WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Nostálgico crónico de la vida, atormentado por la idea de extinguirse y obsesionado con la trascendencia, Mahler formuló con su art‏e


  • Mahler en el Teatro Municipal: Morir para vivir

    "


    Nostálgico crónico de la vida, atormentado por la idea de extinguirse y obsesionado con la trascendencia, Mahler formuló con su arte descomunal las preguntas más graves de la existencia: qué es vivir; qué, morir; ¿es la resurrección el logro de una conciencia universal? Su Segunda Sinfonía, compuesta entre 1888 y 1894, y bautizada justamente como "Resurrección", muestra cuán explícito y hasta expresionista llegó a ser en su asombro y su búsqueda espiritual. Por eso, la Segunda no es música sobre, sino como filosofía o religión. El martes, la Filarmónica, con Rani Calderon en la dirección, la contralto Evelyn Ramírez, la soprano Verónica Villarroel y el Coro del Municipal (Jorge Klastornic), ofrecieron una versión contundente y altamente emocionante de esta obra enorme, totalizante.

    Calderon comenzó a tocar lo que será el ciclo sinfónico completo de Mahler cuando todavía era director titular de la Filarmónica y sus entregas han destacado por la solidez de sus propuestas. Aquí, desde los violentos reclamos en el registro más bajo de la cuerda, al comienzo del primer movimiento, la orquesta sonó sólida, segura, atenta a las indicaciones del director, mientras transitaba por ánimos líricos y hasta pastoriles, para volver a la crisis que se cierra seca y enigmática. Después de este huracán de sentido, el Andante moderato sonó delicado y frugal en su carácter de danza aparentemente despreocupada, incluso cuando los chelos y violines acompañan con sus frases tan bonitas. Todo fluyó tranquilamente, tal como está prescrito, en el tercer movimiento, arremolinado y embriagante.


    Sin perder un segundo de concentración, Evelyn Ramírez comenzó su Urlicht (Luz primordial) con el muy atractivo timbre y expresión que ya le conocemos. Su plegaria, comentada por los cornos y el resto de los bronces, estremeció a un Municipal que en ciertos momentos alcanzó un silencio concentradísimo, de auténtica comunión. Para el movimiento final, se unió Verónica Villarroel, magnífica también en este repertorio, y el coro, varias veces a capella , declaró vencida a la muerte. Calderon consiguió que su audiencia asimilara bien los versos del propio Mahler cuando se canta "¡Con las alas que he ganado/ alzaré el vuelo!/ ¡Moriré para vivir!".


    La "Resurrección" es de esas obras que remecen hasta el más despistado y, desde su estreno en 1895, sigue despertando férreas vocaciones musicales, ya de interpretación, ya de contemplación activa. Un público aplaudiendo largamente es una invitación a avanzar por el repertorio germánico del que fue parte y poderoso germen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS