Opinión No basta con la gestión
por Miguel Laborde
Diario El Mercurio, Sábado 03 de Noviembre de 2012
Diario El Mercurio, Sábado 03 de Noviembre de 2012
El alcalde de Providencia se reconoció sorprendido. No esperaba una derrota porque, en su perspectiva, basta con darse una vuelta por esa comuna para reconocer que el municipio está bien administrado. Agregó que "la gestión había sido derrotada por la comunicación".
En un fenómeno mundial desde los años 60: la pura gestión ya no es suficiente. No se aplaude a un alcalde porque no haya hoyos en las calzadas o porque inaugura una plaza o una ciclovía; es su deber. Más bien, recibirá críticas ácidas si no satisface esos mínimos. Pero tampoco, desde los 90 y con electorados más exigentes, basta con sumar una campaña comunicacional con asesor de imagen. Falta, además, un relato.
Es el mismo problema de Chile. Sus vinos podrán ser excelentes, correcta su publicidad, pero la "marca Australia" y la "marca Argentina" le hacen mella en el imaginario mundial. Lo mismo sucede con las frutas, ante el desarrollo de la producción en el Perú, que tiene también una imagen fuerte. Chile mira sorprendido, pero nuestra inversión en el tema es escasa.
Algo semejante ocurre con Santiago. Sus estándares de seguridad, aseo, redes tecnológicas, infraestructura, orden institucional, casi en todos es la número uno. Pero, no cuenta con una imagen potente y clara, le faltan hitos distintivos, no tiene un relato o narrativa que seduzca a nivel internacional; le falta un Alcalde Mayor.
Al controvertido alcalde Jorge Soria se le debe reconocer su capacidad de leer estos signos de los tiempos; fue un adelantado a la hora de identificar la necesidad de un proyecto para Iquique, de un sueño común. Hijo de un pampino duro, políticamente rebelde como tantos hombres del desierto, recibió de su madre una cultura urbana, tradiciones familiares y esa devoción a la Virgen que da la vuelta al año preparando las próximas fiestas religiosas. De ahí supo extraer un equilibrio, para dialogar con las demandas populares urgentes, pero también con la necesidad de soñar un oasis, una tierra prometida, un paraíso que a veces puede parecer espejismo porque siempre está un poco más allá.
Las élites lo observaron con sorna, escépticas, porque su paraíso era demasiado parecido a Miami, a Cancún, a Varadero; pero el tiempo le dio la razón. Si hay una comunidad, una épica, una pertenencia, se hacen más llevaderos los problemas de la hora presente.
Ya lo hemos visto en Europa, antes de la crisis. En ciudades muy bien administradas, y con recursos para reciclar barrios, restaurar patrimonios, crear zonas recreativas en medio de la naturaleza, construir museos de arte contemporáneo... pero no basta. Tiene que haber un cierto proyecto social, un horizonte que estuvo a cargo de los partidos políticos y la religión, y que ahora se volvió más complejo, de nichos personales.
El nuevo ciudadano, empoderado, con más aspiraciones, anhela compartir la comunidad pero también la posibilidad de llevar adelante su utopía propia; lo macro y lo micro. Tal como la ciudad de hoy, que requiere la gran estructura y una imagen internacionalmente reconocida, pero sin abandonar el pequeño rincón aparte donde el habitante pueda vivir su sueño interior.
Para conocer el proyecto Cities de la Fundación Metrópoli: www.fmetropoli.org
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