Sobre la inmensa cama,
la pequeña nieta contempla fascinada
el despliegue de la variopinta colección
de botones de su abuela.
Tendida en medio
de una silenciosa fiesta
de colores y texturas,
en el dormitorio
de la acogedora casa viñamarina,
transcurre un tiempo sin tiempo
-a comienzos de los años sesenta-
mientras explora y va descubriendo
y reordenando, una y otra vez,
el misterioso parentesco
de estos pequeños mundos
-mayoritariamente circulares-
los que en sus infinitas asociaciones
nunca agotan sus sorpresas
y la belleza se va develando y sugiriendo
en un especie de caleidoscópico
patchwork in continuing progress...
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