Palatales africadas...‏

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  El medio de  comunicación natural

  de los seres humanos es el lenguaje

  y hay descripciones dadas por expertos

  lingüistas, fonoaudiólogos y otorrinolaringólogos

  que explicitan y clasifican el increíble milagro 

  que se lleva a cabo cada vez que hablamos,

  a través de la emisión de una variedad de sonidos

  que salen de los pulmones, pasan por nuestras

  cuerdas vocales y llegan hasta la cavidad bucal

  recorriendo desde el velo del paladar

  a la lengua, dientes y labios

  para ser finalmente emitidos

  y eventualmente llegar a oídos

  de nuestro eventual interlocutor(a).

  
  

  Las sutiles diferencias en la forma 

  de articular o pronunciar los sonidos

  permiten distinguirlos entre sí

  y comunicarnos con nuestros semejantes.

  
  

  ¿Se imaginan lo que habría sido aprender a hablar

  a edad no tan temprana, abrumado por

  las precisas descripciones que aparecen,

  por ejemplo, en los manuales que enseñan

  a hablar el correcto castellano u español?

  
  

  Se me habría trabado la lengua,

  o tal vez me la habría mordido;

  se me habría desencajado la quijada

  o me habría tupido entero

  pensando en el  modo 

  de articular las consonantes

  poniendo al mismo tiempo cuidado

  en el punto de articulación:

  bilabiales o dentales oclusivas,

  labiodentales o interdentales fricativas

  alveolares nasales o vibrantes 

  palatales africadas...

  para no hablar de las vocales clasificadas

  como fuertes o débiles

  de acuerdo a la abertura de la cavidad bucal

  sin olvidar sus puntos de articulación:

  anteriores, medios o posteriores...

  
  

  ¡Uf!  Mejor me quedo callado.