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Un Ministro de Educación con Liderazgo, Ideas, Cifras,


Conceptos y Plazos

por Andrés Benítez - Diario La Tercera  09/06/2012 - 04:00e Sharing Services
LA IRRUPCION de Harald Beyer en la vida política del país ha sido inédita. En los seis meses que lleva de ministro de Educación, no sólo ha mostrado liderazgo en el sector, sino que, además, se ha ganado el respeto de todo el equipo de gobierno, partiendo por el Presidente. “Es un genio”, comenta un asesor del Segundo Piso, reflejando el entusiasmo que hoy existe sobre su figura en Palacio. Pero eso no es todo. Fuera de La Moneda, su imagen también comienza a fortalecerse, como lo demuestra la última encuesta Adimark, donde su aprobación sube 12 puntos, llegando al 42%, cifra que si bien no lo coloca entre los ministros más populares, sí lo deja muy bien parado, considerando sus antecesores de esta y las pasadas administraciones.
La llegada de Beyer al gabinete no fue fácil. Si bien en la campaña siempre fue el favorito para asumir la cartera de Educación, finalmente terminó siendo Lavín el elegido. Luego, y a propósito del movimiento estudiantil, se optó por colocar a Felipe Bulnes, un hombre con más perfil político, quien al renunciar señaló que era la hora de tener un ministro técnico, pavimentándole el camino a Harald Beyer. Mirando hacia atrás, se diría que la espera valió la pena, porque entró a jugar con la cancha más despejada.
El éxito del actual ministro tiene que ver con temas de forma y fondo. En la forma, Beyer es un tipo particular. No es especialmente empático ni tampoco una persona que busca agradar. La retórica política no es su juego, privilegiando, en cambio, un lenguaje directo y técnico. Si algo no le gusta, lo dice. Y como sabe mucho de educación -y de muchas otras cosas-, siempre prefiere discutir con cifras y conceptos. Así se ha ganado la autoridad y el respeto en todos los sectores.
Y esto último se relaciona con aspectos de fondo de su gestión. Porque ha logrado manejar y centrar la agenda en los temas fundamentales. Sólo en el ámbito universitario ha puesto en el tapete cosas como las tasas de deserción, la extensión de las carreras, la acreditación, los sistemas de selección y los de financiamiento. Pero al ministro no le basta con discutir, sino que quiere avances concretos. Por ello asigna tareas y plazos. En definitiva, tiene a los actores del sector trabajando duro y rápido, sin dar tiempo a que la agenda se desvíe hacia otras cosas.
Hasta ahora, ha sido una estrategia política efectiva. Lo que no significa que tenga la carrera ganada. Por un lado, algunas de sus propuestas son complejas y requerirán mucha discusión antes de materializarse. Por el otro, si bien ha mantenido a raya el movimiento estudiantil, nada asegura que eso perdure. Pero, claro, cada día tiene su propio afán, y lo que ha conseguido en estos pocos meses es un gran capital para eventuales conflictos.
La buena estrella de Beyer lo convierte en un tipo poderoso frente al Presidente, quien sintoniza mejor con los buenos ministros sectoriales que con su equipo político. A Piñera, las discusiones libres sobre el gobierno lo motivan poco. Más bien lo aburren. El es un hombre de proyectos concretos y, en ese sentido, maneja el mismo lenguaje del actual titular de Educación, porque ha llenado de ideas un sector que estaba demasiado acostumbrado a hablar generalidades, sin avanzar hacia ningún lado.

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