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es muy tonto lo que estoy diciendo?


por Esteban Abarzúa
Diario Las Últimas Noticias, jueves 7 de junio de 2012

El escritor argentino 
Alejando Dolina, el Negro,
describió magistralmente 
la teoría de la destrucción
en el fútbol a través de su metáfora 
sobre la cancha de Piraña, 
en su libro "Crónica del ángel gris".

Ahí, en un lugar preciso,
acecha el demonio:

"A veces los jugadores
pisan el sector infernal,
adquieren habilidades secretas,
convierten muchos goles,
triunfan en Italia,
se entregan al lujo y se destruyen.

Otras veces los jugadores
pisan al revés y se entorpecen,
juegan mal, son excluidos del equipo,
abandonan el deporte,
se entregan al vicio y se destruyen.

Hay quienes no pisan jamás
el coto del diablo 
y prosiguen oscuramente sus vidas,
padecen desengaños, pierden la fe
y se destruyen.

Conviene no jugar en la cancha de Piraña".

Las tentaciones, si uno quiere
usar esa mirada del puritanismo victoriano,
se alimentan por igual del éxito
y de su ausencia, lo cual también
sirve para hacernos una idea
de lo que se esconde
tras la exposición de los defectos
de los triunfadores:
el efecto nivelador de la envidia,
la curiosidad voyerista insaciable
y el chismorreo inútil del ocioso de turno.

Por ese camino, el de la histeria
y los artificios resultadistas
que inevitablemente se acomodarán
al marcador del próximo partido,
no se llega a ninguna parte.

La vieja teleserie del fútbol chileno,
la de los barinazos, dublinazos,
cucutazos, urracazos,
entre otros pastelazos
está por encima, o si se quiere,
por debajo, de la victoria pasada
ante Bolivia y del desafío
que viene frente a Venezuela.

La historia de la Selección
ya se escribió antes con vino
y con piscolas, y ahora 
se está escribiendo con cubalibres,
desde Cuacuá Hormazábal 
al Mago Valdivia, 
a través de ellos 
y a pesar de ellos:
el jugador de fútbol adecuado
para un equipo deja de serlo
hasta que llega a jugar 
en estado no adecuado,
si hemos de respetar 
el canon argumental
de Claudio Borghi
en esta pasada.

Sin embargo, últimamente
se habla sin distinción
de fiestas e indisciplina,
como si fueran sinónimos,
por culpa de un terror reverencial
al fracaso y la derrota
que volvió al universo de Pinto Durán
tras la partida de Marcelo Bielsa.

¿Acaso hay que dar un ejemplo,
ofrecer una imagen o incluso una apariencia?

El caso más claro es el de Gary Medel:
algún día, en forma natural,
dejará de ser llamado a la Selección,
mucho antes o mucho después
de lo que se supone que puede durar,
ya sea porque seguirá el camino empedrado
o porque se volverá cojo de tanto evitarlo.

Son cosas que no se pueden saber
y que en realidad debiera darnos
lo mismo saberlas.

Eso sí: un entrenador
en estado adecuado
podría alargar la vida útil de Medel
o, elija usted, ayudarlo a que
llegue lejos durante 
su breve paso por esta cancha.

¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?

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