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De país rico por lotería geográfica a desarrollado por know how‏


  • César Hidalgo, director del laboratorio 

de conexiones Macro del Media Lab del MIT
Chile tiene que exportar su know how de hacer agricultura
por Carolina Gómez H. de B.
Diario El Mercurio, Revista del Campo, lunes 5 de noviembre de 2012


El Ph.D, considerado una de las 50 personas 
que cambiarán el mundo por la revista Wired
plantea que Chile más que agregar valor a sus productos 
tiene que vender su conocimiento.   
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  "Chile tiene muchas cosas positivas. 

Primero fue premiado con una lotería geográfica 
que nos ha permitido tener un nivel de ingresos 
que es mucho mayor que el que nuestro aporte 
al conocimiento mundial nos podría permitir; 
en ese sentido, hemos tenido la oportunidad de tener 
más recursos pecuniarios que los que merecemos, 
según el aporte que hacemos, 
sólo porque nos ganamos una lotería. 

Eso puede ayudar a tener un cierto tipo de ventaja 
frente a otros países que no la tienen. 

Pero no te va a transformar en un país desarrollado, 
te puede transformar en un país rico, lo que es distinto", 
dice César Hidalgo, quien como director del laboratorio 
de Conexiones Macro del Media Lab del MIT 
está en el selecto grupo de individuos 
que se dedican a "imaginar el futuro".

¿Qué quiere decir con esto el físico chileno 
de la Universidad Católica, de poco más de 30 años, 
que en enero de este año fue incluido 
por la edición inglesa de la revista 
de ciencia, cultura y tecnología Wired 
en su "Listado Inteligente: 
las 50 personas que cambiarán el mundo"; 
que ha sido nota del New York Times; 
y que tiene a su cargo un "Late", 
o programa de horario nocturno, 
de ciencia, en internet (Cambridgenights.com) 
para el cual entrevista a lumbreras del mundo entero? 

Se refiere a que para poder entender el desarrollo 
-como disociado de la mera riqueza- 
es importante considerar el componente humano 
que caracteriza nuestro mundo. 

La diferencia que hay entre distintos productos 
y entre los países que crean más prosperidad 
está explicada en gran medida por la capacidad 
que tienen los distintos grupos de personas de los países 
de "cristalizar su imaginación" o de concretar ideas. 

"Esta noción de imaginación cristalizada 
es muy central para mí, 
es la forma como veo el mundo" 
comenta Hidalgo, desde el MIT, 
un par de días antes de aterrizar en Santiago 
a donde vino a reunirse con distintas autoridades 
y a participar en el seminario Seminario 
"Desafíos: innovación y emprendimiento", 
organizado por la Secretaría de Agricultura 
de la Región Metropolitana.

Y aplica este pensamiento 
a las actividades humanas económicas. 

Para él, el comercio internacional 
puede conceptualizarse 
como el intercambio de imaginación, 
cristalizando los países su conocimiento 
en los productos y servicios que generan. 

Esta conceptualización permite entender 
la estructura productiva de los países 
y, a la vez, sostener que el tipo de productos 
que exporta un país provoca patrones 
de desarrollo futuro que son predecibles. 

En el caso de Chile, 
un país con abundantes recursos naturales, 
el desafío estaría en lograr desarrollo 
a pesar del engañoso crecimiento 
que estos recursos naturales generan. 

Así, su descripción y análisis 
de la base exportadora de Chile 
ofrecen un punto de vista no ortodoxo 
y al borde de lo poético: 

"Las principales exportaciones de Chile 
son piedras del desierto, 
algo que es de todos modos positivo, 
pero no hay mayor intercambio de imaginación ahí". 

La manzana del campo y la de Steve Jobs 

Que Chile comercialice 
principalmente piedras del desierto 
y que Estados Unidos y Alemania 
exporten más bien maquinaria 
supone caracterizar los productos 
y servicios del mundo en función 
de la cantidad de conocimiento que traen. 

Así, los países difieren en su habilidad 
de incorporar conocimiento en sus productos y servicios. 

Para explicar esto y acercar el tema al agro, 
César Hidalgo explica su concepto 
comparando manzanas... con manzanas. 

