La huevería por Antonio Martínez

Diario El Mercurio, Domingo 02 de Diciembre de 2012

http://blogs.elmercurio.com/deportes/2012/12/02/la-hueveria.asp

El entrenador de Colo Colo, Omar Labruna, reconoció su error y lo explicó.

Ese día, por alguna razón médica o de posición, los huevos se le ladearon o deslizaron y al no tenerlos en su sitio natural, fue, vio y mintió.

Si los hubiera mantenido en el lugar correcto, otro gallo habría cantado con la verdad, la honradez y el coraje.

El idioma español tiene términos ricos y suficientes para describir sentimientos, actitudes, emociones o estados de ánimo, y no todo puede resumirse en algo tan amplio, flaite y vulgar.

La metáfora de los huevos no es infinita.

Hay que ponerle coto y límites al asunto de meterle huevos, cuestión de huevos, ponerle huevos y todo ese universo de huevería machista.

Además, hay periodistas que aceptan sin oposición ni remilgos, hasta con entusiasmo, los términos que vienen de países donde se juega mejor al fútbol, por historia o plata: Argentina, con los huevos, y España, con los cojones.

Son los que esgrimen alegremente los términos forofo, canterano o caño, y son los que piden perdón cuando detectan que al equipo le faltó lo que van a decir, aunque alguien se enoje: huevos. Lo dijo, y en el implícito demuestra que él también los tiene.

Ahora es la huevería más la huevoteca.

A mucho director técnico argentino aún se le siente el olor a jugador y a camarín, como si ese olor -calorub, vapor, media estrujada, shampoo - fuera la fuente del conocimiento.

Es la piedra filosofal, o más bien la piedra pómez, porque se refriegan con ella: huevos.

Les basta con ese discurso único y monótono, y ahí se quedan. No hay más cursos y se acabó el aprendizaje. ¿Urbanidad y Educación, Gramática y Lingüística, Introducción a la Economía, Breve Historia de la Humanidad? Nada de eso. Huevos.

Términos y conceptos un poco más amplios, como sinceridad, valentía, conciencia, memoria, arrojo, convicción, principios, responsabilidad o determinación. Tampoco, con los huevos basta.

Entonces se aferran a lo que conocen y a lo que han visto miles de veces en los camarines de América Latina, Europa o China: huevos.

Y por esta clase de discursos tan previsibles, primitivos y monocordes, mucha gente desprecia el fútbol y lo considera una lacra cultural y hasta un peligro social.

Entrenadores, jugadores y espectadores convertidos en bárbaros y reducidos a su mínima expresión. Todo machista, menguante y retrocediendo: cerebro, corazón, órganos nobles y demás. Y todo cae hacia la entrepierna y se concentra en los huevos.

Es el temor a la bestia humana.

Es la pesadilla del huevón total.