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Con estos nuevos gigantes el mundo estudiará el universo




Desde hace siglos que el hombre 
ha auscultado el cosmos para entender sus misterios, 
pero nunca había tenido la capacidad de observación 
que tiene ahora ni la que tendrá en las próximas décadas 
gracias a modernos telescopios. 

Chile será el principal polo, pero no el único. 

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Quizás por siempre el hombre 
ha mirado el cielo y sus estrellas 
en busca de señales y respuestas. 

En un principio 
quería adivinar los deseos de los dioses, 
planificar las cosechas o navegar, 
pero luego su interés se volcó 
hacia descubrir el lugar 
que ocupa nuestro mundo 
en el universo y qué hay más allá.

Aunque ya los egipcios y los mayas 
tuvieron atisbos de la astronomía, 
sólo hace poco más de 400 años 
el hombre comenzó a construir 
telescopios para extender 
el poder de observación del ser humano.

Hoy, la necesidad de conocimiento 
ha vuelto esa construcción frenética 
y tiene al planeta como nunca 
con los ojos en la vastedad del universo 
y, si todo sale acorde lo planeado, 
para la próxima década Chile 
tendrá el 70% de la capacidad 
de observación desde la Tierra.

En enero pasado, 
el Ministerio de Bienes Nacionales 
le entregó a Conicyt 
la concesión de lo que se convertirá 
en el parque astronómico más alto del mundo. 

Son más de 36 mil hectáreas 
en el llano de Chajnantor, 
cerca de San Pedro de Atacama, 
en la Región de Antofagasta.

A más de 5 mil metros de altura, 
junto a ALMA y los otros instrumentos 
que ya están en el lugar, 
se emplazará el CCAT 
- Cerro Chajnantor Atacama Telescope
-un radiotelescopio de 25 metros de diámetro 
de universidades estadounidenses, 
alemanas, canadienses 
y la IAU International Astronomical Union- 
y el Tokyo Atacama Observatory (TAO), 
de la Universidad de Tokio, 
un telescopio óptico infrarrojo 
con un espejo de 6,5 m. 

A ellos se suman 
otro instrumento estadounidense 
y, posiblemente, uno brasilero y uno chino.

Pero sin duda, la joyita seguirá siendo ALMA
el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array. 

El observatorio más potente en su tipo 
que jamás se haya construido, 
explica su director, Pierre Cox. 

Además de la complejidad 
que significa la altura, 
el observatorio cuenta con 66 antenas 
que han sido ensambladas desde cero 
por tres consorcios -uno norteamericano, 
uno europeo y otro asiático-, 
las que gradualmente se han 
ido conectando para trabajar juntas. 

Hoy la mitad de ellas está observando 
y para junio se espera que ese número suba a 45.

Si bien, en un principio el principal objetivo 
era construir telescopios con mayor alcance, 
con el tiempo la tecnología también permitió 
diversificar los objetivos de las observaciones. 

Por eso ALMA es único. 

"Observar las ondas milimétricas 
y submilimétricas permite a los astrónomos 
ver el universo frío y explorar regiones 
en que se forman estrellas", explica su director. 

"Estas regiones están ocultas a otros telescopios, 
que operan en otras longitudes de onda, 
debido a que están cubiertas 
por partículas de polvo interestelar. 

Así, ALMA puede 
proveer información crucial 
y complementaria a los datos 
aportados por otras infraestructuras".

Así ALMA no solo podrá dar pistas 
para que sus instrumentos vecinos 
observen de otra forma lo encontrado, 
sino también a los que se encontrarán 
un poco más al sur. 

"El hecho de que Chile 
vaya a concentrar pronto 
los más potentes telescopios del mundo, 
con la construcción del E-ELT 
European Extremely Large Telescope
o del LSST - Large Synoptic Survey Telescope, 
por ejemplo, representa una oportunidad fantástica 
para ALMA ya que proveerá excelentes condiciones 
de sinergia y ocasiones para crear 
proyectos complementarios 
que estudien objetos celestes 
a través una gran variedad 
de longitudes de onda", dice Pierre Cox.

