Don Carlos por Joe Black

Diario El Mercurio, domingo 15 de julio de 2012

En 2007, yo me había dado cuenta de que Carlos Larraín tenía la pasta para convertirse en uno de los animadores clave de nuestra actividad política.  

 

Permítanme alardear un poco. Puedo decir con orgullo que yo "descubrí" a Carlos Larraín, mucho antes que varios de los que hoy se llenan la boca opinando sobre él.

En una columna del año 2007, me quejé amargamente de lo fome que estaba la política nacional. Hice un paneo de lo que ocurría en la Concertación, liderada entonces por Soledad Alvear, José Antonio Gómez, Sergio Bitar y Camilo Escalona. La fatiga los agobiaba. Parecían vivir "de las rentas", tras 17 años en el poder.

Y esto dije sobre lo que ocurría en la vereda del frente, RN y la UDI:

"En la Alianza las cosas no andan mucho mejor. Si no fuera por Carlos Larraín, que nos deleita dos o tres veces a la semana con esas frases campechanas suyas que yo colecciono (después de que me las traduce mi tío Telésforo, allá en Rinconada de Los Andes), no habría nada. (Porque el presidente de la UDI) Hernán Larraín produce la misma euforia que sentarse a ver una puesta de sol con Eduardo Frei un martes de julio".

Como ven, ya en aquella época yo me había dado cuenta de que Carlos Larraín tenía la pasta para convertirse en uno de los animadores clave de nuestra actividad política (y en cinco años he recolectado 186 frases para el bronce salidas de su boca).

Hoy, de hecho, su influencia ha logrado traspasar las fronteras de la derecha y se ha transformado en un referente para la Concertación.

El lunes, después de que abandonara repentinamente La Moneda en medio de un ataque de ira por lo que consideró una "emboscada" de Palacio (que lo sentó en la misma mesa de su principal crítico dentro del partido), yo comencé a notar que gente de la Concertación lo comenzó a mirar con otros ojos.

- "Igual es ingenioso el humor de don Carlos", me comentó un ex subsecretario pepedé.

- "Compartimos plenamente la aspiración planteada por Carlos Larraín de subir a 200 mil pesos el salario mínimo. Nos parece una buena propuesta", dijeron varios concertacionistas durante la semana.

Es obvio que a la oposición le encanta que el presidente de RN mantenga una relación áspera con el Gobierno. Lo llenan de halagos y añuñucos por eso, y como digo, ya empiezan a mirarlo con simpatía. En esto también puede influir la situación de orfandad en la que se encuentra la Concertación. Su "madre" natural se fue a Nueva York y casi ni llama, ni escribe, y cuando viene a Chile, lo hace en secreto y no se junta con nadie. Su figura paternal, que debiera ser Ricardo Lagos, también actúa como un padre ausente y extremadamente severo.

Me temo que todo esto puede derivar en algo completamente bizarro. Si siguen así las cosas, don Carlos va a seguir construyendo apego con algunos sectores concertacionistas y los efectos pueden ser impredecibles.

Espero que ninguno se crea demasiado el cuento.

Porque quizás no esté bien que Carlos Larraín sea tan nítidamente de derecha. Pero mucho peor sería que se transformara en alguien puramente de izquierda.

Es que uno, a veces, cuando no se siente querido, termina buscando el afecto en los sitios más insospechados.

Incluso, en la ribera del frente.