"Por un lado tenemos las manzanas 
que uno compra en el supermercado 
-¡las que metieron a Adán y Eva en problemas!-, 
y por el otro, están las manzanas como 
la del celular de Apple, 
que usamos para comunicarnos con otra gente". 

La diferencia entre las que crecen 
en la VI Región de Chile 
y las que se fabrican en Silicon Valley 
radica en que "las que crecen en los árboles 
son productos que existieron en el mundo primero, 
y en la cabeza de las personas después. 

Existen manzanas desde antes 
que tuviéramos palabras para las manzanas, 
antes que tuviéramos un precio para las manzanas 
o un mercado para ellas", aclara. 

Ciertamente, el desarrollo de la tecnología 
en el agro ha incidido mucho 
en cómo han cambiado las manzanas 
que vienen de la tierra: 
se han hecho más grandes, 
de un calibre más regular, 
son más resistentes a las pestes, 
tienen mejores sabores, 
crecen en nuevas áreas, 
entre muchas otras características 
que el físico reconoce casi tan bien 
como lo haría un exportador frutícola. 

Pero recalca que a pesar de todas 
las mejoras que ha involucrado su cultivo, 
siguen siendo la misma fruta original. 

"Una manzana no deja de ser tal, 
independiente del hombre. 

Sí es cierto que es muy compleja, 
incluso más que la de Silicon Valley, 
pues tiene una maquinaria molecular espectacular 
para que pueda crecer. 

La manzana de Silicon Valley, en tanto, 
existió primero en la cabeza de un hombre 
y luego en el mundo. 

Esa manzana es un "cristal de imaginación", explica.

Detrás del desarrollo de esta teoría 
hay un equipo completo de científicos
y cientos de horas hombre de desarrollo 
y mediciones hechas de forma empírica. 

Se usaron las glosas de exportación universales 
de 1.000 productos, que se aplicaron a 200 países 
a lo largo de 50 años y que se tradujo 
en una visualización gráfica de los datos 
y una aplicación denominada 
el "Atlas de la Complejidad Económica". 

A partir de ella el mundo se traduce en países 
que son importadores netos de conocimiento 
-como Chile- y otros que son exportadores. 

"Cuando Chile importa un auto, 
está importando imaginación, es decir, 
hubo alguien que imaginó el motor del auto, 
su electrónica, su diseño, el tipo de textil 
que se iba a usar, antes de que fuera producido", 
dice César Hidalgo. 

Y dado que Chile tiene productos 
con cierto valor de intercambio, 
como el cobre, la celulosa, el vino, 
los salmones, puede acceder a estos productos 
que conllevan mayor conocimiento. 

Chips y cobre no están conectados 

Entonces, ¿habrá que pensar en agregar valor 
a nuestras exportaciones o directamente 
en reemplazar lo que se tiene? 

Hidalgo piensa que no necesariamente. 

Su propuesta va más por pegarse un salto 
y ampliar lo que ya se hace hacia otros horizontes. 

"Está muy bien que Chile tenga 
el agro, minería, pesca, el sector forestal. 

Pero hay sectores que nos hacen falta 
y para entrar en ellos no es necesario 
dejar aquellos en los que ya estamos. 

Hay que expandirse. 

Los países se desarrollan 
al "saltar" de los productos 
que hacen a otros productos 
que les quedan cerca. 

Chile saltó de un tipo 
de producción de fruta al de otra, 
y así sucesivamente. 

Pero esto tiene un límite. 
Ese espacio se copa. 

Lo que tiene que hacer luego Chile 
es reproducir en otros lados 
lo que sabe hacer: por ejemplo, 
exportando servicios de administración agrícola". 

Va aún más allá: piensa que es un error 
tratar de agregar valor a la materia prima, 
ya que éstas y los productos procesados 
no están conectados. 

"Es más fácil adaptar las materias primas 
al conocimiento que al revés. 

Así, Corea fabrica baterías 
a partir de litio que compra a Chile, 
no porque había que agregar valor al litio 
sino porque éste podía servir 
para las baterías que desarrolló. 

No tiene nada que ver con el valor del litio per se. 

Los países que elaboran 
productos de mayor conocimiento 
no se limitan a las materias primas 
que tienen disponibles por su geografía, 
porque existe un comercio internacional 
mucho más fluido para todas las materias 
que para el conocimiento productivo". 

