En Chile hay un grave problema de sedentarismo, pero en algunos ámbitos se insiste sin sustento en culpar a ciertos alimentos o bebidas como responsables de la obesidad.
por Jorge Garduño -
LA OBESIDAD es uno de los grandes problemas de salud del siglo XXI en muchos países, y Chile, lamentablemente, no es la excepción. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2010, la prevalencia de la obesidad es de 25,1 % entre los mayores de 15 años. En su informe 2012, a su vez, la Ocde nos ubica como el sexto país con mayor obesidad infantil en el mundo. Para revertir esta tendencia es importante tener claridad sobre su origen: estamos ante un fenómeno multicausal derivado de una combinación de conductas y hábitos que deben analizarse cuidadosamente.
En Coca-Cola queremos contribuir a la solución, porque somos más que una compañía de bebidas. Somos miembros activos y responsables de la sociedad chilena desde hace casi 70 años, y siempre hemos ofrecido productos de la mejor calidad y aportado a la sustentabilidad de las comunidades.
El consenso científico existente plantea que, para reducir la obesidad, es esencial comprender el denominado “balance energético”, que es el equilibrio entre las calorías que se ingieren y las que se gastan a través de la actividad física. Los chilenos consumen 2.960 calorías al día provenientes de productos envasados y no envasados (FAO, 2008). Si bien eso nos ubica bajo el promedio de las naciones desarrolladas (3.426), tenemos un grave problema de sedentarismo que, según la ENS 2010, afecta al 89% de la población.
No obstante esa realidad y la evidencia científica, en algunos ámbitos se insiste sin sustento en culpar a ciertos alimentos o bebidas en particular como responsables de la obesidad, lo que genera confusión y nos aleja de un debate serio. En el caso de Chile, al igual que en México y Estados Unidos, las bebidas gaseosas aportan aproximadamente un 6% de la ingesta diaria de calorías.
Como compañía, creemos que la obesidad debe abordarse desde una perspectiva coordinada, gradual y de largo plazo que sume las fuerzas del llamado “Triángulo de Oro”: sector público, sociedad civil y empresas privadas.
Por eso, estamos impulsando acciones muy concretas. Ofrecemos una creciente variedad de productos y empaques para las distintas necesidades de los consumidores. Casi un 40% de nuestro portfolio es bajo o sin calorías, y desde 2009 incluimos en nuestras etiquetas las GDA -Guías Diarias de Alimentación- adoptadas voluntariamente por la industria para informar de manera sencilla el contenido de nutrientes de nuestras bebidas.
Respetuosos del derecho de los padres de decidir qué consumen sus hijos, no publicitamos en programas donde más del 35% de la audiencia tenga menos de 12 años de edad.
Nuestro compromiso con la promoción de la actividad física se evidencia en una sólida batería de iniciativas que alcanzan a más de 26 mil jóvenes y van desde la Copa Coca-Cola, el campeonato de fútbol escolar más grande de Chile, hasta el programa “Oye juguemos”, un proyecto para “poner en movimiento” a estudiantes de enseñanza básica.
Sabemos que, por medio de nuestras acciones y mensajes, podemos jugar un rol activo en el cambio cultural necesario para que los chilenos se pongan en movimiento y elijan una alimentación balanceada. No es una tarea sencilla. Pero si la asumimos como país y todos contribuimos, haremos la diferencia que Chile necesita.
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