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Juliette Binoche "Somos adictos a todo y cada vez más


 frágiles"
 
"Verme por las mañanas en el espejo es más fácil que contemplarme en una película", dice la actriz francesa. A sus 48 años, lleva tres décadas trabajando con los mejores directores de Europa y Estados Unidos. Ante el estreno europeo de la cinta "Ellas", habla de la felicidad, el amor y se pregunta hasta dónde podemos llegar en una sociedad en la que no existe comunicación.   

Por LUIS MARTÍNEZ / Berlín, diario el mundo. 
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 3 de julio de 2012

http://diario.elmercurio.com/2012/07/03/ya/_portada/noticias/481279CF-F8F8-4379-ADAA-49431FB867A5.htm?id={481279CF-F8F8-4379-ADAA-49431FB867A5}
Entre "Yo te saludo, María", de Jean-Luc Godard, y "Ellas", la película de Malgorzata Szumowska media una vida entera. Exactamente, la vida de Juliette Binoche (París, 1964). Desde que en 1985 se estrenara en eso del cine, por la vida de esta actriz risueña de 48 años han pasado algunos de los directores más importantes del siglo (de éste y del pasado): Krzysztof Kieslowski, Michael Haneke, Abbas Kiarostami, Léos Carax, David Cronenberg (con el que estrenará Cosmópolis)... Y, de repente, una directora polaca de la que no hay forma de ponerse de acuerdo en la manera correcta de pronunciar su nombre. "Me interesan los proyectos, no los nombres", dice para despejar dudas.
-¿Por qué una película como ésta con una directora tan poco conocida?
-Me gustan los riesgos, los desafíos... Tengo claro que una película te tiene que costar algo personalmente. De lo contrario, no es arte.
-Digamos, que, como dicen las actrices, le gusta explorar sus límites.
-Cualquier personaje es necesariamente más grande que tú mismo. Cualquier personaje es interesante. Siempre utilizas parte de ti para construirlo. Y, sin duda, en ese proceso aprendes cosas de ti mismo y te transformas incluso.
-Su personaje es una mujer que envejece en un mundo que no le gusta.
-Sí, todo a su alrededor es confusión. Pero eso es lo que me interesa de ella. Vivimos en una sociedad en la que después de ver en las noticias todo tipo de desastres y brutalidades, te levantas y dices al de al lado: "Bien, vamos al cine". ¿Cómo podemos vivir en un mundo como éste sin volvernos locos? de saber lo que otra persona necesita y lo que tú necesitas. Y esto probablemente sea el mayor desafío de la vida. De todas formas, creo que me estoy excediendo...
-¿Es posible amar sin pasión entonces?
-Eso es una buena pregunta. Generalmente acabamos por enamorarnos de gente que nos hace daño (se ríe). Imagino que no, que es imposible (vuelve a reírse).
-¿Es distinto trabajar con una directora?
-He trabajado con otras tres mujeres directoras. Muy pocas, teniendo en cuenta todas las películas que he hecho en 30 años de trabajo. Ésta es, sin embargo, la primera vez que observo algo parecido a un punto de vista autobiográfico, más íntimo. Y la responsabilidad es, sin duda, mayor. Digamos que mi papel en la película es, en parte, la de la directora y, por tanto, hay una conexión muy especial con ella.
-¿Cree que existe un punto de vista femenino?
-Sin duda, un hombre habría hecho, quizá, una película mucho más sucia (se ríe). Paul Verhoeven, por ejemplo (vuelve a reírse). En cualquier caso, no creo que la película sea feminista. Habla de la feminidad, pero no es feminista en el sentido tradicional del término tal y como se usaba en los años 60. Lo importante es que el hombre y la mujer en su fragilidad son iguales y, actualmente, están igual de perdidos. Ahora que lo pienso, sí tiene sentido hablar de feminismo.
-Después de tres décadas en el cine, ¿cómo se ve ahora?
 -Verme por las mañanas en el espejo es más fácil que contemplarme en una película. Pero me siento bien conmigo misma y con cómo la vida ha pasado por mí. Mi único empeño es que, al final de mi vida, pueda decir: "Sí, he elegido mi vida. Nadie lo ha hecho por mí", como si fuera algo que se pudiera elegir o no con la misma libertad con la que se escoge un trabajo. Y no es así. La sociedad es responsable al convertir a la mujer en un producto de consumo, en un producto de lujo como cualquier otro.
-A la mujer y a todo lo demás...
