Fernando Zegers
Profesor surf
por Sergio Paz
Diario El Mercurio,
Revista del Domingo,
4 de marzo de 2007
Fernando Zegers dice que el mar lo llama. Y él le responde. A los 13
años aprendió a surfear, luego fue campeón nacional, más tarde viajó a
Indonesia y Australia, y recorrió Chile en una van. Ahora tiene una
academia: Wave Park, una particular escuela móvil en la que enseña a
niños a surfear. Y a viajar.
......
En Vitacura, a la altura del cinco mil, Fernando Zegers tiene una
pequeña oficina-tienda repleta de cajas, bolsas con stickers, rumas de
revistas y, cómo no, trajes de surf y tablas por doquier. Es ahí donde
Fernando coordina, organiza y produce una vida consagrada al mar y a
las olas: su gran pasión.
A los 13 años, Fernando Zegers aprendió a surfear en Concón. Luego
siguió y siguió tanto que se convirtió en "pro", en experto, en capo
de capos, llegando incluso a ganar cuatro campeonatos nacionales. Más
tarde se dedicó a viajar, incluido un largo periplo por Chile, en una
van que fue seguida por un pequeño camión, más un acoplado con dos
motos de agua. ¿Por qué? Porque junto a otros surfistas, todos
miembros de una particular "selección nacional", habían decidido
auscultar la costa chilena en busca de las olas más clásicas, pero
también las más desconocidas y peligrosas.
De ese viaje no sólo llegó bronceado, flaco y con cara de lata de
atún. Fernando había cambiado. Y, por lo pronto, había decidido crear
una escuela para niños móvil (Wave Park), con base en la costa de
Maitencillo-Cachagua, la cual ya va en su tercera edición. Y con tanto
éxito que más del 90 por ciento de los chicos logra correr una ola en
apenas un día.
A sabiendas de que nunca podría ser un surfista profesional, Zegers se
terminó reinventando para vivir del surf. Primero fue la escuela.
Luego se lanzó a fabricar trajes de surf, marca Stocked, en la misma
industria china donde hacen los trajes de célebres marcas como
Quicksilver y Billabong. Y ahí está: peleando, remando, buscando el
equilibrio, dispuesto a ganar y a pagar. Qué hacer. A él siempre lo
termina llamando el mar. Y, por muchas olas que habrá capeado,
Fernando no es sordo.
- Viajaste por Chile en una van y el premier destino fue Arica. ¿Qué tal?
- Arica es increíble. Es realmente la ciudad de la eterna primavera.
Tiene un clima exquisito y, aparte, puedes comer rico y barato.
Especialmente en el Mercado Central donde siempre encuentras
sorpresas. En cuanto al surf, Arica se ha convertido en una parada
obligatoria y lo cierto es que cada vez que voy me gusta más. De hecho
soy de los que piensan que Arica es mil veces mejor que Iquique. Ahí
están las olas más grandes y los mejores tubos. ¿Imperdibles? La ola
el Gringo, frente a la Isla del Alacrán. Y un poco al lado y más
adentro el Buey; una ola muy grande y perfecta que puede llegar a
medir ocho metros.
- ¿Es en Arica donde está esa mítica ola? ¿Cómo se llama? ¿La Bestia?
- Está en Iquique y en verdad se llama el Cacho o el Toro. La Bestia
es el nombre que le dieron los de la revista Marejada, cosa que nunca
les ha gustado a los iquiqueños. Se trata, en todo caso, de una ola
que sólo sale cuando el mar está realmente grande. Básicamente durante
la fuertes marejadas de invierno. Claro que el mar es impredecible y
la Bestia puede salir dos, tres, siete veces al año. O ninguna. Esa
ola sale frente al hotel Terrado, en la punta sur de la península, y
se trata de la ola más grande que se pueda surfear en Chile. La Bestia
mide unos ocho metros, pero a diferencia de otras olas parecidas ésta
es mucho más agresiva.
- Si tú no sabes de playas, nadie. ¿Alguna recomendación en el norte?
- Me gusta mucho Portofino que está a unos 20 kilómetros al sur de
Chañaral. Claro que ahí sólo te puedes quedar en carpa porque no hay
nada. Todo es bien rústico. Portofino está a uno o dos kilómetros de
la carretera, es una playa muy linda y justo al lado está otra playa
que se llama Villa Alegre, donde hay unas casas de veraneo normalmente
deshabitadas. Sin embargo hay buen clima todo el año. Y ahí lo mejor
es el surf y el buceo.
- ¿Algo más en el norte?
