Por Alberto Fuguet | Escritor y cineastaRevista Qué Pasa 07/12/2011 http://www.quepasa.cl/articulo/guia-del-ocio/2011/12/11-7113-9-dvd-la-velocidad-de-dios.shtml
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Mi lazo con los autos es lejano y con la Fórmula 1, nulo. No he visto Cars. No tenía bien claro quién era Ayrton Senna. Con suerte soy quizás capaz de nombrar tres o cuatro corredores (¿Lauda? ¿Schumacher?). Llegué a Senna casi como una tarea, porque me la habían recomendado, porque no tenía nada que ver, a la espera de abandonar el circuito a la primera vuelta.
No sucedió como esperaba.
Al revés. Me encantó.
Ahora me siento un paulista más, creo que Dios es brasilero y uno de mis nuevos ídolos es -en efecto- Ayrton Senna. El documental, dirigido por Asif Kapadia, está apoyado por la fundación del corredor que murió en 1994 a los 34 años, en el único lugar donde podía ser poético: en la pista del Grand Prix de San Marino. El documental tiene una agenda: elevar su estatus de ídolo popular a santo. Lo logra.
Senna, la película, es adictiva, rápida, adrenalínica, sorprendente y emocionante. Senna, como personaje, es notable: una suerte de niño rico, desarraigado, levemente distante, que sólo desea ganar para demostrarle al mundo que es el mejor. Una de la cosas que aprendí viendo Senna es que la Fórmula 1 es un deporte, porque las máquinas no se mueven solas y el cuerpo -la entrega del cuerpo- es clave. Senna es un ser que dejó literalmente su cuerpo en la pista, pero antes de esa curva fatal, terminaba a veces paralizado y acalambrado de agotamiento y estrés. Su debilidad era clara: demostrar que era el mejor. Al mundo necesitaba decirle que no era periférico; a Brasil, que era campeón del mundo y que confiaran en él.
McQueen, Al Pacino, Newman y Cruise han interpretado corredores de autos, pero ninguno tuvo la presencia escénica de Ayrton Senna. Su charme, mezcla de símbolo sexual playero y niño autista, unido a su seriedad, paranoia y esotérica y ferviente religiosidad (Dios, en efecto, se fue convirtiendo en su copiloto) hacen del tipo, que salía con modelos y estrellas como Xuxa, un ser particular, inolvidable. Senna parecía no tener vida o profundidad fuera del circuito: su hogar era la pista. El hecho que todo lo relacionado a su vida privada o a su intimidad sea mostrado a partir de imágenes silenciosas, de videos caseros, aumenta el mito.
Senna está montada a partir de miles de horas de imágenes de video, transmisiones de TV y metraje capturado en una minicámara colocada a un costado del auto. Ésta es una cinta con la estética del VHS, y quizás es la belleza retro de la cinta uno de sus mayores puntos, una de las razones por las que logra seducir tanto. Uno corre literalmente en la pista y capta el porqué las curvas son, en efecto, peligrosas. Pero también uno entiende lo seductora que puede ser la velocidad. "Nada puede alejarme del amor de Dios", dice su tumba. Quizás. Cuando estaba vivo, nada podía alejarlo de la pista. Y mirando este documental, nada ni nadie te puede alejar de la pantalla.
La última escena/Lo último de Senna
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