Amigos:
Cuando uno lee esto de un hombre tan respetado en educación como Mario Waissbluth siente, también, impotencia, tristeza e ira.
El espectáculo diario en nuestros noticiarios es de maldad, robo, muerte, injusticias, y descaro; es como si la televisión chilena hubiera jibarizado su alma y quisiera reducir la de nosotros, los chilenos. A su vez, la clase política semeja un "reality" de cualquier conventillo en el cual,
en público, y sin respeto por nadie, se ventilan a gritos los errores o las debilidades de los adversarios. Los ciudadanos, cuando observamos estas conductas llamativamente agresivas, deshonrosas e indignas de un político, no tenemos una tribuna en la cual denunciar tanta mezquindad. Cada vez que un hombre de gobierno o un congresal denuesta a otro ser humano, está gritando fuerte que no tiene la dignidad del hombre.
Este es el gran ausente en Chile, porque al ser humano sin representación en los medios, sin caracterización en la política, sin un nombre en los tribunales, es el hombre y mujer chilenos sobre cuyas cabezas vuelan las faltas de respeto de nuestros gobernantes y parlamentarios. Estos no nos tienen en cuenta y lo han demostrado de la siguiente forma:
1. En 20 años no han arreglado la educación, y no sólo en lo que se refiere a la economía, sino en lo que dice relación con la calidad de ella.
2. No hay leyes que hagan de nuestros profesores, personas a las que se les exija mucho para una buena enseñanza de los muchachos, pero que también se le den sueldos dignos que tengan proporcionalidad con la importante labor que desarrollan no sólo en el intelecto, sino en las almas de nuestros hijos.
3. La justicia chilena está dando cada vez más, evidentes signos de descomposición o de cobardía moral y muestras de discriminación odiosa que ha hecho pensar al ciudadano medio que, para no ser juzgado ni castigado, basta con ser un deportista de nota o un artista de fama. Esto hace que la población de ciudadanos pacíficos sea pasada a llevar no sólo en la defensa de sus derechos a exigir justicia equilibrada, justa y no marginante, sino que termina por aparecer como una masa de ciudadanos bobos que se pueden avasallar día a día, porque no se defienden de las injusticias que generan los poderes públicos.
4. Hasta 4 hrs, gasta una madre o un padre en viajar en una locomoción sucia, insegura, lenta, irregular hacia sus lugares de trabajo y de vuelta al hogar. Para colmo de males, estos pagan mientras ven cómo otros usan el servicio sin costo alguno, porque no cancelan su pasajes.Es necesario hacer respetar el trabajo del que paga y demostrar que evadir impuestos o pasajes es un robo. Así de simple: un robo.
5. Las cárceles son lugares de un trato indigno hacia el reo; de un trato que menoscaba la naturaleza del ser humano.Es imperioso, si queremos llamarnos seres humanos, dar una solución a este problema.
6. Los sueldos de 207.000 pesos no son éticos; los sueldos no son éticos ni no éticos; los sueldos deben ser justos y en esta "justicia", reconocer que los sueldos mínimos son aquellos que hagan que un padre o una madre tengan la posibilidad de alimentar, vestir y educar a los hijos con decoro; un sueldo que nos devuelva nuestra apreciación de ser tratados con decencia.
7. Es imperioso levantar el nivel de nuestros maestros enseñándoles de nuevo, e inyectándole al estamento docente, profesionales jóvenes que, después de un corto acondicionamiento pedagógico se hagan cargo de las aulas. A los niños debe enseñárseles filosofía dede muy temprana edad, porque con esta ciencia aprenderá a considerar como igual a todo ser humano y las materias deben depurarse para servir como herramientas de reflexión y no de memorización fría.
8. Los médicos debieran tener todos, por obligación, jornadas hospitalarias de 6 a 8 horas con un 50% del tiempo dedicado al consultorio externo, de este modo las largas esperas en los lugares de atención serían inexistentes, como serían muy raras las esperas para cirugías electivas.
9. Los impuestos no debieran servir para "despojar".Si se gana mucho:se debe pagar mucho. Si se gana poco, pagar poco, pero pagar. Nadie debiera estar exento de impuestos, porque estos son para nuestra larga y angosta faja de buenas voluntades que se ayudan entre sí. Me atrevería, sin embargo, a decir que, quienquiera gane más de 25 millones de pesos mensuales, pague el 85% de impuesto por las ganancias obtenidas sobre esos 20 millones.Que a nadie se le avergüence por lo que gana. Ya está bueno que dejemos de dividirnos en ricos y pobres, o entre buenos y malos.
