por Esteban Abarzúa
Diario Las Últimas Noticias
Domingo 11 de diciembre de 2011
Lo que hizo ayer Alexis Sánchez en Madrid,
en primer lugar, lo hizo en vivo y en directo
ante quinientos millones de telespectadores:
la más alta audiencia televisiva para un chileno
en la historia de la chilenidad.
Anotó, por cierto, un gol que
perfectamente califica como golazo:
le tocó la pelota el mejor jugador del mundo,
aguantó la marca de Coentrão y Pepe,
bestias de caza mayor,
le dobló la mano
al mejor arquero del mundo
y cambió la historia
del partido contra Real Madrid.
Pero hizo mucho más que eso,
porque de entrada Pep Guardiola
le dijo que iría de titular
en su primer clásico de vida o muerte
(cuando juega Pepe en el otro equipo
la posibilidad de morirse es demasiado concreta)
mientras Pedro y Villa, dos españoles
que ganaron el Mundial de Sudáfrica
el año pasado, quedaron relegados
a calentar un puesto en la banca de suplentes.
¿Por qué Pep lo eligió a él?
Porque Alexis venía en alza,
pero también porque el deté del Barça
necesitaba con urgencia un factor sorpresa
frente a la faramalla psicológica
de trivotes y rompehuesos
que suele usar José Mourinho
contra los catalanes
y que empezó a darle resultados
en los últimos duelos.
Superado el sofocón inicial,
tras el error de Valdés en el arco,
Messi le dijo al chileno
que se metiera entre los centrales
por orden de Guardiola.
Un negocio perfecto
que acabó con las SS de Mou.
Ramos lo quiso corretear a pechazos
y Pepe, con licencia para dañar,
intentó el tiro al blanco:
de cada tres patadas
sólo le pegaba una,
gracias al talento innato
de Sánchez para eludirlas.
Marcelo, lateral con llegada,
no llegó nunca, obligado
a cuidarse la espalda,
y Coentrão todavía
debe estarse preguntando
que tenía que hacer.
Por supuesto,
Alexis no estaba solo:
tenía a todo el Barça detrás.
Esa es la gracia.
Lo de ayer, en el fondo,
fue una confirmación
de todas las promesas.
Sánchez tiene vértigo y recuperación,
habilidad para desplazarse con el balón
en un campo minado y ahora, más encima,
tiene paciencia para elegir pase o gambeta
en el momento que más le conviene a Barcelona,
ese ejército simbólico desarmado
que, según Vásquez Montalbán,
habita en la memoria, pero también
en el deseo, de las gentes.
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