- Para mi gusto lo más bonito es desde Bahía Inglesa a Huasco. Ahí hay
un camino que bordea la costa y está lleno de playas por descubrir. En
verdad lo único que hay son playas. Y gente que recolecta cochayuyo
mientras vive en pequeños rucos. Es gente muy ermitaña, muy mística,
que vive en una costa preciosa. Una zona repleta de playas de
conchitas y agua transparente color turquesa. Más encima el clima es
bacán todo el año. ¿Pero qué recomendar? Entre Bahía Salado y
Pajonales hay unas playas muy buenas para hacer surf. Más al sur está
Carrizal Bajo, un puerto abandonado que tiene un museo interesante. Y
luego playa Blanca que la tiene tomada Conaf, por lo que todo está
mucho más organizado.
- ¿Y en el sur?
- Lo clásico: Puertecillo, Pichilemu, Constitución, Aunque
Constitución está cada vez más contaminado. Claro que ahí se inicia un
camino costero que se llama la Ruta de Los Libertadores. Te vas por
Chanco y llegas a Curanipe. Y de ahí a Cobquecura donde hay millones
de playas, muy lindas, una al lado de la otra, que son espectaculares.
- Entiendo que en Cobquecura hay cada vez más surf.
- Es que esa es la zona donde hay más olas. Al norte, por ejemplo,
está un lugar llamado Buchupureo y, por todas partes, millones de
otras playas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre. En los
últimos años se ha dado a conocer mucho el surf allá y, por lo mismo,
ahora hay turismo todo el año. Y está lleno de cabañas, pensiones y
campings donde se puede acampar. Son cincuenta y dos kilómetros de
costa, con lindas y salvajes playas como Tregualemu, Rinconada y
Pullay.
- No sólo has surfeado en Chile. También en lejanos lugares como Indonesia.
- Indonesia es el paraíso del surfista porque allá las olas son
perfectas. Fui con varios amigos, vía Buenos Aires y Sudáfrica, y el
primer destino fue Bali; el lugar más occidentalizado de Indonesia.
Una isla repleta de turistas en la que todos hablan inglés por lo que
es súper fácil moverse. Aunque al final cansa porque todos tratan de
venderte algo y siempre hay que negociar.
- ¿Y después de Bali?
- Primero fuimos a Java, a un resort que se llama G-Land; un pequeño
lodge rústico, con rica comida, frente a una ola buenísima. Después de
eso partimos a Sumatra, que es la isla más grande de Indonesia. El
objetivo era llegar a Padang, puerto en el que nos embarcamos en una
chalupa tipo chilota que nos llevó mar adentro durante horas hasta que
llegamos a Mentawai: lo máximo para surfear en el mundo. Las olas son
definitivamente perfectas.
- ¿Chao Hawai?
- Mentawai es un archipiélago en el Índico. Y nosotros fuimos a un
lugar llamado Wave Park, que es como un parque de diversiones de olas.
Te quedas en un lodge, con acomodaciones muy rústicas, y cada mañana
hay dos lanchas para llevarte a una u otra dependiendo de las
condiciones. Y lo bueno es que la más distante no está a más de diez
minutos. Y, aparte, se trata de una isla con arena blanca y palmeras.
Cuesta entre ochenta y cien dólares diarios, con comida y transporte.
El único problema es que hay malaria, así es que hay que cuidarse.
- ¿Y dónde más has ido a surfear?
- En Australia estuve como dos meses y medio. Y creo que de todos los
países que he conocido es el más bacán, el más bonito. Me encantó la
calidad de vida en Australia. Antes del trabajo la gente surfea, luego
se van a la oficina y después nuevamente están en el mar.
- ¿Qué conociste de Australia?
- Llegué a Sydney y partí a Newcastle. La región occidental es la zona
más salvaje de Australia: la típica de El Cazador de Cocodrilos, con
arenas rojas, ballenas, canguros y animales raros. Primero fuimos a
Pearl y desde ahí fuimos al norte. Finalmente viajamos a Margaret
River, en el sur, donde está lleno de pueblos chicos y playas
lindísimas. El clima es parecido al de Chile pero más templado. La
gran diferencia es que, por todas partes, ves a gente de todas las
edades surfeando.
- Imagino que todos estos viajes fueron cambiando tu modo de entender
el surf. Y, como habías trabajado en algunas escuelas, el modo en que
podías enseñarlo.
- Con estos viajes me di cuenta de que lo que había que hacer era ir
en busca de las olas. Eso porque las olas cambian y no siempre están
tan buenas en el mismo lugar. Las olas tienen temporadas y, si quieres
tener las mejores, debes seguirlas. Esa es la base con la que creé
Wave Park; la escuela donde ahora enseñamos a los niños a surfear y
que toma el nombre de ese lugar que mencioné en Indonesia. A ellos, en
una van, los pasamos a buscar. Y, dependiendo de cómo está el mar y el
viento, los llevamos a un lugar u otro. Ésa es la gran forma de
aprender. Viajando me di cuenta de que el surf es siempre un viaje,
una búsqueda. La búsqueda de la mejor ola, del mejor lugar.
Sergio Paz.
CLASE DEL 70 SGC
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La búsqueda de la mejor ola, del mejor lugar...
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