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Lo que no se cambia por Antonio Martínez



Diario El Mercurio, Domingo 04 de Noviembre de 2012

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Universidad de Chile está en el ataúd, bajo tierra, y espera las últimas palabras: una, dos o tres, con un sonido tan parecido al de las últimas paladas.
Esto ocurrirá en Sao Paulo y en el Pacaembú, un estadio donde tiran challas y la cuesta es siempre hacia arriba.
Universidad Católica, en 1993, tuvo un equipo estelar y jugó la final de la Copa Libertadores con Sao Paulo. En su primera y única vez, hasta ahora.
La UC recibió challas y goles, fue 5 a 1 en el Morumbí.
Y así se escriben las cosas, mientras unos van, son otros los que vienen.
No pasa nada.
Por eso el lema del hotel de la historieta caló tan hondo: dos se van y tres llegan.
Más los que nacen que los que mueren.
Se pierde, se gana y con esos palillos se teje la historia.
Un equipo sólo es grande cuando lo que mira es el horizonte y no la miseria diaria de un campeonato, y menos el resultado de un par de partidos.
Lo cantores de la pequeñez son los jugadores y entrenadores de mente estrecha y boca grande, que jamás tendrán lo que piden: respeto. Futbolistas y técnicos pasajeros y discontinuados, que no merecen ni una sola ficha.
La vida profesional es la que pone la camiseta, el contrato y la oportunidad, porque todos los clubes tienen lo mismo: corazón, historia e hinchas.
Unos más que otros, pero esa es la cantidad.
En calidad son iguales: todos respiran y merecen vivir.
Adolfo Nef Sanhueza fue arquero de Universidad de Chile, después de Colo Colo y hasta estuvo un año en la UC.
A Nef lo empujaron en el estadio de Avellaneda. Fue en 1973 y en un córner, porque el histórico percance ocurrió en el primer palo e Independiente consiguió un empate a 1 en la final de la Libertadores, cuando Colo Colo mereció ganar lo que recién obtuvo casi 20 años después.
Pero a estas alturas, claro, son otras las cosas que importan.
Adolfo Nef no fue reelecto concejal por San Miguel: sacó 1.121 votos que no bastaron.
Habrá una nueva oportunidad, porque siempre las hay.
Ahora y por la Copa Sudamericana, Universidad Católica empató a 2 con el actual Independiente de Avellaneda y claro que pudo ganar, pero se firma lo que se trae de Buenos Aires, y ahí está la llave: abierta.
La de Universidad de Chile, en cambio, casi cerrada.
Todo esto pasará y vendrán tiempos mejores y peores.
Lo pequeño e insignificante se irá con el verano que viene, el jugador que parte, el entrenador que se va o con las próximas lluvias.
Lo que permanece es lo que importa. Lo que ya no se cambia.
Por ejemplo: Salvador Allende era de Everton.

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