Cuarteto de Cámara Peuquiana‏

Salgo a media mañana al patio
y me asomo a contemplar
-ya cercana la estación invernal-
los Andes majestuosos
bajo un sol esplendente.
Los pensamientos vuelan lejos
contemplando el ventisquero La Paloma.
Estaba en eso cuando en la misma
línea de visión, cuatro respetables
Peucos, la familia completa,
se posan en sucesión
sobre las ramas de un Aromo cercano
y allí, a contraluz se quedan instalados
mirando hacia el poniente
y descansando un rato,
antes de reanudar sus patrullajes
o ascender por una térmica
hasta casi perderse de vista.
Nuestro Peuco se da
en una gran variedad de ambientes
entre el Norte Chico y el norte de Aysén.
Generalmente ocupa zonas áridas, semiáridas,
montes con abundante vegetación,
campos agrícolas e incluso
el interior de las ciudades.
Ha sido muy perseguido
y ha sufrido la pérdida de hábitat
por deforestación, pero se ha adaptado
en parte a la ciudad, así como
puedo testimoniar con la presencia
de este cuarteto frente al barrio San Damián.
Es una presencia, casi cotidiana
la de esta rapaz de tamaño medio,
de alas anchas y de plumaje
que incluye el café negruzco,
el rufo y el color crema en su colorido,
además de las patas amarillas.
Lo he visto sobrevolar la Alameda,
frente a la Casa Central
de la Universidad de Chile,
precedido por una bandada
de palomas huyendo en todas direcciones.
También he escuchado historias
similares ocurridas en Valparaíso.
El Peuco suele estar al acecho
y lo he detectado acechando
entre matorrales, a la espera
de una potencial víctima distraída.
También lo he visto remontar
el vuelo con un gazapo entre sus garras
y, más de una vez alguna tórtola
o un zorzal ha quedado
'estampado' en un cerco
intentando escapar tras la súbita aparición
de un ejemplar de Parabuteo unicinctus.
Es habitualmente silencioso y solitario,
a excepción, como en el caso de hoy,
en que se encuentra reunido en familia.
Es frecuente escuchar
los llamados de los juveniles
que son muy apegados a sus progenitores
en la primera etapa de sus vidas.
Entiendo que ejecuta despliegues aéreos
en período reproductivo, pero en ningún
caso de forma tan ostentosa y frecuente
como las escaramuzas que uno
observa en sus hermanos menores,
los Tiuques que son algo catetes
y hostigosos con los Peucos.
El apelativo de 'Filósofo de la Pirca'
que le colgó un poeta al Milvago chimango
se presta más al Peuco que al Tiuque
que es, en general, más inquieto.