La encíclica Lumen Fidei (Luz de la Fe) hace un llamado a ?recuperar el carácter luminoso propio de la fe? en una sociedad que la asocia con la oscuridad y el pensamiento alejado de lo racional.
por Ignacio Sánchez -
ESTA SEMANA ha sido publicada la encíclica Lumen Fidei (Luz de la Fe), la primera del Papa Francisco, un trabajo realizado en conjunto con el Papa emérito Benedicto XVI. Esta carta sobre la fe, en línea con el año dedicado a esta virtud teologal, se suma a lo escrito por su predecesor en las cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Benedicto XVI ya había completado una primera redacción y el Papa Francisco realizó contribuciones y la asume en su integridad. Así, la encíclica es un testimonio de unidad en el magisterio de la Iglesia.
El documento se presenta en cuatro capítulos, que exponen: la fe bíblica; la relación entre fe y verdad; la transmisión de la fe, y por último, la vinculación entre fe y bien común. En su introducción, el Papa destaca que “la palabra de la fe ilumina las raíces del ser y permite captar el significado profundo de las cosas”.
La carta hace un llamado a “recuperar el carácter luminoso propio de la fe” en una sociedad actual que la asocia con las tinieblas, la oscuridad y el pensamiento alejado de lo racional. La fe es lo opuesto, ya que es la que ilumina nuestra inquietud intelectual por conocer y saber más, aumentando los horizontes de la propia razón hasta límites insospechados. La fe es un don gratuito de Dios, que se recibe con humildad y confianza. Es la fe la que hace posible el encuentro con Cristo y nos permite ser auténticos como discípulos.
La relación entre fe y verdad, y también entre verdad y ciencia, tienen la misma mirada que se encuentra en la encíclica Fides et Ratio (Fe y Razón) de Juan Pablo II, cuando dice que “la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”. Esta luz que ilumina invita al científico y al artista, al creador en todas las áreas del conocimiento a maravillarse con el misterio de la creación y a investigar con sentido de trascendencia. Se incentiva así el sentido crítico y de asombro, el hecho real de poder maravillarse con los misterios de la Creación.
La transmisión de la fe es algo que se da de una persona a otra, “un fuego que enciende otro fuego” en palabras de San Alberto Hurtado. El primer ámbito que la fe ilumina es la familia, es en la fe en sus padres que los niños van entendiendo lo que es creer, entregarse y tener la seguridad de un amor que los acompaña, protege, guía e ilumina. Se enfatiza en la encíclica que la fe no es un asunto individual, sino que “por su misma naturaleza siempre se abre a nosotros, se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia”. Así, la comunión de la Iglesia sostenida en torno a la fe del sucesor de Pedro cobra especial relevancia.
El hilo conductor de la encíclica nos guía en la seguridad de que la fe nos potencia y desarrolla la vida en comunidad. “La luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre”. Es la sociedad la que se ilumina en su convivencia, la que de esta manera adquiere un sentido de comunidad por tener un proyecto común, al que todos aportamos y en el que la persona es el centro de desarrollo comunitario. El desafío para nuestra comunidad UC es acoger este llamado y vivirlo en nuestro diario quehacer.
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