Poco a poco amanece
se activan los cantos de las aves
un nuevo paisaje se nos aparece
el horizonte, la bahía y sus naves.
Se desvanecen las estrellas
y se anuncian esplendores
el rocío hace más bellas
las quebradas y sus flores.
Se activa entre resplandores
el paulatino ajetreo matutino
la ciudad despierta, rugen motores,
hasta silenciar el último trino.
Este concierto permanente
de melodías y estridencias
va sucediendo en la mente
en el vértigo de tantas urgencias.
Se van así esfumando los momentos
de calma, meditación y alegría
contemplando nuestros esperpentos
mientras nos invade una atroz melancolía.
Y sobreviene la ironía:
Los niños al colegio, pásalo regio
Y tú a la oficina, a tirarte a la piscina...
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