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Tampoco sorprende que Jens Weidmann, presidente de la Bundesbank, criticara ferozmente a Draghi en un discurso plagado de citas de Goethe en el que advirtió que el BCE había optado por pactar con el demonio, y que ese pacto no sería gratis. entrada
"El resultado ha sido una permanente expansión del crédito y el endeudamiento que ha llevado a diversas crisis financieras y a una enorme transferencia de riqueza desde las masas hacia los gobiernos y las élites financieras..."
Uno de los aspectos más fascinantes y a la vez más ignorados de la vasta obra de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) son sus reflexiones económicas, en particular su profundo análisis sobre el sistema monetario.
La economía era para Goethe un objeto de central preocupación tanto intelectual como práctico. Sus conocimientos sobre la materia, especialmente de la obra de Adam Smith, lo llevarían a ser nombrado ministro de Weimar, donde le tocaría la ingrata tarea de lidiar con el saneamiento fiscal de la ciudad.
El problema del endeudamiento público sería tratado también magistralmente por Goethe en su obra Fausto II, cuya lectura resulta estremecedora por su actualidad.
En el primer acto, el tesorero del rey se queja amargamente de que el reino está quebrado: "¡Las arcas están vacías!" exclama. La escena es atentamente observada por Mefistófeles, el demonio, quien para pasar desapercibido se ha disfrazado del bufón de la corte. Luego de ser interpelado por el rey, Mefistófeles procede a elaborar su tentación: "¿Dónde en este mundo no falta algo? Esto o lo otro, pero aquí falta el dinero". El rey replica desafiando a Mefistófeles a crear dinero y resolver sus problemas. Entonces Mefistófeles propone su perversa solución: ya que el rey -que encarna el Estado- es dueño de todo lo que existe bajo la tierra, incluido el oro, entonces basta con que emita certificados de papel respaldados por su firma para liquidar sus deudas y volver a llenar sus arcas. Dice Mefistófeles: "Un papel así en lugar de oro y perlas, es tan cómodo que se sabe lo que se tiene", y continúa celebrando que el papel, a diferencia de los metales preciosos, puede reproducirse infinitamente. El rey, en un inicio escéptico, finalmente acepta el pacto con el demonio poniendo fin al oro como eje del sistema monetario.
El boom artificial no se hace esperar llevando al canciller a celebrar que el nuevo dinero papel ha convertido "todas las miserias en bienestar".
Así, la ética que identificara Weber -y Smith- como la fuente del éxito capitalista, la del esfuerzo, de la honestidad, del ahorro y de una austeridad ligada a un fuerte sentido de la trascendencia, se ve desplazada de un golpe por una antiética derivada del reemplazo del dinero creado por Dios -ese metal eterno e incorruptible que es el oro- por el papel, forma corrupta de dinero que promete la gratificación inmediata.
En el Fausto II, Goethe identificaría esta tramposa transmutación del papel en oro con un acto de alquimia y como ministro aconsejaría enérgicamente al duque Carl August von Sachsen-Weimar-Eisenach abstenerse de introducir el dinero papel. Y es que Goethe, como Smith, entendía perfectamente las implicancias éticas y económicas de este invento.
En el Fausto II, lo que el rey hace es robar a sus súbditos mediante la impresión de dinero para hacerse de los bienes que estos producen. En otras palabras, recurre a la inflación para financiar sus gastos.
En Occidente, el pacto definitivo con el demonio se selló en 1971, cuando Richard Nixon puso fin al patrón oro con el objetivo de financiar los gastos militares y sociales del gobierno por la vía inflacionaria. El resultado ha sido una permanente expansión del crédito y el endeudamiento que ha llevado a diversas crisis financieras y a una enorme transferencia de riqueza desde las masas -ahora también bajo el embrujo de la gratificación sin esfuerzo que permite la expansión del crédito- hacia los gobiernos y las élites financieras.
Lejos de despertar del engaño, luego de la crisis de 2008, los gobiernos del planeta se lanzaron a los brazos de Mefistófeles realizando una expansión coordinada de la masa monetaria sin precedentes en la historia mundial. El precio que pagaremos por este pacto con el demonio está lejos de haberse mostrado en su totalidad. En el caso del rey en la tragedia de Goethe, el resultado fue la hiperinflación. En la tierra natal de Goethe, la hiperinflación de la República de Weimar luego de abandonado el patrón oro fue un factor determinante en el ascenso del régimen socialista nazi con todas sus consecuencias.
