por Ernesto Garratt
Diario El Mercurio, Wikén, viernes 11 de mayo de 2012
Ridley Scott, director, británico, 74 años, filma y concibe sus películas como si no fueran de este mundo. Y "Alien", de 1979, su primer filme exitoso, no era de este mundo: thriller de ciencia ficción adulto, rudo, pesadillesco, la madre de sus tres secuelas y de su precuela, "Prometeo", se atrevió a ir contra la moda del cine infantil y de matiné impuesto por "La guerra de las galaxias" en 1976.
Ridley Scott, con más de 2.000 comerciales en el cuerpo, incluyendo el famoso aviso de Apple que homenajea a "1984", delimitó su estilo visual con ese primer "Alien" y ese sello tenía y tiene todo de la publicidad: claroscuros marcados, perfecta definición, iluminación y pura forma, pero con contenido: un terror espacial que nunca se había hecho y que llevó y está llevando al cine a zonas que nunca había conocido.
Ridley Scott, como director de muchos tipos de películas y la mayoría lejos de la fantasía, tiene la marca de la ciencia ficción sobre sus espaldas, porque con sólo dos tiros de su lente, "Alien" y "Blade runner" (1982), marcó al género por completo con su mirada anticipatoria y su perspectiva de otro mundo. Con "Alien" definió además un discurso y contenido. "Alien" es terror puro, claro. Pero la causa y origen de este horror no es tanto el indestructible bicho que mata todo a su paso como la ambición y avaricia de una corporación terrícola que envía a una nave espacial y toda su tripulación a su destrucción segura con tal de capturar y explotar a este alien endemoniado.
En "Blade runner", tampoco se trata tanto de las persecuciones de un policía que mata androides rebeldes en un futuro de neón, como sí se trata de enseñar un mundo regido por corporaciones y una brutal economía de mercado que tiene a los pobres viviendo en la miseria, pese a los avances de la ciencia, pese a los autos voladores. El espacio exterior de "Alien" es tan terrorífico como esa ciudad de Los Angeles del futuro, de la cual los ricos y poderosos han hecho abandono en naves que los llevan a mejores planetas que esta agonizante cuna de la Humanidad.
Son por esos detalles, esa manera de contextualizar y dar contenido y espesura dramática a hermosas imágenes, que Ridley Scott resulta un visionario del futuro que sí fue. No, no es un enredo de conjugaciones: es la necesaria manera de describir el sentido profético que "Alien" o "Blade runner" poseen, al mostrar, exageradamente y en ficción, un sentido de nuestros tiempos: la sensaciones de terror, soledad y desamparo frente a los poderosos.
Y muchos de los héroes de Ridley Scott son "aliens" en sus propios mundos. Son seres que parecen extraterrestres porque no encajan en sus realidades, como las amigas rebeldes de "Thelma y Louise", como el guerrero de "Gladiador", como el Cristóbal Colón de "1492": su homenaje al descubrimiento de América que, en realidad, parece en muchas de sus escenas el desembarco de un grupo de cosmonautas a un planeta nuevo.
A diferencia de su hermano, Tony Scott, un director mercenario de Hollywood, Ridley Scott se preocupa y ocupa de lo geografía humana de los mundos que crea. Ridley, sir Ridley Scott (en 2003 fue nombrado por la Reina de Inglaterra), es un caballero del cine que nos muestra las fauces del terror y la locura en el futuro que no fue: ni perfecto ni glorioso. Todo lo contrario.
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