nuestro profesor jefe por ahí por Décimo Grado
(Cuarto Año de Humanidades de aquella época
-circa 1968- Segundo Medio de hoy)
lo apodaron 'Vinchuco'
en algún momento de la década de los sesenta,
tal vez homologando las devastadoras huellas
que un acné juvenil dejara en su cara,
con alguno de los efectos del mal de Chagas
cuyo vector es la Vinchuca,
insecto que transmite el parásito
que produce esta enfermedad.
Devlin era un pitcher certero,
y todavía están frescas en mi memoria,
imágenes de aquella época,
practicando en los peladeros de maicillo
del sector poniente del colegio
Saint George's de Pedro de Valdivia
-frente a la casa de los Scouts-
y enseñando a los ávidos aprendices georgianos
los trucos de este deporte que es pasión nacional
en países de Norte y Centroamérica.
Un hermano mayor,
nos contaba una anécdota ocurrida
por aquella época en las aulas georgianas.
En una de las clases de inglés,
cuyo profesor era este mentado Father,
un alumno conversaba distraídamente
al fondo de la sala.
Devlin toma el borrador y lo lanza
siguiendo la dinámica gestual
de un experimentado pitcher.
Como consecuencia de dicha acción,
el objeto volador que cruza raudamente
la sala, pero que alcanza a ser
identificado con meridiana claridad,
impacta en plena cara
del sorprendido y estupefacto alumno.
Como consecuencia,
parte del polvo de blanca tiza
que momentos antes
formaba un conjunto compacto
con el borrador, se desprende
en una fracción de segundo del mismo,
para quedar estampado
en el rostro del alumno sorprendido.
Pero todavía faltaba algo más
para completar la humillación.
«Bring it back!»
es la expresión imperativa del Father,
que obliga al alumno con
su cara empolvada, adolorida y avergonzada
a recoger el borrador y llevarlo adelante
hasta las propias manos del emisor
en medio de las risotadas de todos.
La lección del maestro,
constituye no sólo
una magistral síntesis
de vuelo y precisión,
sino que es una elocuente
manifestación con un escueto mensaje:
no será tolerada ninguna clase
de parloteo distractivo.
El proyectil que dibujó tan certera trayectoria
hasta dar en el literalmente en el blanco,
cumple así el objetivo de neutralizar
a los parlanchines distraídos,
a los generadores de murmullos
al fondo de la sala, los tábanos
que terminaron por exasperar
al inolvidable e implacable 'Vinchuco'...
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