'Valparaíso, ciudad del viento',
de Joaquín Edwards Bello
tiene una sección en la que hace
una reflexión acerca de la educación escolar.
La visión de Joaquín Edwards Bello
sobre la educación secundaria es amarga,
comentaba, en otra parte, el poeta Jorge Teillier.
El Liceo es la antítesis de la exploración,
de la navegación y de la invención.
No deja un resquicio al niño
para que imagine por su cuenta
ni escoja un oficio con alegría.
El autor de Valparaíso, ciudad del viento
recoge el relato de un curioso caso
contado por Jorge Stepton,
un alumno del Liceo de Valparaíso
un poco mayor que Edwards Bello,
establecimiento de enseñanza
en que ambos estudiaron y en donde
muy pronto se hicieron amigos.
Aquí va:
«…-Otro niño -decía Stepton-,
se volvió loco. Todos estos ramos
enrevesados que nos enseñan,
con terminachos estrafalarios,
se le subieron a la cabeza.
Este pobre muchacho salió del water,
cuando menos lo esperábamos, con tongo
y guarnición de ramas en el cuello.
Desafiaba a todo el mundo
al mismo tiempo que daba alaridos:
"Yo soy esporoguncio primero,
rey de los pistalambres
y de las culibranquias pentámeras;
de los petaloidópilos,
del androceo y del gineceo.
Vengo a declarar feroz guerra
a los hipotenusios y a los catetófilos,
de la Crestomancia de Lope,
para destruir a todas las cucurbitáceas
con ritmo yámbico y pedúnculo aristolóquico".
Después de gritar así se encaramó
en el tejado y se puso a llamar:
¡Hipoginia!, ¡Periginia!
Esposas mías, vengan a mí, ¡Hipoginia!
Esposas mías, vengan. ¡Periginia! Hipoginia!
Llamaron de prisa al Cuerpo de Bomberos
para sacarlo y llevárselo al nosocomio".
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