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Esta generaciòn

La generación


por Antonio Fernández
Diario El Mercurio, Deportes
Domingo 10 de Junio de 2012

Matías Fernández jugó con hombría, presencia y puntería.
No sólo hizo el gol inicial, sino que intentó organizar el tinglado, guiar al equipo y hacerlo jugar.
Los tres puntos son de miel y oro, pero no llegaron cuando la selección tuvo la pelota, la manejó y la tocó.
En el primer tiempo se jugó con gracia y cierta precisión, pero sin peligro ni sustos para el arco contrario, porque no se llegó ni una sola vez. Ni una sola maldita vez. Nunca.
Y eso tampoco puede ser, porque el equipo no es tan liviano ni poco dañino. Nadie quiere una selección descafeinada, sin aliño y carente de especies. Con tantos jugadores de buen pie, hábiles con la pelota y demasiados adornos.
El segundo tiempo se compartió con Venezuela y la pelota se tuvo menos, pero se llegó como nunca.
Venezuela hizo lo suyo, pero especialmente Chile, con tiros secos en los verticales. El equipo encontró en el desorden y en el golpe a golpe lo que siempre se agradece: ganas y empuje, brío y fuerza, para que apareciera esa selección que se siente buena y en confianza.
Gracias a ese tipo de partido, surgió la selección, que es la del entrenador anterior y la del actual y la de cualquiera.
Esa selección única, a esa selección se le echa de menos y es muy fácil distinguir su retorno, porque cuando surge brilla, luce y encanta.
Fue en el encuentro de ida y vuelta, donde cualquiera podía ganar, esos partidos abiertos, arriesgados y al descampado, donde ambos equipos muestran sus armas y que se cumpla la vieja sentencia de que gane el más mejor: Chile, por 2 a 0.
La selección fue encontrando sus medallas y pergaminos en ese campo de batalla.
En ese escenario, los jugadores recogieron la identidad que de pronto se les pierde y confunde.
Esta no es una selección pacífica ni amable, tampoco es dulce ni delicada, con eso de tener tanto la pelota, tocar para acá y para allá y no hacer daño ni morder.
Es lo contrario y Matías Fernández tiró y soltó las riendas, para que la selección de nuevo intuyera lo que tienen en la cabeza y en el corazón.
A estas alturas no es el libro compacto de Marcelo Bielsa ni tampoco las páginas de Claudio Borghi.
Tampoco la historia pasada ni lo que dicen los puntos en la tabla ni las estadísticas y menos las comparaciones. Y no se necesitan las miserables calculadoras.
Lo esencial son ellos, aquí y ahora, y nadie más que ellos: esta generación.
 

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