Mayor nitidez

Fernando Comerón, representante 
del Observatorio Europeo Austral 
(European Southern Observatory -ESO) 
en Chile concuerda absolutamente. 

"Es la combinación de las prestaciones 
de cada uno de estos observatorios, 
actuales y futuros, la que determina 
el ritmo de los avances científicos, 
más que sus aportaciones individuales, 
ya por sí mismas extraordinarias", asegura.

Por eso, además del Very Large Telescope (VLT) 
-que tiene cuatro espejos de 8,2 metros cada uno 
y que pueden trabajar en conjunto para aumentar su capacidad-, 
la ESO está apostando a construir el más grande de todos: 
el E-ELT o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande. 

Su nombre se lo debe a los 
798 segmentos hexagonales de 1,4 metros 
cada uno que conformarán su espejo. 

Será un enorme plato de 39 metros de diámetro.

El proyecto estará emplazado en el Cerro Armazones, 
al lado del VLT, donde pronto comenzará 
a construirse la carretera de acceso 
para luego aplanar la cumbre 
para instalar el telescopio y su infraestructura.

"La licitación de la construcción 
de la estructura principal del telescopio 
y el edificio que lo albergará 
está en fase avanzada de preparación. 

En estos últimos años, 
el diseño del telescopio 
y la modelización de su funcionamiento 
han avanzado en detalle. 

Por lo tanto, el proyecto 
se encuentra en un estado de madurez 
que nos permite afrontar 
con toda confianza la fase de construcción", 
asegura Fernando Comerón.

Así como muchos de los otros grandes proyectos, 
el E-ELT ha tenido que luchar por fondos 
en medio de una economía mundial en problemas. 

En este caso en particular, 
Brasil puso en algún momento 
en jaque al telescopio 
ya que no confirmaba su participación 
a pesar de ser uno de los principales financistas. 

Pero Comerón asegura que ha habido 
avances sustanciales en el proceso 
de ratificación parlamentaria 
de la adhesión de Brasil a ESO, 
algo vital para obtener los fondos.

Si todo sale bien, 
durante la próxima década el E-ELT 
tendrá una capacidad de detección 
sin precedentes de la luz visible e infrarroja, 
y una nitidez de imagen fuera del alcance 
de otros telescopios en esas longitudes de onda. 

"Teniendo en cuenta que una gran parte 
de nuestro conocimiento del universo 
proviene del estudio de objetos 
extremadamente distantes, 
que por lo tanto aparecen 
extraordinariamente débiles y pequeños, 
esas dos características son determinantes", 
asegura el representante. 

Con el E-ELT se podrán 
detectar planetas como la Tierra, 
la formación de las primeras 
estructuras en el universo, 
posibles variaciones 
de las constantes físicas fundamentales 
o, incluso, obtener evidencia indirecta 
de actividad biológica en otros planetas.

Un poco más al sur y durante los próximos años, 
se construirán en la IV Región 
dos gigantes también únicos en su tipo: 
el Large Synoptic Survey Telescope (LSST) 
y el Giant Magellan Telescope (GMT). 

El primero será instalado 
en el Cerro Pachón, 
cerca de los observatorios 
Gemini y Soar, en el Valle de Elqui, 
mientras que el segundo 
en el Observatorio Las Campanas.

Cada tres noches el LSST 
mapeará por completo 
el cielo del hemisferio sur. 

Con ello los astrónomos 
podrán ver cómo cambian en el tiempo 
los miles de millones de objetos celestes 
que observará el instrumento. 

Incluso podría dar pistas 
sobre la energía oscura 
y detectar asteroides 
potencialmente peligrosos 
para el planeta. 

Tendrá un espejo de 8,4 metros 
y trabajará por diez años. 

Si bien su espejo no es mayor 
que los del VLT, 
este telescopio será el único 
capaz de mapear con tal velocidad el cielo.

Por su parte, el GMT 
tendrá siete espejos de 8,4 metros cada uno, 
que en conjunto tendrán 24,5 metros de diámetro, 
y podrá obtener imágenes diez veces más nítidas 
que el Telescopio Espacial Hubble. 

Con ellos, los astrónomos 
podrán estudiar, en 2020, 
objetos muy lejanos y de escasa luz 
para analizar las primeras etapas del universo. 

