Veo a un Tordo indignado
persiguiendo y hostigando insistentemente
a un Tiuque que trata de escabullirse
con cambios súbitos de rumbo,
aunque le cuesta deshacerse
de esta especie de bestia negra
de la familia de los cuervos.
Es curioso eso, de que los más
pequeños hostigan a los grandes
en el mundo de las aves.
Los territorios de los más chicos
suelen ser más reducidos
que los de los más grandes.
Es por ello que los primeros
consideran intrusos a los segundos
(además de un potencial peligro
para ellos mismos), razón
por la cual tratan de deshacerse
en la medida de sus posibilidades
del invasor, lo más rápidamente posible.
Es así como hemos visto
cernícalos persiguiendo tiuques,
tiuques hostigando peucos,
peucos molestando a águilas
y águilas intentando expulsar
a cóndores que se asoman
por sus territorios de caza.
Cuando, por ejemplo,
un grupo de paseriformes
superan grandemente en número,
parecieran un grupo de vecinos indignados
insultando vehementemente a la autoridad comunal.
Es así como en Batuco,
vimos una numerosa bandada
de chirihues que se fue a posar
al espino donde estaba descansando
un halcón perdiguero,
quien parecía confundido
ante los gritos de alarma
de medio centenar
de estas aves de tonalidad
amarillo-verdoso.
En otra ocasión,
frente al acceso
de la Universidad de los Andes,
observamos al temible
y pequeño Chuncho,
huyendo despavorido
acosado por una nube
de jilgueros, chincoles
y otros paserinos que
lo tenían tan desesperado
que optó por zambullirse
en el follaje de un viejo quillay
para escapar del linchamiento plumífero.
Todos estos desplantes
son mecanismos de defensa,
porque, en el momento menos
pensado, se da vuelta la tortilla,
las cosas regresan a la normalidad
y la rapaz más grande
no desaprovechará
el menor descuido
si se le da la oportunidad
de hacerse de una presa.
Es así como hemos visto
a un Halcón Perdiguero
capturando a un Zorzal
en el Tranque La Dehesa,
o a más de un Cernícalo
alimentándose de lo
que queda de un avecilla
recién capturada.
Incluso entre rapaces,
hemos sabido, o visto imágenes
de un Aguilucho capturando
a un Peuquito, o un Cernícalo
que después de hostigar
a un Águila,
regresando
ufano a su territorio,
se encuentra de pronto,
casi sin darse cuenta
siendo capturado por
el sujeto de su persecución,
quien desde arriba
se percató en un momento
de que se encontraba en el ángulo
justo para zambullirse
contra el que había sido
su perseguidor
y capturarlo de sorpresa
por encontrarse fuera
de su ángulo de visión.
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