10. Los cargos políticos debieran tener el mismo sueldo que un decano de una facultad universitaria. Los sueldos muy altos de estos funcionarios hacen dudar de la justicia de merecerlos.
11. La televisión tiene que ser un medio para humanizarnos y respetarnos cada vez más. Es necesario limpiarla de la ruindad y del pensamiento torvo que menoscaba al ser humano.
Cada vez que hay ofensas, descalificaciones, frases deshonrosas o de menoscabo entre individuos que nos gobiernan o que se dicen nuestros representantes, somos los ciudadanos los que somos denigrados, es el corazón del Chile silencioso el que sufre.
A Chile no se lo puede pensar desde la izquierda o desde la derecha, a Chile hay que mirarlo con un sentido de respeto irrestricto entre nosotros; la cortesía, la consideración y la tolerancia debieran ser las bases institucionales de la nación y sobre ellas, fácilmente, se podrá llegar a acuerdos en cualquier materia. Las faltas de respeto entre nosotros son la única razón por la cual nos hacen creer que es la izquierda o la derecha la solución. Gran falacia, por cierto, porque el corazón de la nación chilena es mucho más generoso que las limitaciones filosóficas que yacen en estas ideas políticas. Un niño no es de izquierda o derecha; no es pobre ni rico: es un niño y por el sólo hecho de serlo es que merece consideración.
Creo fervientemente que Chile aun puede encontrar los caminos de la buena convivencia, las rutas que nos lleven a apreciarnos porque somos hombres y mujeres de esfuerzo y tesón. Por ello, izquierda y derecha, creyentes y no creyentes, buenos y malos, pobres y ricos, debiéramos sentarnos a dialogar en un lenguaje que devuelva la plena dignidad a los ciudadanos que habitamos esta grande y hermosa tierra.
Aquí no sobra nadie.
Aquí a nadie se lo puede ofender, porque eso implica que el ofensor no tiene conciencia de su propia dignidad.
Santiago Soto Obrador,
Ciudadano chileno
El ninguneo.
No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma con la que trata a sus niños.
Nelson Mandela
Comienzo a escribir con sensación de tristeza mezclada con impotencia. La educación pública continúa desmoronándose. Estudiantes del Liceo Darío Salas queman los muebles y destrozan la oficina del Director. Me cuentan jóvenes dirigentes - en quienes confío plenamente - que en las marchas, un pequeño grupo de estudiantes encapuchados, que SI eran estudiantes, provocaba deliberadamente a Carabineros para iniciar la violencia… hasta que lo lograron.
Aclaremos: la gran mayoría de los estudiantes no tiene estas actitudes y marchan de manera pacífica y alegre. Tampoco se trata de que los Carabineros sean santas palomas y han demostrado en ocasiones violencia injustificable. Hay incluso versiones de montajes deliberados. No lo sé.
Pero tomemos debida nota: es claro que para una cierta fracción de los estudiantes (y sus padres), especialmente en la jungla urbana de Santiago, las cosas ya fueron más allá de la mera reivindicación por educación pública, gratuita y de calidad. Ya no se trata sólo de peticiones para cambiar el modelo educativo o socioeconómico. Esto es violencia pura y simple, inducida por rabia acumulada.
Mucho me temo que no se va a detener, cualquiera sea el candidato que gane, sin importar las políticas públicas que proponga y le apruebe el Congreso, al menos en varios años. La olla ya comenzó a hervir y el vapor no vuelve a la olla por mero decreto legislativo. La polarización trae más polarización, adquiere su propia dinámica, y comenzamos todos a ver al otro con cara de maligno enemigo. El objetivo de las tomas ya son… las tomas.
Educación 2020 trabaja con muchas escuelas y liceos vulnerables. Nuestro equipo está casi todos los días dialogando con directivos, profesores, apoderados y estudiantes. Les pregunté, al grano: no entiendo bien, explíquenme la rabia. No vacilaron, su respuesta fue breve y aún más al grano: "el ninguneo".
Se sienten “ninguneados” desde que nacieron, por las condiciones de pobreza en que viven, por las condiciones de violencia en el barrio o en su propio hogar o tal vez son algunos de los 219 mil niños que hacen trabajo infantil. Una verdad inconveniente: según el 4º Estudio de Maltrato Infantil UNICEF 2012, “el 71% de los niños y niñas recibe algún tipo de violencia de parte de su madre y/o padre; un 51.5 % sufre algún tipo de violencia física; el 25.9% de los niños y niñas sufre violencia física grave”. Estamos de veras creando un lindo país esquina con vista al mar.
