al público.
-Chile es conocido en todo el mundo, y la gente viene a Chile a hacer observaciones. Los observatorios son profesionales y no van a estar para que turistas vayan a observar, lo que se debería cambiar y explotar es esa área, para que la astronomía tenga un mayor acceso.
María Teresa Ruiz cree que a Chile le falta todavía para ser un país innovador, porque se penaliza mucho a la gente que se equivoca.
-Alguien que falla, se recupera y vuelve a intentarlo, tiene mucho ganado; alguien que no ha fallado nunca tiene un riesgo mucho mayor, porque quizás se desmorona ante la frustración.
Dice que cuando las personas se equivocan es cuando más se aprende.
-Si uno le acierta al primer intento, sólo está corroborando lo que uno pensaba. Pero cuando no encuentra o no resulta lo que se esperaba, te hace pensar por qué no resultó, te hace buscar nuevos caminos, y ahí sí realmente estás aprendiendo.
 

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