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Anticipos de la dirección del viento



por Héctor Soto   Jul. 14 , 2012


EL gran valor de las encuestas radica en la capacidad que tienen, al menos las que están bien hechas, de identificar la dirección del viento. Por lo mismo, hay que cuidarse de interpretarlas demasiado literalmente, sobre todo cuando todavía falta mucho para la elección. A estas alturas, lo que los sondeos muestran son básicamente grandes tendencias. Apuntan al bulto y todavía tienen poca sintonía fina. Son clarificadoras, sí, pero en lo grueso. En todo lo demás es mejor tomarlas como borradores.

Hecha esa prevención, el nuevo estudio del Centro de Encuestas de La Tercera establece hechos y tendencias que son importantes.

Lo consabido

Tal como van las cosas, y ni un centímetro más allá de las verdades consabidas, los candidatos más probables son Michelle Bachelet, que sigue mostrándose incombustible al fuego adversario y amigo, y Laurence Golborne, que mantiene el liderazgo entre los candidatos de la Alianza, aunque ligeramente debilitado en relación con el mes de mayo pasado (cae dos puntos porcentuales en las preferencias por lista). En cualquier caso, y no obstante que la diferencia todavía es enorme (42% contra 15%), Golborne sigue siendo el candidato más competitivo del oficialismo para enfrentar a Bachelet.


La centroderecha

La segunda opción entre los precandidatos de la Alianza sigue perteneciendo a Andrés Allamand, aunque cae del 27% de mayo al 23% de julio. Curiosamente, también baja Golborne (del 46% al 40%). El único que sube es Pablo Longueira (de 18% a 23%). De cara a una primaria abierta del sector, a Golborne le va bien en mujeres, en el C3 y el D, y entre la gente de centro. Incluso, su nombre califica bien entre el electorado de izquierda. Los puntos fuertes de Allamand, en cambio, están en el voto masculino, la gente mayor, el C1 y C2, y el electorado de derecha. Los desempeños de Longueira en varios de estos rubros califican menos.

La novedad del año

La novedad que ofrecerá la próxima elección, por ahora, se llama Franco Parisi. Lo más probable es que va a ser él quien ocupe el nicho de la “novedad” y del “voto alternativo” que en la última elección capitalizó Marco Enríquez-Ominami. La encuesta muestra al economista trepando del 6% al 10% y todavía le queda bastante por desplegar, atendido que, hasta ahora, su gran tribuna han sido algunos programas de televisión. Hay que imaginar lo que podría ser su desempeño en una campaña. Esto sin duda que es sorprendente, pero se inserta en lo que ya constituye una pequeña tradición dentro de la escena política chilena: hay un contingente electoral, mayor o menor, y más bien independiente del grado de polarización del espectro, que no se siente representado por las grandes coaliciones. El 89, semejante caudal se volcó a Francisco Javier Errázuriz; el 93 se dividió entre José Piñera, Max-Neef y el cura Pizarro; el 99 se debilitó mucho con Gladys Marín, y el 2005 repuntó con el magnetismo de ME-O y el sopor de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Todo indica que el discurso popular o populista de Parisi, centrado en los costos del crédito, en el abuso de las empresas sobre los consumidores y en las trampas de la economía doméstica, está llegando muy oportunamente al Chile post La Polar. Todavía es difícil establecer a qué sector su eventual candidatura perjudicaría más. Sus planteamientos podrían capturar votos opositores. Pero su procedencia también distraería al electorado de centroderecha.

¿Sólo se vive una vez?

No obstante lo anterior, la posición de Marco Enríquez-Ominami sigue siendo expectable entre los candidatos opositores. Aunque cae dos puntos con relación a mayo, el 8% con que lo muestra la encuesta lo ubica bajo Bachelet e inmediatamente después de Parisi. No cabe duda que si Marco Enríquez-Ominami vuelve a competir le va a costar mucho, muchísimo, repetir el notable desempeño que tuvo hace tres años. Aunque ahora su campaña estaría quizás mejor articulada que entonces, puesto que ya tiene un partido detrás suyo, el tiempo ha hecho su trabajo en términos de desgaste y el efecto sorpresa ya no es el mismo.


Microcandidaturas

Pasa poco, muy poco, con el resto de los precandidatos concertacionistas. El discurso de ninguno de ellos ha penetrado de verdad en la opinión pública. Bachelet es un árbol demasiado grande y proyecta mucha sombra en el sector. Andrés Velasco incrementa bastante su rating, es cierto, pero después de acusar de malas prácticas al senador Girardi, sólo sube del 3% al 4%. Su caso es interesante porque es el second best de la Concertación y, en principio, quedaría bien posicionado si Bachelet finalmente rechaza competir. Sin embargo, cuesta encontrar un personaje más resistido que él entre el voto concertacionista más duro. 

Con los demás nombres, los números se achican todavía más. Quedan donde mismo Orrego y Lagos Weber, que hace unos días declinó postularse y no tiene un mal desempeño enfrentado a los precandidatos de la Alianza. Los dos marcan 1%. Por su parte, Ximena Rincón y Tomás Jocelyn-Holt simplemente no marcan.

Continuidades y rupturas

La encuesta muestra muchas más continuidades que rupturas respecto de las anteriores. Pero en un escenario de inscripción automática y voto voluntario, que está incorporando al sufragio no menos de cuatro millones de electores, cualquier cosa podría pasar. La puerta está abierta. Esta percepción es la que abre el apetito tanto de los precipitados como de los rifleros. Lo que está en juego es si el electorado se va a comportar como siempre o muy distinto que hasta la fecha. Hagan sus apuestas, señores.

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