Edición 244 años después de la publicación de su primer ejemplar
La edición del año 2010 será la última publicación impresa de la Enciclopedia Británica, clásica obra de consulta que por más de dos siglos ofreció una minuciosa síntesis del conocimiento universal. Este símbolo histórico del saber abandona los anaqueles para concentrarse en su versión digital. Académicos y personas ligadas al mundo de las letras entregan su visión ante estos nuevos patrones de consumo cultural.
Francisca Allende Celle
La edición del año 2010 será la última publicación impresa de la Enciclopedia Británica, clásica obra de consulta que por más de dos siglos ofreció una minuciosa síntesis del conocimiento universal. Este símbolo histórico del saber abandona los anaqueles para concentrarse en su versión digital. Académicos y personas ligadas al mundo de las letras entregan su visión ante estos nuevos patrones de consumo cultural.
Francisca Allende Celle
Diario El Mercurio, Artes & Letras, domingo 25 de Marzo de 2012
La Enciclopedia Británica, la más antigua y monumental obra de consulta en idioma inglés, dejará de publicar sus ediciones en papel y emigrará a la web, tras varios años de convivencia entre ambos formatos y a más de doscientos años de la publicación de su primera edición en el Edimburgo de 1768.
A pesar de haberse instituido en un símbolo del conocimiento universal, la rápida desactualización de sus contenidos llevó a que los editores de la Británica decidieran decirle adiós al papel y trasladaran los 32 tomos de la obra al formato digital.
Con 58,5 kilos menos -pues ése era el peso de la enciclopedia-, la famosa fuente de inspiración de Jorge Luis Borges, que por siglos representó la síntesis del conocimiento universal, podrá ser consultada sólo a través de su versión online , que por 70 dólares al año promete ofrecer contenidos constantemente actualizados por los más de cien editores y miles de colaboradores de la publicación.
En un intento por competir con sitios como el de Wikipedia, publicación gratuita que funciona con editores voluntarios, la Británica ha decidido que su decimoquinta edición sea su última publicación en papel.
Habiendo tenido que buscar nuevos mercados, mediante la producción de material didáctico para colegios y la elaboración de ediciones especiales para instituciones académicas, la Británica se aventura en el formato digital con la intención de compensar la caída de las ventas de sus ediciones impresas. Las 120 mil colecciones vendidas en 1990, que marcaron el momento más próspero de la gran obra, no pueden compararse con las sólo 8 mil quinientas que se lograron vender en 2010.
Mientras la última edición impresa de 2010 se seguirá vendiendo hasta agotar las 4 mil copias que aún permanecen en las bodegas, su versión online en permanente actualización ya está disponible para ser consultada en britannica.co.uk o en su aplicación para el iPad.
Como puede imaginarse de una publicación bicentenaria, no son pocos los mitos y legendarios relatos que han surgido en torno a la Enciclopedia Británica, sobre todo si se piensa que entre sus muchos colaboradores se encuentran célebres personajes como Sigmund Freud, Albert Einstein, Marie Curie, Leon Trotsky, Harry Houdini, Sir Walter Scott, Thomas Malthus y Thomas Young.
Al revisar algunos artículos de su primera edición, confeccionada durante tres años y con 2.670 páginas encuadernadas en tres gruesos volúmenes, pueden encontrarse curiosas referencias. Así, mientras el estado de California de los Estados Unidos era descrito como "un gran país de las Indias Occidentales, del que se desconoce si se trata de un isla o una península", otra de las entradas de la enciclopedia menciona que el sistema solar tiene seis planetas, puesto que Urano, Neptuno y Plutón todavía no se habían descubierto.
La llegada de la monumental enciclopedia a Estados Unidos, en forma de una edición pirateada e impresa en Filadelfia en 1790, es otro de los singulares episodios de la vida de esta clásica obra de referencia. Entre los propietarios de esta versión apócrifa, se encontraban, nada menos que George Washington, Thomas Jefferson y Alexander Hamilton.
Considerada el pináculo del estilo de la Enciclopedia Británica, su undécima edición (1910-1911) también es continuamente destacada por muchos de los devotos lectores de la obra. Entre los colaboradores de esta edición se encuentran figuras como Bertrand Russell, Ernest Rutherford, J. B. Bury y H. Huxley.
"Se esfuma el cimiento final de toda ciencia"Joaquín Fermandois:
Una lástima el fin de la Enciclopedia Británica en su edición en papel. Su presencia distinguía a bibliotecas y a hogares que se la podían permitir. Sus artículos eran testimonio de rigor y elegancia, la información más confiable que se podía consultar. Todo un clásico. El papel -el libro, en suma- ha sido toda una creación tangible de cultura, por lo demás más segura de permanencia material que los documentos digitales. Se puede palpar, permite una escritura, el subrayado, papelillos que marcan páginas, una mirada curiosamente más simultánea a un estante lleno de libros que lo es la pantalla. Ello desde antes de la imprenta, ya con los manuscritos, los incunables.
