Mientras escucho la preciosa versión de James Taylor *
de esa maravilla compuesta por John Lennon: «In My Life»
(que formaba parte del álbum Rubber Soul de los Beatles,
que escuché por primera vez cuando tenía unos 13 o 14 años),
veo el hermoso relieve del cordón del Manquehue
tempranamente iluminado por la apacible mañana
adquiriendo una serena y acogedora belleza.
La letra me hace pensar
en tantas personas que hemos conocido,
tan increíbles, tan queribles.
Sin duda me estoy poniendo viejo.
Cada vez me conmueve más,
contemplar sus vidas,
los detalles de la personalidad
de cada uno, una expresión
de eternidad y unicidad
en medio de la permanente fragilidad
en la que todos nos movemos,
sostenidos sólo por la Providencia
precisamente para aprender
a confiar y a agradecer.
A la mayoría los veo cada vez menos
y sin embargo están cada vez más presentes:
ellos viven en uno de una manera
que uno no sería ni se entendería a uno mismo
(si es que esto último es posible) sin ellas y ellos.
A todos me gustaría cobijarlos y confortarlos
como yo me siento cobijado y confortado
al contemplar estos relieves montañosos
bañados de luz e irradiando
una serena y conmovedora hermosura...
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