Los primeros minutos de “EL AÑO DEL TIGRE” están preocupados en mostrar el carácter apesadumbrado y violento de Manuel (Luis Dubó), un reo que ha sabido cómo sobrevivir en una pequeña cárcel del sur de Chile. Valiéndose de una cámara inquieta y realista, Sebastián Lelio (“La sagrada familia”) nos muestra el funcionamiento cotidiano de este recinto penitenciario que se proyecta como una versión del mundo, con sus jerarquías de poder y un aparente caos que en verdad es un tipo distinto de orden. Hasta que llega el terremoto del 2010 y la cárcel se desmorona. Manuel y otros presos aprovechan la situación para escapar y “desaparecer del mapa”.
Desde entonces, Lelio no despega su vista de este hombre que vuelve a casa…sólo para descubrir que ya no queda nada, ni nadie. Sigue avanzando —desprotegido, vulnerable— por paisajes desolados, destruídos, lidiando con una realidad que, cómo descubrirá a golpes, es más hostil que la carcelaria.
“El año del tigre” se filmó sobre las ruinas reales del terremoto, poco tiempo después de la catástrofe. Esto lo convierte en cine de guerrilla, urgente, dotado de una sensibilidad documental que contrasta, por ejemplo, con la artificialidad de “0334”, la primera película que se hizo sobre el gran sismo. Este tratamiento le da frescura a un filme que usa los vestigios de la tragedia como escenario natural y que se advierte como una exploración de parte del equipo responsable.
Si se aleja de la típica oferta de catástrofe (pauteada por el oportunismo), es también porque Lelio no quiere hablar del terremoto sino que abordar cómo éste es capaz de alterar el orden social y remecer la fe.
Porque esta película es, en el fondo, una crónica de desamparo existencial, musicalizada por “Voy de camino a tierra de Canaán”, canción que alude a la tierra a la que Moisés nunca pudo entrar. El viaje de Manuel es igual de fallido pero sin un Dios protector.
“El año del tigre” extiende las inquietudes planteadas por Lelio en sus apuestas anteriores. Pero es, indudablemente, su película más “experimental” y libre hasta la fecha; un viaje perturbador, despojado de artificios y de esos golpes bajos de sensacionalismo que se han instalado en las pantallas a raíz del terremoto.
“EL AÑO DEL TIGRE”
Reparto: Luis Dubó, Sergio Hernández.
Dirección: Sebastián Lelio.
Chile, 2011.
Duración: 82 minutos.
MAYORES DE 14 AÑOS.
Desde entonces, Lelio no despega su vista de este hombre que vuelve a casa…sólo para descubrir que ya no queda nada, ni nadie. Sigue avanzando —desprotegido, vulnerable— por paisajes desolados, destruídos, lidiando con una realidad que, cómo descubrirá a golpes, es más hostil que la carcelaria.
“El año del tigre” se filmó sobre las ruinas reales del terremoto, poco tiempo después de la catástrofe. Esto lo convierte en cine de guerrilla, urgente, dotado de una sensibilidad documental que contrasta, por ejemplo, con la artificialidad de “0334”, la primera película que se hizo sobre el gran sismo. Este tratamiento le da frescura a un filme que usa los vestigios de la tragedia como escenario natural y que se advierte como una exploración de parte del equipo responsable.
Si se aleja de la típica oferta de catástrofe (pauteada por el oportunismo), es también porque Lelio no quiere hablar del terremoto sino que abordar cómo éste es capaz de alterar el orden social y remecer la fe.
Porque esta película es, en el fondo, una crónica de desamparo existencial, musicalizada por “Voy de camino a tierra de Canaán”, canción que alude a la tierra a la que Moisés nunca pudo entrar. El viaje de Manuel es igual de fallido pero sin un Dios protector.
“El año del tigre” extiende las inquietudes planteadas por Lelio en sus apuestas anteriores. Pero es, indudablemente, su película más “experimental” y libre hasta la fecha; un viaje perturbador, despojado de artificios y de esos golpes bajos de sensacionalismo que se han instalado en las pantallas a raíz del terremoto.
“EL AÑO DEL TIGRE”
Reparto: Luis Dubó, Sergio Hernández.
Dirección: Sebastián Lelio.
Chile, 2011.
Duración: 82 minutos.
MAYORES DE 14 AÑOS.
BUENA
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