Se podría decir que estamos ante la misma transformación tan trascendente que significó el desarrollo de la imprenta. Se dirá que ahora vamos a experimentar algo parecido, que sólo que se leerá de una manera distinta, se presume más "dinámica" (¿?). Sin embargo, además de temor de tipo estético -algo no baladí-, existe otra desconfianza hacia el mundo digital, de que sencillamente sea un paso más en la devastación de la lectura, reemplazada por el vértigo casi puramente físico de "estar conectado", de brincar de uno a otro resumen, escribiendo en una jerga telegráfica que no admite "antipoesía" alguna. Se esfuma el ensimismamiento que se da en la lectura, base del pensar; en último término, el cimiento final de toda ciencia.
Joaquín Fermandois, historiador de la Pontificia Universidad Católica de Chile
"El aprendizaje necesita una ordenación mental"Enrique Vicién:
Lo que ocurrió con la Enciclopedia Británica puede ser considerado como una evolución si atendemos al signo de los tiempos: los sistemas de almacenamiento online y las amplias posibilidades que ofrece el formato digital favorecen que las nuevas enciclopedias incorporen imágenes en movimiento, sonidos, animaciones y actualizaciones casi inmediatas. Las enciclopedias tradicionales y su modo de comercialización tienen unos gastos que prácticamente se evaporan en la versión online : papel, fabricación, almacenamiento, comercialización "puerta a puerta".
Sin embargo, también podemos apreciar rasgos involutivos. El aprendizaje necesita de una ordenación mental, de una categorización de los elementos, de una sumisión a un orden determinado. El más claro es el orden alfabético,absolutamente arbitrario, pero comúnmente aceptado. En las enciclopedias y diccionarios se visualiza claramente: la B va después de la A, la T precede a la U. En una ventanita de consulta en una página de internet, ¿cómo saber que la palabra "zapallo" está al final porque empieza por la letra Z?
Existen otros factores que también pueden haber determinado el paso de lo impreso a lo digital: la creciente sensación de que se pueden descargar contenidos culturales de la red sin pagar por ello, la importancia decreciente que la cultura ocupa en la lista de prioridades de una parte del público, los nuevos usos sociales: casas más pequeñas, muebles también más reducidos y, en definitiva, menos espacio físico para obras que podían alcanzar decenas de volúmenes.
Enrique Vicién, encargado marketing Larousse Editorial
"Internet es como una enciclopedia en sí misma, nos guste o no"Braulio Fernández:
Ha habido un cambio de formato o, si se quiere, de "envase". La Enciclopedia seguirá siendo "la Enciclopedia", y quizá hasta crezca en contenidos, pero es una pena que desaparezca en formato libro.
Aunque desconozco las razones precisas que ocasionaron el paso de ediciones impresas a ediciones digitales, imagino que han tenido que ver con los costos. Editar una enciclopedia así en formato libro, con la calidad que siempre ha tenido, es sumamente caro, por lo que su precio es asimismo alto. Por otro lado, pienso que las enciclopedias compiten hoy con los buscadores de internet, todos gratuitos y rapidísimos, que en cierto modo han remplazado o sustituido el concepto original de Diderot y D'Alembert. Por lo mismo, hoy no existiría una valoración por el conocimiento acumulado en libros, estando internet.
Internet es como una enciclopedia en sí misma, nos guste o no. El problema es la confiabilidad de la información. Para chequear un nombre o una fecha es más práctico Google o Wikipedia; pero no para una referencia más compleja . Quizá haya allí una oportunidad para las bibliotecas.
Imagino que la Británica mantendrá su rigor, pero el problema es el usuario. Como decía, para un dato menor ya no parece ser "útil" una consulta enciclopédica en papel. Y puede ser razonable que así sea. Yo mas bien pienso que la gran pérdida va por el lado de la capacidad de búsqueda del usuario, de investigar, de saber leer un dato en un contexto mayor y, por cierto, de la terrible costumbre del copy&paste que después deviene en la cultura del plagio.
Evidentemente que la velocidad de los motores de búsqueda en internet es una enorme ventaja, pero perdemos el contexto, el sentido, la ponderación y la valoración. Es el conocimiento versus la información. Diría, con cierta audacia, que para quienes "ya saben algo", internet y semejantes resultan herramientas extraordinarias. En cambio, para quienes "saben poco " o "no saben nada", puede ser el caos, Babel otra vez... Nada más mortífero que el dato fuera de contexto.
Braulio Fernández Biggs, Doctor en Literatura.
"Un impreso me proporciona un insight muy superior al de una pantalla"Cristián Gazmuri:
Creo que el fin de la versión impresa de la Enciclopedia Británica constituye una involución. Lo escrito en papel es algo que tiene una nobleza intrínseca, puede ser consultado en cualquier parte y, al menos en mi caso, me proporciona un insight muy superior al de una pantalla . Por desgracia, estamos ante un caso que, por otra vía, está llegando a un resultado parecido al de Fahrenheit 451, la famosa novela de Ray Bradbury. La civilización versus el libro.
