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A propósito de una entrevista...‏



Entrevista a Warnken I
Diario El Mercurio, Lunes 23 de Julio de 2012 



Señor Director:
Quiero comentar las declaraciones de Cristián Warnken en la revista Sábado. No soy economista, no estudié en Chicago ni en Harvard, y sí conozco Coyhaique, de modo que creo poder opinar objetivamente sobre sus apreciaciones.
Conozco a varios economistas y a otros similares con estudios en Chicago o en Harvard, que trabajan arduamente para el sistema. Se estresan día a día y se empeñan en hacer desarrollarse al país y en fortalecer su sistema económico y social. Algunos de ellos, es verdad, también conocen Coyhaique, de modo que no responden perfectamente al estereotipo, pero es que ¡es muy difícil llenar bien los estereotipos con personas reales!
Algunos de ellos también conocen La Pintana, Conchalí o La Vicky (como llaman a La Victoria sus habitantes). Yo también. Ahí he visto que vivir en forma tranquila y fuera del sistema es bien difícil. Las dificultades del día a día no permiten a los chilenos de esos sectores ni siquiera plantearse la disyuntiva de un "año sabático pobre" ni de retirarse del sistema. Más bien muchos de ellos están empeñados, con ayuda, en algunos casos de las autoridades, como por ejemplo, la Municipalidad de La Pintana a través de sus escuelas, en dar oportunidades a sus hijos para que surjan y puedan tener un futuro con acceso a una mejor calidad de vida. Veo también a muchos de esos economistas con posgrados dedicados al mismo empeño.
El desarrollo es la llave maestra, cuando va acompañado de políticas sociales eficaces, para impulsar a los más desposeídos hacia una vida mejor. Creo que los que trabajan tratando de que el país se desarrolle no merecen ser descalificados. Tampoco quienes se apartan del sistema y pueden hacerlo, para pensar, centrarse en temas espirituales, o reflexionar en busca de mayores alturas para la humanidad. Las sociedades necesitan todo tipo de personas. Necesitan economistas y servidores públicos; necesitan empresarios, empleados y trabajadores; necesitan sacerdotes y filósofos; necesitan también pensadores y poetas, y por supuesto, también personas que tomen caminos diferentes y los propongan mansamente a quienes puedan interesarse por otros estilos de vida. Pero todos ellos son necesarios y benéficos para la sociedad. Los únicos que son descalificables y maléficos para la sociedad son, seguramente, los delincuentes. Salen caros y dañan a los demás sin aportar a cambio nada positivo.
A muchos nos gusta que exista Cristián Warnken. Especialmente los que fuimos hippies o alguna vez escribimos algunos cuentos mediocres, soñando con ser escritores. Pero me encanta también que existan los otros modelos sociales, como los empresarios, los ejecutivos, los trabajadores y los economistas, que se empeñan y a veces sacrifican sus vidas personales (no aconsejo excederse en este aspecto) por contribuir a crear oportunidades para los más desposeídos a través de un sistema vilipendiado, pero que es lo más efectivo que ha logrado crear el ser humano.
Gerardo Jofré

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