No es sorpresivo entonces que luego de que Mario Draghi anunciara la compra ilimitada de bonos de países en crisis por parte del Banco Central Europeo (BCE), cuya sede es Fráncfort, ciudad natal de Goethe, la casa de Goethe organizará una larga exposición dedicada a las reflexiones del genio alemán en tono al dinero.
La economía era para Goethe un objeto de central preocupación tanto intelectual como práctico. Sus conocimientos sobre la materia, especialmente de la obra de Adam Smith, lo llevarían a ser nombrado ministro de Weimar, donde le tocaría la ingrata tarea de lidiar con el saneamiento fiscal de la ciudad.
El problema del endeudamiento público sería tratado también magistralmente por Goethe en su obra Fausto II, cuya lectura resulta estremecedora por su actualidad.
En el primer acto, el tesorero del rey se queja amargamente de que el reino está quebrado: "¡Las arcas están vacías!" exclama. La escena es atentamente observada por Mefistófeles, el demonio, quien para pasar desapercibido se ha disfrazado del bufón de la corte. Luego de ser interpelado por el rey, Mefistófeles procede a elaborar su tentación: "¿Dónde en este mundo no falta algo? Esto o lo otro, pero aquí falta el dinero". El rey replica desafiando a Mefistófeles a crear dinero y resolver sus problemas. Entonces Mefistófeles propone su perversa solución: ya que el rey -que encarna el Estado- es dueño de todo lo que existe bajo la tierra, incluido el oro, entonces basta con que emita certificados de papel respaldados por su firma para liquidar sus deudas y volver a llenar sus arcas. Dice Mefistófeles: "Un papel así en lugar de oro y perlas, es tan cómodo que se sabe lo que se tiene", y continúa celebrando que el papel, a diferencia de los metales preciosos, puede reproducirse infinitamente. El rey, en un inicio escéptico, finalmente acepta el pacto con el demonio poniendo fin al oro como eje del sistema monetario.
El boom artificial no se hace esperar llevando al canciller a celebrar que el nuevo dinero papel ha convertido "todas las miserias en bienestar".
Así, la ética que identificara Weber -y Smith- como la fuente del éxito capitalista, la del esfuerzo, de la honestidad, del ahorro y de una austeridad ligada a un fuerte sentido de la trascendencia, se ve desplazada de un golpe por una antiética derivada del reemplazo del dinero creado por Dios -ese metal eterno e incorruptible que es el oro- por el papel, forma corrupta de dinero que promete la gratificación inmediata.
En el Fausto II, Goethe identificaría esta tramposa transmutación del papel en oro con un acto de alquimia y como ministro aconsejaría enérgicamente al duque Carl August von Sachsen-Weimar-Eisenach abstenerse de introducir el dinero papel. Y es que Goethe, como Smith, entendía perfectamente las implicancias éticas y económicas de este invento.
En el Fausto II, lo que el rey hace es robar a sus súbditos mediante la impresión de dinero para hacerse de los bienes que estos producen. En otras palabras, recurre a la inflación para financiar sus gastos.
En Occidente, el pacto definitivo con el demonio se selló en 1971, cuando Richard Nixon puso fin al patrón oro con el objetivo de financiar los gastos militares y sociales del gobierno por la vía inflacionaria. El resultado ha sido una permanente expansión del crédito y el endeudamiento que ha llevado a diversas crisis financieras y a una enorme transferencia de riqueza desde las masas -ahora también bajo el embrujo de la gratificación sin esfuerzo que permite la expansión del crédito- hacia los gobiernos y las élites financieras.
Lejos de despertar del engaño, luego de la crisis de 2008, los gobiernos del planeta se lanzaron a los brazos de Mefistófeles realizando una expansión coordinada de la masa monetaria sin precedentes en la historia mundial. El precio que pagaremos por este pacto con el demonio está lejos de haberse mostrado en su totalidad. En el caso del rey en la tragedia de Goethe, el resultado fue la hiperinflación. En la tierra natal de Goethe, la hiperinflación de la República de Weimar luego de abandonado el patrón oro fue un factor determinante en el ascenso del régimen socialista nazi con todas sus consecuencias.
No es sorpresivo entonces que luego de que Mario Draghi anunciara la compra ilimitada de bonos de países en crisis por parte del Banco Central Europeo (BCE), cuya sede es Fráncfort, ciudad natal de Goethe, la casa de Goethe organizará una larga exposición dedicada a las reflexiones del genio alemán en tono al dinero.
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