También se estudiarán 
planetas extrasolares y espectros 
para buscar posible presencia biológica en ellos.

En el resto

Si bien Chile se está convirtiendo 
en el polo astronómico mundial por excelencia, 
otras zonas del mundo también tienen 
grandes observatorios en carpeta. 

Quizás el más impresionante 
y que le hará el peso a ALMA 
-aunque no va a observar 
en las mismas frecuencias- 
es el radiotelescopio 
SKA (Square Kilometer Array) 
proyectado para comenzar 
a funcionar a media máquina en 2019 
y completamente en 2024.

Aunque ALMA impresiona 
porque está a 5 mil metros de altura, 
SKA lo hará por su extensión. 

Cerca de tres mil antenas, 
de 15 metros cada una, 
estarán ubicadas 
en Australia y en Sudáfrica. 

Con 50 veces más sensibilidad 
que ningún otro radiotelescopio construido, 
SKA podrá estudiar el universo 
cuando tenía menos de 500 millones de años 
(ahora tiene 13,8 mil millones).

"Al operar en otras longitudes de onda que ALMA, 
el SKA será una gran complemento 
para nuestros resultados", asegura Pierre Cox.

En tanto que el Telescopio 
de Treinta Metros o TMT 
(Thirty Meter Telescope), 
le hará el peso al E-ELT. 

Como su nombre lo indica, 
su espejo de 30 metros 
tendrá 492 segmentos 
y estará emplazado 
en Mauna Kea, Hawai. 

Podrá tomar imágenes 
tres veces más nítidas 
de lo que 
se ha logrado hasta ahora 
e irá aún más atrás 
en la historia del universo que SKA. 

Algo que la siguiente generación 
de gigantes volverá a superar.

Además del VLT y ALMA, 
en Chile, hay otros telescopios potentes 
estudiando el universo. 

En las Islas Canarias (España) 
está el GTC de 10,4 m; 
en Arecibo (Puerto Rico) 
está el radiotelescopio en solitario 
más grande construido hasta ahora 
con 305 m de diámetro; 
el SALT en Sudáfrica, 
con 9,2 m de diámetro, 
y el LBT, con dos espejos 
de 8,4 m en Arizona (EE.UU.).

Recursos

Muchos grandes proyectos, 
como el E-ELT, han tenido 
que luchar por fondos.

 Desde el espacio también 
hay "ojos" que observan el cielo

Hasta el momento 
no hay forma de superar 
un telescopio espacial. 

Esto, porque así como 
para la vida en el planeta 
la atmósfera es una bendición, 
para los astrónomos es una maldición.

En términos simples, 
"les nubla la vista" 
y no pueden ver con claridad.

Por eso, telescopios 
como el Hubble, Chandra o Spitzer 
han sido tan importantes, ya que, 
aunque tienen "ojos" más pequeños, 
tienen visión total.

Todos esperan la puesta en operación 
del Telescopio Espacial James Webb (JWST), 
el instrumento más grande que nunca 
ha auscultado el universo desde el espacio. 

Con un espejo de 6,5 metros 
-el Hubble tiene 2,4- 
estará ubicado a 1,5 millones de km de la Tierra. 

Sus instrumentos podrán estudiar 
las primeras galaxias del universo 
y podrán analizar 
100 objetos al mismo tiempo.

Se espera que el JWST 
esté en pleno trabajo en 2018, 
pero unos pocos años después 
podría existir un gigante aún mayor. 

Se trata del ATLAST, 
un telescopio proyectado para 2025, 
que tendría un espejo de entre 8 y 16 metros. 

Sería de 5 a 10 veces más que el James Webb.

"La tecnología para el ATLAST 
aún tiene que ser desarrollada", 
dijo a "El Mercurio" Matt Mountain, 
del Space Telescope Science Institute 
y la Universidad Johns Hopkins, 
en la reunión de la American Association 
for the Advancement of Science de la semana pasada. 

"La ciencia avanza muy rápido 
y necesitamos ir revisando su estado 
para ver qué tipo de instrumentos necesitamos. 

Además, aún no tenemos
 la capacidad de lanzar 
un telescopio como ése".

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