Ojalá que no fuese así, pero me temo que, a corto o largo plazo, la revolución enciclopédica será absorbida por la de la lectura digital, transformándose en uno de los elementos fundamentales de una futura utopía negativa o antiutopía.
Es importante que publicaciones impresas como la Enciclopedia Británica sigan existiendo. Las universidades, se dice, son sus profesores, sus bibliotecas y sus alumnos. Al acabar con los libros y bibliotecas las estamos transformando, haciendo una revolución de alcances imprevisibles.
Ya la televisión dio un golpe terrible a la lectura, en especial la de los canales abiertos cuya programación, vulgar y estúpida, es una vergüenza, destinada a gente con una madurez intelectual de un niño de unos 10 a 12 años, nuevamente como en Fahrenheit 451. No entregan cultura, la quitan. El internet ofrece de todo, mucho de bueno, pero también muchas veces una mala síntesis, cuando no una deformación del conocimiento, transmitiendo "no verdades", por no decir falsedades. En la enciclopedia Británica y otras, eso no ocurre.
Cristián Gazmuri, historiador de la Pontificia Universidad Católica de Chile
"La venta de libros digitalizados es ínfima"Sergio Tanhunz:
La emigración de la Enciclopedia Británica hacia la web, puede considerarse tanto una evolución como una involución. Es una evolución porque se adapta a las nuevas formas de lectura, sobre todo para este tipo de contenidos. Pero si nos salimos del caso particular y se ve este episodio como parte de una tendencia general, también se podría hablar de una involución porque se está perdiendo la importancia del libro como objeto, algo que siempre será relevante para los bibliófilos. Es cosa de ver lo que sucede en la música donde los discos de vinilo están teniendo su revival .
Si bien este nuevo tipo de lectura para libros de consulta temática y académica, es decir, lectura en medios digitales, puede volverse la regla para el caso de las enciclopedias y textos académicos, aún no sabemos si será así, con la misma fuerza, para otros tipos de libros; o, al menos, no sabemos cuándo esto sucederá.
En el caso de Ediciones SM Chile, en este momento nos encontramos digitalizando todos nuestros libros con derechos contratados para venta en formato e-book , lo que alcanza el 90 por ciento del catálogo nacional.
Sin embargo, a pesar de que algunos ya se están vendiendo, lo hacen en una proporción casi inexistente en comparación con el libro impreso. Muchos chilenos, incluso compradores de libros, aún ni siquiera saben lo que es un e-book .
Sergio Tanhunz, gerente de publicaciones generales Ediciones SM Chile
"El Diccionario de la RAE se seguirá imprimiendo"Felipe Alliende:
Creo que aquellas enciclopedias que no migren al sistema digital desaparecerán, puesto que, apenas impresa, la versión ya ha perdido actualidad en muchas informaciones. En el caso de la Real Academia Española, éstas mantienen la impresión de diccionarios y otras obras relacionadas con el lenguaje , pero se los presenta también en versiones digitales y están presentes en la red. En estos, la mantención de la impresión se justifica por la posibilidad de utilizarlas con facilidad sin recursos tecnológicos y sin mayor ocupación de espacio. Por otra parte, la evolución del vocabulario y de los fenómenos lingüísticos es más lenta que la de las informaciones.
En 1969 compré la edición del bicentenario de la Enciclopedia Británica. Se trataba realmente de una joya en magnífico empaste de color blanco.
Si bien, durante treinta años éstos fueron una de mis principales fuentes de consulta y estudio, hoy los tengo como un bello adorno, ya que insensiblemente he derivado mis consultas hacia la red. Sin embargo, necesito a la Británica en red para tener información seria.
Felipe Alliende, miembro de la Academia Chilena de la Lengua
"Bienvenida la Enciclopedia Británica virtual"Andrés Gallardo:
El fin de la versión impresa no es ni evolución ni involución, sino adaptación a una realidad. De hecho, la inmensa mayoría de las consultas a fuentes de información, se hacen a través de la red. Se ha convertido en algo rutinario y, sobre todo, práctico . De modo que bienvenida la Enciclopedia Británica virtual.
Me parece que, simplemente, internet ha demostrado su valor y su utilidad. Esto, si bien no significa desconocer el valor y la utilidad del texto impreso, aumenta la probabilidad de que en el futuro existan menos enciclopedias y diccionarios en formato papel, pero no creo, insisto, que vayan a desaparecer.
En mi opinión, las enciclopedias digitales están elaboradas con el mismo rigor que las impresas. Es más, la enciclopedia virtual tiene la enorme ventaja de poder ser actualizada permanentemente. La seriedad y el prestigio concomitante se ganan trabajando con responsabilidad.
Andrés Gallardo, miembro de la Academia Chilena de la Lengua.
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