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Reloj no marques las horas por Juan Guillermo Tejeda



Diario Las Últimas Noticias
miércoles 11 de julio de 2012

Fiscales y carabineros están profesionalmente empeñados
en que todo el rigor de la ley caiga sobre Hernán,
un joven de 26 años que movió a mano los punteros
del reloj de flores de Viña del Mar, atrasándolo cuatro horas.

Nos disculparán la opinión los viñamarinos,
pero la verdad es que ese tipo de reloj
es muy cursi, casi absurdo, o sea kitsch,
para decirlo derechamente.(*)

Esa mezcla de flores con relojería
no sabemos en qué categoría estética pueda reposar.

Algunos piensan quizás que se trata
de una atracción única en la ciudad jardín,
hecha a propósito de sus indiscutibles
cualidades florales, pero lo cierto 
es que relojes florales hay 
muchísimos en todo el mundo, 
el más famoso en Ginebra,
el primero en Edimburgo
a principios de siglo
y el más grande en Europa en Kiev.
Michael Jackson tenía uno
en su rancho Neverland.
Las flores son algo colorido, bonito,
natural, y en cambia la medición del tiempo
es casi siempre un asunto fastidioso,
que nos obliga a irnos, a quedarnos,
a levantarnos de la cama, a terminar la fiesta,
lejos de las solicitaciones naturales
de nuestro entorno y nuestro cuerpo.

Probablemente Hernán, en la luminosa 
confusión que provoca el trago, lo sintió así, 
y quiso saltarse el tiempo regalándole 
cuatro horas adicionales a aquella noche de sábado.

Pero reloj tiene su mecanismo, y es justo
que si la imaginativa acción de este joven
le causó algún daño, que parece que no,
este daño sea reparado a su costa.

Tampoco es cosa aquí de llegar y llevar
y andar moviendo punteros de relojes
por las calles, caramba.

Pensándolo bien, el reloj de flores
de Viña del Mar no es feo-feo,
e incluso tiene su encanto absurdo,
como de casita de chocolate
o enanitos de yeso o unos animales
que hacen ahora de estructura de hierro
y plantas trepadoras, permitiéndonos
admirar un elefante de hiedra
o un osito de enredadera. (*)

También han llegado palmeras de plástico
para disfrazar las antenas de celulares.

En tiempos de Pinochet los alcaldes
competían por ofrecer arriates
de flores a los ciudadanos, al tiempo
que de otras cosas ofrecían mucho menos.

Y siempre hay damas que toman té
y son auténticas artistas con las petunias
o los pensamientos de sus jardines.

Uno piensa que Viña es como es,
un grato balneario un poco vintage,
gracias a la alcadesa Reginato,
al Festival de la Canción,
que está cada año más digital,
brillante y azuloso, a las victorias
con sus caballos cansados, al Casino,
al estero de aguas inmóviles.

Y por cierto al reloj de flores,
que fue instalado con ocasión
del Mundial del 62.

Pero todo eso es para hacer de Viña
una ciudad amable, que siempre
lo ha sido, y ojalá que 
el incidente acabe amablemente.


[En lo personal considero la palabra
cursi, una expresión siútica.
Luigi el conocido 'estilista' ya fallecido
dijo una vez que el kitsch es más elaborado
que lo que hay aquí es siutiquería,
no de una clase media acomodada
sino de una clase media incómoda,
del tipo 'siútico, ¿moi?'.
Respecto de los elefantes y osos
de hiedra…mejor no calificar
esos adefesios.]

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