Es decir, el camino de Chile 
no pasa por convertir el cobre en cables, 
porque los conocimientos de la minería del cobre 
están más cerca de la de otros metales 
que los de la manufactura de procesadores ("chips"). 

Por ello plantea que las cadenas de valor 
no son lo que deben determinar las coproducciones. 

Plantea que en el caso del agro chileno, 
el salto cualitativo ocurrirá en la medida 
en que se continúe pensando innovadoramente 
y, más allá de vender frutas y vinos, exporte know how

"Ciertamente es más o menos limitada 
la cantidad de know how que uno puede meter 
en una manzana que crece en un árbol, 
comparado con el de la manzana que creció en Silicon Valley. 

Pero sí se puede pensar en un futuro 
en que exportan su conocimiento 
por medio de la exportación de servicios 
a países que no tienen un agro 
tan desarrollado como el de Chile", resume el científico. 

No se trata sólo de servicios 
asociados al agro, de investigación genética.

"Hay países que no tienen un sector agrícola 
tan desarrollado como el de Chile. 
El agro chileno podría expandirse 
a otros territorios, yendo a desarrollar 
los terrenos y las exportaciones, 
pues ya tienen el conocimiento: 
por ejemplo, sabe las condiciones legales 
que se necesitan para exportar productos 
a la Unión Europea y a Estados Unidos, 
tiene claros los requisitos fitosanitarios 
que hay que cumplir, cómo manejar, 
administrar y hacer crecer ese tipo de cosecha, etc. 

Este conocimiento 
no existe en todas partes del mundo 
y Chile sí lo tiene. 

La pregunta es: 
¿será Chile capaz de desarrollar 
acuicultura en otras latitudes? 

Hay cuerpos de agua en muchos países 
en vías de desarrollo que 
no lo han explotado comercialmente 
de la manera en que Chile lo ha hecho". 

Desde esa perspectiva las oportunidades son múltiples. 

Si hay enólogos chilenos a cargo de viñas afuera, 
¿por qué no pensar en la exportación de servicios de otros rubros?

Fomentar la inmigración de científicos a Chile

César Hidalgo considera que Chile 
tiene que hacer una apuesta estratégica 
para desarrollar disciplina y conocimientos, 
con actividades de investigación y desarrollo 
planteadas no sólo desde el sector privado 
como ciencia aplicada a las estructuras productivas, 
sino también desde las universidades. 

"El desarrollo de conocimiento 
supone creatividad, 
la cual a su vez requiere de libertad. 

En Chile falta un entendimiento colectivo 
acerca de la importancia de la ciencia 
y de cuál es el marco que ésta requiere 
para ser desarrollada. 

Chile requiere invertir más en I+D, 
a lo menos alcanzar el promedio de la OCDE, 
pero estamos lejos. 

La ciencia no es entendida 
como un componente integral 
y recurrente de la sociedad, 
no es una forma de pensar el mundo 
que hoy en día se utilice mayormente". 

Es difícil. 

Chile está en el fin del mundo 
y es una isla encerrada entre cordillera y mar. 

Por eso hay que distinguir 
entre lo que es desarrollar la ciencia chilena 
y desarrollar a los científicos chilenos, que no es lo mismo. 

Una forma de hacer lo primero 
es fomentar la inmigración, dice Hidalgo. 

"Debería haber políticas que ayuden 
a aumentar la diversidad de la sociedad. 

Es muy positivo: 
llegan personas con distintas ideas, 
con distintas percepciones del mundo, 
distintos conocimientos, destrezas". 

Cree que se puede hacer replicando a
lgunos programas como el del Star Up
con un foco distinto. 

"El programa de emprendimiento 
Start Up Chile ha conseguido atraer gente. 

Ha sido un éxito del Gobierno 
tanto en atraer personas desde distintas partes 
como en demostrar la importancia de la innovación. 

Podría haber un programa similar 
no basado en start ups de tecnología 
sino que en el desarrollo de ciencia. 

No creo que el desarrollo de la ciencia en Chile 
sea el del desarrollo de científicos 
que nacieron en Chile solamente. 

Se puede atraer a buenos estudiantes de todo el mundo. 

En Estados Unidos el desarrollo de la ciencia es así. 

La mitad de los profesores del MIT es internacional".

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