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Santa Rita abre sus puertas‏



 
La casona de Viña Santa Rita, proyectada por Teodoro Burchard en 1882 y su parque de 40 hectáreas diseñado por Guillermo Renner, se abren al público el último sábado de cada mes gracias a una alianza entre la viña y el GAM. Un panorama imperdible que reúne arquitectura, paisajismo y arte, y que transporta al visitante al estilo de vida del siglo XIX.   

Texto y producción, Beatriz Montero Ward Fotografías, Carla Pinilla G.  
Diario El Mercurio, VD sábado 14 de julio de 2012


En Alto Jahuel, a sólo 38 kilómetros al sur de la capital, se encuentra una de las construcciones más emblemáticas levantadas en Chile durante el siglo XIX: la casona de Viña Santa Rita. Fue Domingo Fernández Concha, un hombre ligado a la política, la banca y los negocios, quien a comienzos de la década de 1880 decidió destinar parte de las ricas tierras de su hacienda en el valle del Río Maipo a viñedos y dotar al campo de un palacete, tal como se estilaba en la época.
 El encargo se lo adjudicó al arquitecto alemán Teodoro Burchard, avecindado en Chile desde 1855, quien dio origen a una gran casa de estilo neoclásico e inspiración pompeyana, con gruesos muros de adobe, amplias galerías vidriadas, techo de tejas y mucha madera. Estuvo lista en 1882, justo dos años antes de que el paisajista francés oriundo de Alsacia Guillermo Renner iniciara los trabajos para formar alrededor de ella un parque de 40 hectáreas. De diseño refinado y con influencia francesa, inglesa e italiana, contempló árboles introducidos de distintas partes del Viejo Continente con el propósito de replicar el paisaje europeo, con la única excepción de una palma chilena.
Para ornamentar esta extensión con laguna y distintos sectores, se incorporó en la época una interesante colección de esculturas provenientes de la fundición francesa Val d'Osne. Entre ellas, una correspondiente a San Isidro Labrador, el santo de la agricultura.
Fue con motivo del matrimonio de la hija menor de Fernández Concha, María Luisa, con Vicente García Huidobro García Huidobro, marqués de Casa Real, que mandó a construir una capilla a un costado de la casona. También fue Burchard el autor de ese proyecto de estilo Neogótico, que fue decorado con vitrales y una serie de imágenes religiosas de yeso traídas desde Alemania. De los frescos interiores, en cambio, se encargó el pintor Alfredo Valenzuela Puelma, obras que tras el terremoto de 2010 fueron recuperadas por Marcela Castro e Isabel Rubilar. 
 En 1980 el empresario Ricardo Claro Valdés compró a puerta cerrada esta propiedad, entonces en manos de Jorge Fontaine Aldunate. Luego del fuerte sismo del 85, que produjo serios daños tanto en la casona como en la capilla, Claro dejó en manos de los arquitectos Jorge Swinburn y Álvaro Pedraza la recuperación de los inmuebles. Desde un comienzo su idea fue convertir el palacete en un hotel exclusivo o en una casa de huéspedes para albergar a las visitas y clientes de la viña. Es así como este lugar se convirtió en 1996 en el Hotel Casa Real, con 16 habitaciones dobles y una serie de salones y lugares de estar amoblados y ambientados a la usanza del siglo XIX, como la sala de billar cuya mesa y accesorios fueron traídos por Fernández Concha desde Inglaterra.
-La gran mayoría de los muebles de los recintos más importantes son originales de la casa. Pero don Ricardo Claro y la señora María Luisa Vial compraron muchas cosas en remates y en anticuarios, aquí y en el extranjero, para complementar lo existente -explica Jorge Heiremans, gerente de operaciones de Viña Santa Rita.
 Los cuadros, casi en su totalidad retratos de la familia Fernández Concha y García Huidobro Fernández, fueron restaurados por la especialista María Eugenia Van de Maele, con estudios en Bélgica, España y Francia. A ellos el matrimonio Claro Vial agregó, entre otros, una pintura de Pedro Subercaseaux que representa una viña y una del artista Arturo Gordon con el tema de la vendimia.
Ha sido la propia María Luisa Vial quien estuvo detrás de la elección de los papeles murales que se importaron de Inglaterra, de las telas para cortinajes y de la decoración en general. Lo mismo con el parque. Es ella la que se ocupa todas las semanas de dar las órdenes al grupo de jardineros que lo mantiene y de recorrerlo cuidadosamente para ver que todo esté perfecto.
Sin duda, se trata de una propiedad de enorme valor patrimonial, que incluye además bodegas, un restorán en lo que fuera la casa de Paula Jaraquemada y el Museo Andino con una colección de más de tres mil piezas del Chile precolombino posconquista, que a partir de este año el público puede conocer y disfrutar.
Y es que Viña Santa Rita y el GAM (Centro Gabriela Mistral) firmaron un acuerdo que permite a la comunidad visitar este recinto de manera gratuita y bajo la guía de expertos, el último sábado de cada mes hasta octubre. Para acceder a esta invitación que incluye traslado en bus desde el GAM, y cuyo cupo máximo es de 80 personas, hay que retirar las entradas en el mesón de informaciones de ese centro cultural (Avda. Libertador Bernardo O'Higgins 227) la misma semana en que se realizará el evento. Un panorama imperdible, que dura casi cuatro horas, y en el que se mezcla el arte, la arquitectura, el paisajismo y toda la magia de la actividad vitivinícola. En cada oportunidad, además, el GAM ofrece en la misma viña algún espectáculo. Por ejemplo, la visita del 28 de julio estará complementada con un recital poético dedicado a Pablo Neruda.

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