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Tribuna Marihuana y psiquiatría



Francisco Bustamante V.
Psiquiatra
Universidad de los Andes
Diario El Mercurio, Jueves 06 de Septiembre de 2012 
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/09/06/marihuana-y-psiquiatria.asp


El consumo de marihuana se ha incrementado durante los últimos años en nuestro país, lo cual ha generado un intenso debate público acerca de su despenalización. Sin embargo, escasamente se han mencionado los efectos de la marihuana sobre la salud psicológica de la persona, que, a nuestro modo de ver, dada la gravedad de éstos, deberían impedir el fomento de su consumo.
En primer lugar, existen numerosos estudios que demuestran que la marihuana provoca un daño cognitivo evidente, particularmente sobre la capacidad de toma de decisiones (Grant, 2012). En adolescentes escolares chilenos, una investigación demostró que el consumo actual de marihuana provoca una clara disminución del rendimiento, además de notorios cambios a nivel cerebral, particularmente una disminución de la irrigación sanguínea a ciertas áreas del cerebro (Dörr, 2009).
Este daño intelectual aumenta el riesgo de presentar otras conductas asociadas, como disminución del rendimiento académico, conflictividad, ausentismo y, por último, deserción escolar.
Otro aspecto importante es la asociación entre uso de marihuana y desarrollo de esquizofrenia. Si bien para esta última enfermedad todavía no se conocen completamente los factores que desencadenan su aparición, se ha postulado que hasta el 25% del total de personas que desarrollan esquizofrenia en un año, podrían deberse al consumo de cannabis (Hickman, 2007).
Una asociación similar se ha realizado para el trastorno bipolar: el consumo de marihuana conlleva un mayor riesgo de presentar un trastorno afectivo bipolar (Henquet, 2007). Es conveniente recordar que la esquizofrenia y el trastorno afectivo bipolar requieren de un tratamiento costoso y constante en el tiempo, con un significativo deterioro en la calidad de vida del paciente, además del estigma social secundario.
Otra asociación, pero de consecuencias aún más graves, es con respecto de la conducta suicida. Un estudio noruego demostró que tras un plazo de 13 años fumando marihuana una vez al mes por lo menos, existe un mayor riesgo de presentar ideación suicida y suicidio (Pedersen, 2008).
Respecto del consumo de cannabis y la escalada a otras drogas, Lynskeyel (2003) estudió a una cohorte de gemelos en la cual solamente uno de ellos consumía marihuana. Como resultado, el gemelo consumidor presentó un riesgo de hasta casi cuatro veces de consumir otra droga, y hasta seis veces de ser dependiente del alcohol.
Si bien es cierto que la marihuana por sí sola no garantiza la continuación hacia otras drogas, sus factores ambientales asociados sí sugieren una escalada hacia cocaína y heroína.
Además, de todos los efectos antes mencionados hay que agregar la dependencia de su consumo, la cual es de aproximadamente un 7% (Stinson, 2006). Esto quiere decir que el 7% de la población no podrá vivir sin dejar de consumir la sustancia.
Podríamos agregar muchos efectos más, como trastornos ansiosos, consumo patológico asociado a alcohol y conductas antisociales entre otros, pero hemos querido destacar los más relevantes a nuestro juicio.
Todas estas consecuencias, además de deteriorar en forma significativa la calidad de vida de los consumidores de marihuana, tienen un alto impacto a nivel social, no solamente a través de la disminución de la productividad de las personas, sino que requiriendo además una alta inversión en tratamiento de salud mental, y, muchas veces, con no buen pronóstico.
Podemos concluir que el consumo de marihuana conlleva un mayor riesgo de desarrollar enfermedades psiquiátricas tales como esquizofrenia, trastorno bipolar y suicidio entre otras, afectando en forma importante la calidad de vida de los consumidores, sus familiares y, en último término, de la sociedad.

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