-Somos una sociedad de adicciones. Es muy difícil mantenerse inmune y equilibrada cuando todos los mensajes que recibes es que si no vistes de una determinada manera, si no tienes una joya, si no gastas en unos zapatos de una determinada marca... si no consumes, no eres nadie. Somos adictos a todo y cada vez más frágiles. Y el sexo también se ha convertido en parte de ese consumo.
-¿La felicidad también se consume?
-El problema es que nos empeñamos en creer que la felicidad es una suma de tener cosas. Tener la familia correcta, el trabajo correcto, el marido correcto, la televisión correcta, la cocina correcta, el auto correcto. No significa que tengas por fuerza la vida correcta. Muchas veces existe una suerte de contradicción en una vida así. Creemos tener todo, pero... ¿hasta dónde podemos llegar en una sociedad en la que no existe la comunicación? Ésa es la pregunta que importa y que demasiadas veces olvidamos. Se necesita valor para afrontar la verdadera comunicación, no simplemente el blablá. Necesitamos volver a desayunar juntos.
-En un momento determinado, uno de los personajes dice: "Ya no sé lo que es el amor". ¿Usted lo sabe?
-Bueno ¿a qué llamamos amor? Lo primero que haría sería distinguir entre la pasión y el amor. Muchas veces confundimos los dos términos. La pasión es algo que te hace sentir tan bien en un sentido sensorial, es algo tan presente que te puede hacer creer que es lo más importante. Amor, sin embargo, es fundamentalmente madurez, conocimiento de la otra persona... Cada vez hay menos gente dispuesta a amar. La pasión viene y va; el amor es siempre una decisión consciente.
-Pero esa contradicción está en todas partes, incluso en el cine que vende las mayores tragedias envueltas en glamour.
-Sí, es así. El glamour y, sobre todo, el sexo se utilizan para vender cualquier cosa. Todas las revistas o internet utilizan esa misma estrategia. La mayor parte de la publicidad se basa en el sexo.
-En la película da vida a una periodista de la revista Elle. ¿Lee este tipo de revistas?
-Me cuesta hacerlo.
-Usted aparece en muchas de ellas...
-No me lo recuerde (se ríe). Prefiero no hablar, no vaya a ser que tenga problemas (vuelve a reírse).
-¿Le preocupa que, en determinados momentos, la película pueda ser considerada soft-porn (la periodista que interpreta escribe un reportaje sobre prostitución)?
-No, en absoluto. La intención de la película en las escenas más comprometidas es precisamente denunciar la sociedad en la que vivimos, enfrentar al espectador a la situación incómoda que es su propia vida. Y, de este modo, que aprendan algo de sí mismos y de la sociedad en la que viven.
-Hay una escena en la película especialmente comprometida. Me refiero a la escena en la que se masturba.
-Soy una actriz. Me pagan para hacer cosas como ésta. Cuando digo sí a hacer una película, digo sí a la película en su conjunto. No soy tan mojigata de decir que sí a unas escenas y a otras no.
-La película Ellas plantea hasta qué punto la prositución se ha normalizado en nuestra sociedad.
-Sí, la cuestión es hasta qué punto se ha normalizado para que en determinadas ocasiones parezca incluso una decisión personal. "Bien, me prostituyo unos años, acabo mis estudios y luego sigo con mi vida normal", dicen algunas. Eso está ocurriendo en Europa y en Japón. Y películas como ésta cumplen una función de enseñar a la sociedad lo que está ocurriendo. La gente que está en esta situación necesita ser ayudada. El problema es que vivimos en una sociedad que ha convertido situaciones así en algo normal y estamos siendo educados para aceptar este tipo de cosas.
 Juliette en 3 visiones
La vejez: "La vida es cambio y la aceptación de la vida incluye la aceptación del cambio. Además, si lo analizas con detalle, te das cuenta de que ganas más que pierdes. Yo ahora mismo soy mucho más libre. Trabajo sólo en papeles que me gustan y eso lo puedo decir ahora por primera vez".
La imagen: "Mi trabajo consiste en mantener la distancia. Aunque sólo sea para no enfermar de mí misma. Por tus películas, por las entrevistas, por las comparecencias públicas, la gente tiende a hacerse una imagen de ti que, por fuerza, estoy obligada a defraudar".
Actuar: "Es como pintar un retrato. Siempre se empieza por los ojos. El secreto está en liberarse, en dejar que el personaje se construya dentro de ti hasta independizarse completamente. Digamos que es un proceso casi mágico y, sin duda, es lo que hace interesante este oficio".

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