WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Prohibido elevar volantines por Fernando Villegas



Diario La Tercera, 10 de noviembre de 2012



Calles casi cerradas, patrulladas, colmadas de policías y de 1,4 millones de voluntarios del Partido Comunista que ayudarán a mantener el orden, es la atmósfera en que posiblemente será elegido Xi Jinping como el líder que conduzca los destinos de China por los próximos 10 años.


En Beijing, capital de China, durante una semana estará estrictamente prohibido encumbrar volantines. Podrían ser usados por “enemigos objetivos del socialismo” para espiar desde las alturas, por sobre los muros, las sesiones del PC en trámite de renovar los cuadros de su Comité Central y en especial del Comité del Politburó, su órgano ejecutor y cabeza de la nación. Lo de los volantines es sólo una de las medidas de seguridad impuestas para hacer posible ese ejercicio de centralismo democrático; las calles están casi cerradas, patrulladas, colmadas de policías y de 1,4 millones de voluntarios del partido que ayudarán a mantener el orden. Es en esa atmósfera que posiblemente será elegido Xi Jinping como el líder que conduzca los destinos de China los próximos 10 años.

Nada de esto es novedoso para los chinos. Han sido gobernados de ese modo desde el establecimiento de sus primeros Estados de consideración, en la cuenca del río Amarillo, las llamadas dinastías Xia y Shang, hace alrededor de 3.500 años. Como otras sociedades organizadas alrededor de las necesidades de controlar un sistema fluvial masivo, lo que supone tanto un esfuerzo colectivo mayor como una dirección central, desde un comienzo China funcionó como una sociedad con pocos grados de libertad. Karl August Wittfogel estudió en detalle el proceso en su monumental obra Despotismo oriental: estudio comparativo del poder totalitario, publicada en 1957. En ella acuñó el concepto de “Estados hidráulicos”, marcados desde su origen por ese imperativo natural y social, con graves y duraderas consecuencias: autoridad indiscutida en el centro, grandes burocracias, poblaciones sometidas. Puso de ejemplos la sociedad de los faraones de Egipto y, por cierto, China.

Ensimismamiento y civilización

Lo que Wittfogel no incluyó en su estudio -no tenía por qué- es el resto de la historia china. Cualquiera haya sido el origen de su centralismo autoritario, primero gestionado por emperadores y su corte de mandarines, y hoy por secretarios generales del partido y una muchedumbre de burócratas y “representantes” del partido provenientes de poblados, ciudades y regiones, China desarrolló una civilización original, poderosa, innovadora y extraordinaria. Joseph Needham, un científico de Cambridge, quien dedicó casi toda su vida profesional a estudiar China, llegaría a descubrir, para su asombro y el de la comunidad lectora académica y lega, que en China se originaron, a menudo con siglos de anticipación, casi todas las invenciones de que Occidente se jacta: la imprenta, la pólvora y su uso militar, la brújula, la construcción de grandes embarcaciones oceánicas, innumerables aplicaciones tecnológicas e incluso el papel higiénico. Needham escudriñó y descubrió cientos de estas invenciones.

A otros estudiosos, en cambio, lo que los asombra es el hecho de que China se “pasmara” y esas invenciones casi nunca superaran la etapa inicial, su primera y embrionaria forma, el ABC del asunto. China pudo inventar el uso militar de cohetes proyectados con pólvora y con una carga explosiva de pólvora, pero no desarrolló la ciencia de la balística, la manufactura de cañones más eficaces, el paso de los cargados por la boca a los de retrocarga, el paso de la munición pasiva a los proyectiles explosivos, de la pólvora a la nitroglicerina, la dinamita y el trotil, como tampoco pasó de la brújula al compás, de las embarcaciones a vela de gran tamaño a los vapores, etc., etc. China, ensimismada, desinteresada del mundo exterior, preocupada de mantener los equilibrios expresados, como ideal, en la filosofía de Confucio y otros, sin competencia interna, sin emulación, se estancó y terminó siendo presa fácil de los bárbaros de Occidente.

Otra China

La de ahora, la salida, a partir de 1910, de un siglo de luchas, revoluciones y dramas en escala gigantesca, es una China muy distinta. Primero, en esos años iniciales quiso occidentalizarse, aprender tecnología y ponerla a trabajar; ahora es ella la que está en ánimo de enseñarnos un par de lecciones. China ya no está ensimismada; China, como ocurrió en el siglo XV, no echará al mar una vasta y superior flota de alta mar para luego, al regreso, desguazarla; China ya no mira con desprecio lo de afuera ni se encierra sólo con lo de adentro. China es la fábrica del mundo, coloca sus fichas en una nación y continente tras otro, posee al menos el 15 por ciento de los bonos soberanos de EE.UU., ha desarrollado tecnología espacial, expande su Marina, vigoriza a pasos gigantescos sus fuerzas armadas, disputa territorios con vecinos, es la segunda nación más rica de la Tierra y, al paso que va, será la primera en unos cinco a 10 años, como máximo.

Peligros

Los peligros que hoy afronta China no son la llegada de cañoneras occidentales exigiendo a la fuerza derechos comerciales especiales, como sucedió a partir de la segunda mitad del siglo XIX hasta al menos la Primera Guerra Mundial; hoy el peligro es interno y ha sido descrito, tanto en este XVIII Congreso como en el anterior, como el imperio de la corrupción. Es lo que dijo en la sesión inaugural el Presidente Hu Jintao, quien calificó ese flagelo como un veneno que podía derribar al partido y a la nación. Razón tiene, porque en China todo es gigantesco, y lo es también ese pecado. Cuando llega el momento de enriquecerse, los jerarcas locales no trepidan en construir puentes que se caen, permitir comidas hechas de restos de cartón, vender leche para bebés confeccionada con aceites industriales y, si es preciso, llegar al crimen, como ocurrió recientemente con un dignatario local, quien pintaba para figura nacional y en el juicio ha escapado jabonado de la bala en la nuca. Hay también fricciones sociales porque sólo una parte de la población está disfrutando ese acelerado desarrollo y decenas de etnias no se sienten del todo a gusto bajo el dominio de Beijing; de a poco aparecen y se desarrollan protestas en fábricas y localidades, en la calle o en internet. La historia del paso de una dinastía a otra ha estado marcada precisamente por revueltas sociales de gran calado. 

En breve, China ya no es un misterio por encerrarse tras una cortina de bambú, sino por lo que pueda lograr ahora que la ha descorrido. Todo está por verse en los próximos 10 a 15 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS