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La princesa y el sapo



Los comunistas entienden muy bien la política. Saben que para ejercerla con éxito hay que saber "tragar sapos".  

por Joe Black

Diario El Mercurio, domingo 22 de julio de 2012


Aunque el título de esta columna evoca el nombre de una fantástica película de Disney, siento decirles que el cuento no irá por ese lado. Porque voy a escribir sobre militantes comunistas... y a ellos no les gusta nada que tenga que ver con Disney.
Ocurre que Camila Vallejo, la princesa del PC, se ha comportado de manera extraña durante las últimas semanas. Ha dejado de ir a reuniones relevantes del partido, como una que se realizó el fin de semana pasado, en la que ella era una de las convocantes y a la que además asistiría el ala más de izquierda de la Concertación, como Girardi y sus amigos. También se ausentó de una comida en honor de un joven candidato a alcalde comunista, que había sido dirigente estudiantil junto a ella durante las movilizaciones del año pasado.
Camila esgrimió distintas excusas para ausentarse: que la atacó un rotavirus, que tenía que terminar su tesis de grado, que todavía estaba cansada de tanto marchar el año pasado, que tenía jaqueca, que tenía que hacer unas diligencias en el centro justo ese día, que la había llamado una madrina que tiene en provincia por un problema con una lavadora, que se le rompió la huincha de la chala, en fin. Inconvenientes fortuitos de última hora.
Todo esto provocó inquietud en algunos medios y levantó el rumor de que existiría un supuesto conflicto entre las Juventudes Comunistas y el Partido (adulto). Mientras los primeros querrían "cuidar" a la princesa, permitiéndole tener su espacio propio, resolver sus asuntos personales, no desgastarse y prepararse para las batallas decisivas, por su lado los vejetes querrían que Camila fuese el rostro del partido para todas las peleas y ponga su popularidad al servicio de la colectividad en una modalidad 24/7, muy al estilo piñerista.
La situación la dirimió rápidamente el presidente del PC. Sin levantar la voz, e incluso esbozando un sonrisita plácida, respondió algo así a los periodistas que le consultaron, preocupados, por esta situación: "Ella tiene obligaciones que cumplir en el partido, y las va a cumplir".
En efecto, a los pocos días se confirmó que la princesa comunicó que su tesis de grado estaba escrita y corregida, que se le pasaron los achaques, que hizo sus trámites, que atendió a su madrina y que reparó la huincha de la chala. A partir de esta semana, comenzará a participar en lanzamientos de candidaturas comunistas y volverá a aparecer profusamente en la prensa.
Lo que ocurre es que los comunistas entienden muy bien la política. Saben que para ejercerla con éxito hay que saber "tragar sapos". Es decir, guardarse los deseos y opiniones personales (o engullírselos) para ponerse en línea con lo que el partido determinó que era lo mejor.
Por lo tanto, la princesa se tuvo que tragar el sapo (¿ven que el cuento era harto más feo que el de Disney, donde el sapo era en verdad un príncipe guapo y se terminaban casando?).
Fin de la historia.
O casi. Porque, pensándolo bien, igual no le haría mal a la derecha aprender un poco de las bondades culinarias del anfibio del tipo bufónido. Hartos ejemplos hay de desastres políticos que han ocurrido en el sector por hacerles asco a los sapos. Así es la política.

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