La actualidad de la cuchara de palo
por Heidi Schmidlin
Diario El Mercurio, sábado 1 de septiembre de 2012
Es la que más la revuelve en la cocina. La que menos se nota. Mezcla de humildad y servicio es la todoterreno "cuchara de palo" que, para muchos invisible, se inserta "puertas adentro" en la casa chilena. Desde siempre. Para siempre. Un artefacto vernacular de herencia colonial, de los pocos que hicieron coincidir la cultura mapuche residente con la de los españoles que llegaba. Cada uno aportó el estilo de la suya, pero coincidieron en una funcionalidad que no se mantuvo en otras latitudes como Norteamérica y Europa del norte, pese a su influencia afrocaribeña, tercer origen de la clásica cuchara de madera. Las dueñas de casa mapuches tenían las witrü de roble o coigüe, toscas y firmes en la empuñadura, anchas en la boca; en cambio las españolas revolvían las ollas y el gallinero con su versión de caña tallada a la usanza árabe, con finas aplicaciones de metal, que de paso aportaban a su firmeza.
Impertérrita ante el posmodernismo que todo lo exige de silicona o plástico, la cuchara de palo es un regalo obligado en toda despedida de soltera. Lo primero que toda recién casada aporta al menaje de su cocina. El secreto de tanta popularidad es que no sólo la revuelve. Puesta de lado, este artilugio engancha como llavero de casa vestida de cáncamos, terminada en una cabeza de coqueto pañuelo con bucles al viento, para ser la cara sonriente de la pieza. Las más sobadas y gastadas sufren update de roles y pasan a ser batidoras de alfombras, que colgadas de la reja reciben los enérgicos "palos" que bajará las rabias y soltará el polvo, ambos acumulados. Son inmejorables con el delicado teflón y de un porte preciso para mover la tierra de los maceteros, golpear la carne o los cubos de hielo. También solidarizan sirviendo de guía a una planta desanimada. Su naturaleza servicial permite dar vuelta ropa teñida, pañales hervidos, mermelada de olla o fondo de campo. Una diversidad utilitaria que explica su carácter transversal y la inequívoca sobrevivencia que ni siquiera pide mejoras utilitarias en su diseño. De ahí el clamor del 80% de imbatibles cocineros y cocineras: "¿Qué haría uno sin una cuchara de palo?".
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