¿En qué país estamos?por Antonio Martínez

Diario El Mercurio, Domingo 22 de Julio de 2012

Esto ocurrió en las noticias y durante un funeral.

Eran imágenes de tumulto, rabia y llanto.

Hombres y jóvenes encaramados, abigarrados y subidos a un camión. Un racimo humano de lágrimas para llegar al cementerio y acompañar al compañero de ruta, fanatismo y recuerdos.

Iban centenares.

Jóvenes desocupados, hombres ociosos y la mayoría pobres.

Iban varios miles, porque cuando no hay nada que hacer y así pasan los días, meses y quizás los años, un funeral es un compromiso, significa algo y tiene sentido.

Es una fecha para recordar.

El día que lo mataron y el que lo enterramos y vamos con la arenga, el cántico y el grito que sale del estómago, sube por el esófago, se revuelve en la garganta y después estalla.

Una caravana de lamento y quejas. Esas huestes con fanáticos de luto. Esa tropa de dolientes, avanzan a pie y decenas sobre una camioneta o camión desvencijado.

Gente que vive hacinada en sus pequeñas casas y también ahora, para el desfile negro y fúnebre, entre congoja, bandera y humo.

Cuánta angustia. Mezclada con rechinar de dientes, alaridos de dolor, raptos de histeria y balbuceos de impotencia. Legiones que braman por justicia. Gente triste más triste todavía. Personas a las que les cuesta creer en algo, porque les han prometido mucho, durante décadas, y les han cumplido poco y nada. A sus padres y a los padres de sus padres, ahora a ellos, y luego a los hijos de sus hijos: cómo no estar furiosos y desesperados.

Y ahora esto: un muerto en la vía sucia y pública.

Cuando hay tan pocas cosas -educación, bienes, perspectivas, alternativas- y por eso la frustración y rabia, cómo no abrazar una enseña y una bandera, que al menos se puede alcanzar y eso sería todo: creemos, nos da identidad, lo compartimos y podemos dar la vida, como el amigo que dio la suya.

Esas imágenes del funeral y el cortejo.

En calles contaminadas por el polvo, la violencia y la miseria.

Esos lugares que se ven por la televisión y dan miedo.

Con camiones reventados de pasajeros y ciudadanos rodeados por lienzos y envueltos en arengas que estremecen el suelo.

Un desfile de desgarro y pobreza, más desesperación e injusticia, por el hombre que fue muerto caminando por la calle.

Esta es la descripción, sin duda subjetiva y con gusto a pena, de cómo fueron los hechos.

A continuación viene la pregunta: ¿En qué país estamos?

Es de concurso, por si quiere ser millonario:

a) Siria

b) Libia.

c) Egipto.

d) Chile.