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Todos los cometas del universo García Márquez: llegan sus cuentos completos‏




Todos los cometas del universo García Márquez: llegan sus cuentos completos

El sello Mondadori trae a Chile el volumen con 41 relatos del Nobel colombiano.
por Patricio Jara
Diario La Tercera, viernes 14 de septiembre de 2012
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Los cuentos de Gabriel García Márquez, sobre todo los primeros, hoy se leen como el registro de aquellos movimientos tectónicos que anunciaron, sin que muchos lo imaginaran, un abrupto cambio en el paisaje. Es un cúmulo de historias que hasta antes de junio de 1967, cuando se publicó la primera tirada de Cien años de soledad, fueron la señal que presagiaba la irrupción de un estilo, de una estética y, lo sabemos, de una ética que desbarató para siempre el panorama de las letras hispanoamericanas. De modo que encontrar en un solo volumen toda la narrativa breve del Nobel colombiano, tanto como resituar el mapa de su literatura, es también una manera de abrir nuevas rutas de lectura para ese magma venido del trópico.
Con todo el aventón que le provocaba la lectura de las mejores piezas breves de Hemingway, a quien siempre García Márquez vio como modelo literario y periodístico, las 41 historias que componen Todos los cuentos refrescan la memoria de sus seguidores más leales y, a la vez, son un correctivo para quienes creen que la leyenda comenzó el mismo día cuando el novelista redactó mentalmente uno de los comienzos más atronadores de la literatura universal: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”.
En efecto, Ojos de perro azulLos funerales de la Mamá Grande, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, y Doce cuentos peregrinosconstituyen una línea de tiempo que comienza en 1947 y culmina en 1982, aunque ciertamente su último libro en este género data de 1992.
García Márquez siempre ha sido un respetuoso del cuento y lo califica como un género solo para valientes. Y da la impresión que entre más éxito lograban sus novelas, este respeto aumentaba exponencialmente. Nunca entendió al cuento (ni a los libros de cuentos) como aquellas historias que van quedando al margen a medida que se trabaja en una obra de mayor aliento. Nunca armó un libro de cuento con retazos perdidos o novelas chamuscadas que terminaron antes de tiempo.
“El esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela. Pues en el primer párrafo de una novela hay que definir todo: estructura, tono, estilo, ritmo, longitud, y a veces hasta el carácter de algún personaje”, anota en el prólogo de Doce cuentos peregrinos. “El cuento no tiene principio ni fin: fragua o no fragua. Y si no fragua, la experiencia propia y ajena enseñan que en la mayoría de las veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino, o tirarlo a la basura”.
En los últimas décadas se han publicado los suficientes libros biográficos y académicos sobre García Márquez para que el lector conozca con precisión la trastienda de mucho del material que acá se presenta, sus variantes y traspasos a otros formatos, especialmente al cine. Allí está “Un señor muy viejo con unas alas enormes” y su versión hecha por el cineasta argentino Fernando Birri y otra para teatro a cargo de Urban Tribal Project. Allí está la alborotada historia de la explotada Eréndira y su abuela maligna que se cuenta después (o quizás antes) en la propia Cien años de soledad.
Aunque de todos los puentes que levanta el autor entre sus obras sin duda que Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo se erige, hoy, 57 años después, como uno de los grandes pilares del universo garciamarquiano. El cuento que cierra Ojos de perro azul es quizás el primero de la formidable andanada de exacerbaciones meteorológicas y cromáticas que, junto a tramas a veces delirantes, a veces tristes, pero siempre inolvidables, le dieron fama mundial.
“Llovió durante toda la tarde en un solo tono. En la intensidad uniforme y apacible se oía caer en el agua como cuando se viaja toda la tarde en un tren. Pero sin que lo advirtiéramos, la lluvia estaba penetrando demasiado hondo en nuestros sentimientos”, anuncia la protagonista de esta historia cuyo influjo, más allá del paladar literario que se pueda tener, son de esas que se filtran en la memoria sin que nada pueda evitarlo.

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