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Cambio cultural que no se puede imponer a través de leyes‏



Hijo de nana
por Paula Coddou
Diario El Mercurio, Lunes 16 de Julio
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Claudio es abogado. Su mamá fue nana; su papá, obrero. Sus abuelos eran analfabetos. Cuando chico soñó ser doctor, periodista, profesor. Sociólogo. Cura. Nunca obrero. Creció en Renca, en un departamento de 35 metros cuadrados junto a dos hermanos. En una Escuela Matte la enseñanza básica, y pensaba seguir la media en el Lastarria o el Liceo de Aplicación. La ex patrona de su mamá lo convenció de que trataran en el San Ignacio de Alonso Ovalle. Después de estudiar duro, quedó en uno de los cupos para familias que no tenían cómo pagar el total. Pagó el 15 por ciento de la mensualidad toda la media. Dio la PAA, quería entrar a Derecho a la U. de Chile, pero no le alcanzó. Postuló entonces a una universidad privada. Le ofrecieron media beca y la otra media beca se hizo con lo que pagaron algunos parientes de la ex jefa de su mamá.
En esa universidad se juntaba con los que sentía sus pares: "los Machuca del lugar", dice. Cada mañana en micro, desde Renca a su facultad. De un Chile a otro en menos de dos horas. Se recibió, trabajó en un estudio y ahora lo hace en forma independiente. Gana al menos ocho veces lo que ganaba su padre.
Hace muchos años que su mamá no es empleada, pero su lugar en la sociedad fue "hijo de nana". Ella le enseñó a no ser resentido, ni tampoco arribista. ¿Cómo logró hacer el camino desde dentro? Lo ayudó tener una familia bien constituida. Padres respetuosos el uno del otro, comprometidos en la educación de sus hijos. Una madre que los esperaba en la casa, algo que sirve mucho, dice, cuando la calle es mala escuela.
¿Y qué piensa sobre la discusión de las nanas? El trato y la "buena onda" le parecen antiguos. La mayoría preferiría que más que amistad patrona-empleada, les pagaran como trabajadoras calificadas. No entiende los bajos sueldos, para personas a quienes sus jefes les confían su bien más preciado: los hijos. Lo central es el reconocimiento a ese trabajo; el uso o no del delantal es algo secundario.
Pero también reconoce que fue la relación especial de su madre con quien fue su empleadora la que ayudó a que él llegara donde está. Que esas redes difícilmente las hubiera tenido para estudiar en instituciones privadas de buen nivel. De hecho, con sus compañeros de básica no tiene mayor contacto, la mayoría se fue a liceos comunes, y un par directo a trabajar. Fue el primero de su familia en la universidad. Un distinto entre iguales, con las herramientas para estar en los dos Chile sin problema. Nunca sintió que tenía techo por su origen social; sí por sus notas. Algunos pensaron entonces que alguien sin contactos por familia, apellido o colegio no debe estudiar Derecho. Y también ayudó su empuje personal. La decisión de que el entorno no determinaría su destino es, sin duda, el punto inicial. Luego, el compromiso de sus padres con su futuro, y esa conexión -esa media beca tan sui generis - que le permitió cumplir su sueño universitario.
¿Cómo construir más Claudios? Por lo menos, podemos intervenir como Estado en ese último paso: la conexión y las becas. Las redes y las alternativas deben estar ahí, disponibles para todos los que desarrollen sus talentos y tengan la voluntad de ser arquitectos de su propia vida.
Las otras tareas requieren un cambio cultural que es imposible imponer con leyes: el compromiso de los padres con la educación de sus hijos y terminar con el paternalismo hacia la pobreza. Los problemas de la pobreza y la discriminación son más profundos que una "beca" universitaria, pero es un primer paso.

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