En algunas ocasiones, los jóvenes liceanos también se sienten ninguneados por ciertos profesores o directores burocráticos, que a su vez ya se encerraron ellos mismos en un círculo de desesperanza aprendida, perdiendo cualquier expectativa de educar a esos chicos que les resultan indomesticables. En ocasiones, son incitados por otros jóvenes aún más anarcos, que encuentran terreno fértil en el cual desarrollar la ira.
Mientras escribo, leo un reportaje: “Los niños-hombres de los jardines en las poblaciones”. Se relata entre otras la historia de un chico de tres años en un Jardín Infantil de La Legua Emergencia. Alvarito, en sus días malos, amenaza con matar a los compañeros, se envuelve el brazo en un polerón y simula una pelea cuerpo a cuerpo a cuchillazos. “Como en la Peni”, dice.
Claro, obvio. En “las Peni” hoy tenemos 110.000 personas, el triple que hace 10 años, más personas en las cárceles que personitas en salas cuna. Otro reportaje de jardines infantiles muestra “tías” que deben enseñar a los chicos cómo esconderse bajo la mesa cuando se escuchan balaceras. ¿Alvarito será encapuchado cuando grande? Hagan sus apuestas.
Una de las principales formas en que se detona la violencia se da por la internalización de sucesivas experiencias de vergüenza, humillación y violencia familiar o barrial. Se acumulan sentimientos de hostilidad y rabia, que imprevistamente explotan. Eso es lo que está ocurriendo en Chile. Hemos creado guetos urbanos. A través de nuestras subsidiarias políticas de “apartheid educativo”, muy autóctonas e inéditas en el mundo, también hemos creado guetos socioeducativos desde jardín infantil hasta enseñanza media, aún más segregados que la segregación barrial.
La mayoría de los integrantes de la elite, los orgullosos “tigres latinoamericanos”, presumen de las magníficas y sostenidas tasas de crecimiento en el PIB per capita. Nuestro exitoso modelo, nos dicen. Pero… la línea divisoria entre el 50% más rico y el 50% más pobre, según CASEN 2011, corresponde a un ingreso monetario de $4 mil pesos diarios por persona, y las gráficas descienden suavemente, con esa perfección que dan los dibujitos del computador, hasta $2 mil pesos diarios en el 10% más pobre. Algunos estudiosos me dicen, “no te preocupes…. con los subsidios monetarios y el gasto en salud y educación pública la cifra mejora. La pobreza absoluta ha disminuido”. Sí, es verdad, ha disminuido.
Reviso los datos y sí, efectivamente, es mejor. Los $4 mil suben a $5 mil, y en el 10% más pobre sube de $2 a $4 mil pesos diarios… para vestirse, alimentarse, jubilarse, educarse, comprar medicamentos, estar en la lista de espera del hospital, taparse de la lluvia y sobrevivir en general. Réstele luca diaria para pagar el Transantiago y quedamos casi igual. Ya pues, hagamos el intento de sobrevivir así sin enrabiarnos.
Digamos las cosas como son: la elite de Chile ha “ninguneado” y despreciado al 50% más pobre por décadas o tal vez por centurias. No me interesa si tiene más culpas la Alianza, la Concertación o la abuela de Tarzán.
Es sencillamente repelente que en Chile cada hombre, mujer y niño del 1% más rico de la población, computando ganancias de capital, tenga un ingreso per cápita de $2 millones de pesos diarios (sí, dije diarios, no mensuales) y que traten a los niños descarriados del 50% más pobre como delincuentes y anarquistas que hay que meter a la cárcel. Ni siquiera entienden ni hacen la conexión entre el país que han creado y lo que está ocurriendo. Están estirando el elástico hasta que un día se va a romper.
¿Tienen algunos de estos chicos conductas delictivas y anárquicas? Por cierto. ¿Es reprobable? Por cierto. ¿Desapruebo la toma de recintos electorales? Por cierto. Pero…¿hasta cuándo no se da cuenta nuestra elite de lo que está haciendo?¿Hasta cuándo va a ir el cántaro al agua? ¿Hasta que se rompa de veras? Al terminar de escribir esta nota ya no siento tristeza, no siento impotencia, yo también siento rabia.
Columna de Mario Waissbluth
Creador y Director de Educación 2020
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