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Meses de autocontrol y ansiedad



por Héctor Soto


Publicado en La Tercera 08 de septiembre del 2012El pánico que se hace sentir en los dos ejes de la Concertación ante el desenlace de las próximas elecciones municipales simplemente no existe en la centroderecha. Incluso, hay quienes dicen que el eje de Escalona, el pacto PS-DC, no resistiría ni un minuto en caso de quedar en minoría frente al subpacto electoral PPD-PRSD y PC. Si en la Alianza las cosas son distintas, no necesariamente es porque todo esté bajo control. Nadie lo puede tener en una elección a la que están entrando más de cuatro millones de nuevos ciudadanos. Lo que ocurre es que acá los problemas son otros. Son de impaciencia.


Impaciencia -de los presidenciables, de los partidos- por estar en el gobierno y querer entrar de una vez por todas a la arena electoral. Impaciencia -del gobierno- por dar vuelta cuanto antes la página de la reforma tributaria y entrar a la brevedad  a otros temas, dado que  va quedando menos tiempo para gobernar. E impaciencia también porque al otro lado pasa poco, no obstante que las filas de la coalición opositora están más desordenadas que nunca y que el nombre de Michelle Bachelet sigue tan incontaminado como siempre. Una mínima racionalidad en las dinámicas de la política lleva a la centroderecha a confiar que en algún momento estos dos factores hagan fricción. Si el liderazgo de la ex presidenta fuera tan efectivo y potente como lo pintan no habría tanto desorden en las filas de la oposición. Y no hay duda de que si hubiera más proyecto y disciplina en el sector, Bachelet tendría el triunfo asegurado y la próxima elección presidencial se convertiría en un mero trámite.


Pero no lo va a ser. El gobierno y la Alianza pueden confiar en que todavía estamos lejos de eso. A pesar de la rotunda ventaja de Bachelet en las encuestas, el desenlace sigue abierto. Pero, ojo, que estamos entrando a momentos muy delicados y de grandes definiciones. Ya no queda mucho espacio para más errores. Hay también poco margen de acción para improvisaciones. La Moneda tiene que entender que ya no puede darse el lujo de correr los riesgos que corrió con una iniciativa como la reforma tributaria, que nunca fue realmente consultada con los aliados ni tampoco bien testeada con la oposición. El episodio pudo haber terminado muy mal. No fue así. El gobierno se salvó, por ahora. Pero no es como para cantar victoria. Lo que hay que hacer ahora es aprender las lecciones de la experiencia de gobierno a partir de marzo del 2010 y actuar con una mezcla de audacia y cautela en lo que resta del mandato, con prioridades claras y sin sobregirarse. Para decirlo en corto, hay que hacer política. Eso sí que de gran nivel.


Los meses próximos van a poner a prueba sobre todo el control de la ansiedad. Ahora sí que se va a necesitar carácter. La ansiedad es un estado anímico muy corrosivo, porque lleva a pensar que lo único que importa son las encuestas, lo único que rinde es el activismo y lo único que la gente no perdona son las convicciones duras.  Profundo error. Es exactamente al revés. Mejor es resistir el chaparrón de la impopularidad sin cambiar el rumbo, mejor es concentrarse en poco, pero que valga la pena, y mejor es decir no a la primera que andar disfrazando lo que se piensa para              caerle simpático a medio mundo.


Tan importante como en el gobierno, el autocontrol también va a ser básico en los partidos de la Alianza, sobre todo en sus directivas. Vienen decisiones comprometedoras. Habrá que empezar a pensar en las plantillas parlamentarias: ¿Qué ministros y por dónde se pegarán ese salto? Habrá que determinar si se hacen o no primarias. Vaya que habrá que tener razones poderosas para no hacerlas. Y habrá que establecer una instancia de reparación para restañar las heridas que el proceso de selección del candidato vaya dejando. Hasta aquí esta variable no se ha manejado en forma satisfactoria. Cuidado, porque los partidos están jugando con fuego. Si las cosas siguen así, en  seis u ocho meses más la derecha va a terminar donde ha terminado siempre                        -canibalizándose- y entregándole gratis a la oposición estupendos argumentos para sacarla del gobierno.


La centroderecha tendrá en los próximos meses la gran oportunidad de marcar una diferencia. Frente al disparatado cuadro de ingobernabilidad, desconcierto y extravío que presentan los partidos de la oposición, su gran desafío es entregarle piso político al gobierno y mostrarse unida. Y dar un testimonio de responsabilidad con Chile.

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