Mi primer año con FátimaSueños y una despedida
por Claudia AldanaDiario El Mercurio, Revista Ya, Martes 03 de Julio de 2012
http://blogs.elmercurio.com/ya/2012/07/03/suenos-y-una-despedida.asp
Anoche me acosté muy tarde, porque salimos a pololear con mi marido. Las niñas se quedaron con la Inés, y como nunca, estaban acostadas muy temprano. Así que hoy, a las siete de la mañana, evidentemente están muy despiertas. Fátima grita desde su cuna y escucho ruidos de golpes en maderas, así que me la imagino poniéndose de pie. La Lules está abrazada conmigo y duerme profundo. Los gritos de la Fátima me tienen en ese extraño estado de dormir despierta. Y de pronto la veo que entra en el dormitorio, caminando, diciendo teteteé, tan erguida, tan apurada. Tan soñada.
Nos vamos las tres a mi cama y pienso en cómo ha cambiado mi vida en este año como mamá de una niña diferente. Cuando recién me convertí en mamá de mi primera hija, daba por descontado todo. Su salud, su capacidad de comunicarse. Todo era algo lógico, ganado por el sólo hecho de nacer. Con la Fátima, celebro poder aprender a apreciar cada avance. Ayer revisaba fotos de este último año, y las lágrimas se me caían. Son lágrimas de orgullo. Veo a la Fátima recién nacida, con sus ojitos cerrados, durmiendo plácida, y recuerdo mis miedos. Recuerdo cómo trataron de bajarme las expectativas sobre su vida. Que sería todo tan difícil. Y es cierto, nada se le ha regalado, pero mi hija, como todos los niños diferentes, trae una capacidad para pelear contra la adversidad que nunca deja de sorprenderme.
La Fátima me ha enseñado tanto, en tan poco tiempo. Me ha enseñado humildad para enfrentarme a lo que desconozco y me supera. He aprendido a dejar que la vida fluya sin tratar de controlarla. Aunque a veces no la entendamos, la vida, como dice una gran amiga, se lee al revés. Las cosas pasan siempre por algo, y después de un tiempo, todo encaja y hace sentido. La Fátima, en su primer año de vida, me ha demostrado que esforzarse por las cosas las hace más sabrosas.
He compartido este viaje con ustedes, y les agradezco. Sus comentarios vía mail, Twitter, en el blog, o incluso cuando me han detenido en un supermercado para saludarme, decirme lindas palabras o darle un beso a mis hijas. Me siento una privilegiada, no sólo por mi marido y mis hijas, sino también porque ustedes me acompañan. Muchas mamás pasan por la experiencia de enfrentarse a algo así, solas. Y si pudieran ellas sentir el apoyo que ustedes me entregan, sin duda para ellas sería más fácil. Ha sido un año agitado, extraño, pero hermoso. Impagable. Irrepetible. Y por supuesto que agradezco haber podido vivirlo.
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