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Ecosistemas microbianos en humedales de Atacama similares a las de la vida primigenia en la Tierra y que ayudaron a crear las condicione‏

Chile tiene su propio "Jurassic Park" de bacterias y microbios en humedales de Atacama

Las lagunas de Cejar, Tebenquiche y Brava contienen estructuras vivas creadas por generaciones de estos diminutos seres y que fueron claves en el origen de la vida.  

Richard García 

Diario El Mercurio, lunes 17 de marzo de 2013

Hace 3.500 millones de años, cuando la vida apenas conquistaba la Tierra en la forma de seres unicelulares, el planeta estaba dominado por unas estructuras rocosas blanquecinas parecidas a callampas, construidas por generaciones sucesivas de bacterias que las empleaban como su hogar. Estos hogares de carbonato de calcio fueron la plataforma desde la cual estos diminutos seres aportaron el oxígeno necesario para hacer posible el mundo que habitamos.
En las lagunas Cejar, Tebenquiche y Brava, ubicadas en los humedales del Salar de Atacama, como también en el salar de Llamara, hoy es posible encontrar estas mismas estructuras desarrollándose en forma similar a la de la Tierra primitiva. Se les puede hallar de dos tipos: evaporitas y estromatolitos o microbialitos.
Ambos son habitados por bacterias, pero mientras en un primer caso se formaron por saturación de minerales antes de que llegaran los microbios, en el segundo fueron construidos directamente por ellos, a lo largo de sucesivas generaciones, que crecen en forma de láminas superpuestas sobre una superficie.
"Son un registro biológico que nos cuenta mucho sobre nuestra historia", dice María Eugenia Farías, doctora en Microbiología y directora del laboratorio de investigaciones microbiológicas de lagunas andinas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Conicet, de Argentina. Desde que descubrió los primeros microbialitos, en 2009, en la laguna de Socompa, en el límite de ambos países, se ha dedicado a investigarlos y divulgar su existencia para protegerlos. "Que sean evaporitas o microbialitos es una cuestión técnica, el valor patrimonial es lo más importante".

Según la investigadora, estos microbialitos y ecosistemas microbianos no solo prepararon la Tierra para la vida. "Además hubo tres extinciones masivas y se propone ahora que, después de cada una de ellas, estos seres al captar el CO {-2} y liberar oxígeno ayudaron a crear las condiciones para un nuevo ciclo".
Si bien ya se habían hallado en otras partes del mundo, siempre era junto al mar y en zonas tropicales, tales como Australia, México y Bahamas.

"En cambio, lo que tenemos acá es único en el mundo", dice, y explica que la gran diferencia es que las bacterias que se encuentran en la puna de Atacama están en altura y sobreviven en condiciones muy parecidas a las de sus antepasados de la Tierra primitiva: alta radiación ultravioleta, baja concentración de oxígeno, elevada presencia de gases volcánicos, existencia de agua salina, fuertes vientos y falta de alimento.

"Nos están contando nuestra historia de la vida en la Tierra y los tenemos aquí y solamente aquí", agrega Farías. El trabajo que las describe aparece este mes en la revista científica Extremophile.
Además de ser un patrimonio para la región, estos microorganismos también podrían arrojar respuestas a grandes problemas que enfrenta la humanidad en temas como el calentamiento global. Son excelentes captadores de CO {-2} {-,} y su estudio podría llegar a arrojar soluciones que podrían ayudar a reducir esas emisiones.

"Aquí hay estromatolitos, evaporitas, tapetes bacterianos, toda una diversidad de formas", detalla Manuel Contreras, investigador y director del Centro de Ecología Aplicada, que se ha dedicado a estudiar en los últimos dos años este tipo de ecosistemas en las lagunas del salar de Atacama junto con María Eugenia Farías.

El investigador también destaca que son ideales como modelos para las investigaciones que buscan demostrar la existencia de vida en Marte u otros mundos lejanos y, de hecho, astrobiólogos de Estados Unidos han comenzado a trabajar con ellos.

A María Eugenia Farías le preocupa que estos sitios, tanto en Chile y Argentina, se pongan en valor y que se consideren a la hora de hacer estudios de impacto ambiental. En su país, por ejemplo, las lagunas con presencia de estas estructuras ya fueron declaradas áreas protegidas. En Chile, el salar de Llamara fue anexado a la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal.

 Saturación

El fenómeno que permite la formación de evaporitas y estromatolitos es similar al que ocurre cuando se empieza a echar azúcar al té y, en un momento, se satura tanto que no se disuelve. "Se empieza a formar una estructura física", explica Manuel Contreras.

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