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El sicodélico (y gracioso) Barnabas de Johnny Depp



Por Ana Josefa Silva V.
De un humor negro agudo e inteligente —de pincelazos y pequeños guiños; no obvio ni de gags, ¡eso jamás!—, que incluso llega a la carcajada, es “SOMBRAS TENEBROSAS”, la última aventura que emprenden juntos Johnny Depp y Tim Burton. Una tónica que domina al menos la primera hora de metraje, luego de lo cual el guión se sumerge en la intriga, con fuerte acento en el estupendo trabajo de la dirección de arte, y en resolver la trama expuesta.
Inspirada en la ya mítica serie de fines de los 60 (con numerosas retransmisiones), la introducción muestra cómo la familia Collins, con un Barnabas niño, parte de Liverpool, en 1752, hacia la Columbia británica. Allá se hacen ricos, fundan Collinsport y cuando Barnabas (Depp) es un joven galán ya está construida la mansión: Collinwood Manor. El se ha enamorado de la etérea Josette, pero vive una fogosa relación con la bellísima hija de la criada, Angelique, quien, bruja ella en toda la línea, al verse despechada, activa las peores maldiciones, que terminan con Barnabas convertido en vampiro y enterrado “vivo”…
Barnabas saldrá de su tumba en pleno 1972…
La opción por el humor —además de resultar deliciosamente efectivo— es lo más razonable para un sub-género que ya ha sido pasado y repasado, que ha experimentado las cruzas más excéntricas, hasta llegar al romanticismo pop-adolescente de “Crepúsculo”. Una de vampiros ya no puede plantarse de manera impoluta soñándose con asustar a alguien, como si nada hubiese pasado en la pantalla desde que se transmitía la serie en la TV sesentera. Esa música, esos rincones oscuros y esos seres que nos parecían espeluznantes, hoy, a la luz de kilómetros de pantalla con tanto vampiro, violencia y gore —separados o mezclados— nos resultarían intensamente naif.
 Aun así, Burton no se olvida que tiene entre manos una historia de ultratumba y es capaz de armar secuencias que erizan los pelos… Por lo demás, lo que está omnipresente en medio de este barroquismo y del humor es esa cierta melancolía que se desprende de estos personajes que son, al final de cuentas, seres marginales, desadaptados, que nunca serán “normales” en este mundo en que les ha tocado nacer.
Porque cuando Barnabas regresa, se encuentra con que en la ahora ruinosa mansión, a cargo de un mayordomo en permanente y completo estado de intemperancia, subsisten algunos descendientes de la familia Collins: Elizabeth (Michelle Pfeiffer), la decidida matriarca; su hermano viudo, Roger (Jonnhy Lee Miller), un patán en toda la línea; Carolyn (Chloë Grace Moretz, “Hugo”), la insoportable hija adolescente de Elizabeth, que idolatra a Alice Cooper, es fan de Janis Joplin y tiene ¡un troll! en su pieza; y David (Gully McGrath), el hijo de 10 años de Roger, que ve fantasmas a toda hora.
Para hacerse cargo del niño, luego de la estampida de varias institutrices, llega desde Nueva York la dulce, joven y adorable Victoria Winters (Bella Heathcote). Considerando lo disfuncionales de los habitantes de Collinwood, vive con ellos la siquiatra dra. Julia Hoffman (Helena Bonham-Carter), que cada mañana se sienta a la mesa del desayuno con una “caña” de aquéllas. Los Collins mal viven de lo que queda de un negocio en completa decadencia, desde que Angie (Eva Green) los ha sacado del mercado con su propia empresa. La estilosa y espléndida rubia no es otra que la bruja de Angelique…
 El contraste entre los nice y livianos ’70 —con Los Carpenters actuando en la TV, las bolas con espejitos de las discotheques y los pantalones pata de elefante— y todo ese diseño de colores, peinados escarmenados y sicodelia contrasta cómica y hasta patéticamente con la pomposidad y el lenguaje relamido con que llega Barnabas a retomar su sitial.
Este es un vampiro que circula de día por las calles a lo Michael Jackson, de guantes y anteojos oscuros, aunque sigue las otras “reglas” vampirescas: el sol y la plata lo queman, tiene un féretro de cama y se alimenta de sangre humana. A pesar de todo, Jonnhy Depp entrega un Barnabas más contenido que el resto de sus personajes, con lo mejor de su inolvidable Jack Sparrow.
Dos datos para la trivia: a la fiesta en la mansión acude el elenco original de la serie, encabezado por el recordado Jonathan Frid (fallecido este año); Angie rubia se ve ¡igual! a Cecilia Bolocco.
Véala. Está un poco larga y le sobran algunas escenas, pero no se arrepentirá.

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