Creo que Daniel Hillis
contó una vez que,
tiempo después de que había
muerto Feynman, soñó con él.
En el sueño estuvieron
largo rato conversando,
hasta que en un momento Hillis
se detiene y le dice a Feynman:
«Pero si tú estás muerto,
¿cómo puede ser que estemos conversando?»
«Mejor, así no nos interrumpen», respondió Feynman.
Nunca mejor dicho: genio y figura hasta (más allá de) la sepultura...
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