por Gastón Soublette
Diario El Mercurio, Miércoles 30 de Mayo de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/05/30/trogloditas.asp
Señor Director:
En la columna de opinión de su edición del 23 de mayo, el profesor Gonzalo Rojas, a propósito de los cinco millones de nuevos ciudadanos inscritos en los registros electorales, tocó de paso el tema del aborto, en los siguientes términos: "Los menores de 35 años ven que les degradan la vida del que está por nacer con tres o cuatro argumentos de pacotilla, pero en sus conciencias una chispita los quema por dentro y les dice que no, que esos crímenes son para trogloditas o genocidas". En esta materia coincido con el magisterio de la Iglesia, pero le objeto al columnista el hecho de satanizar a los trogloditas, nuestros antepasados de los tiempos paleolíticos, homologándolos a los genocidas (campos de exterminio, bombas atómicas, etcétera).
Un arzobispo de Santiago, refiriéndose también al mismo tema hace algunos años, declaró que la legalización del aborto sería como volver a los tiempos de las cavernas...
En ambos casos la descalificadora mención de nuestros ancestros de hace 30 mil años ofende a la especie humana, sobre todo a nuestras madres antiguas, lo que constituye una tremenda injusticia y un contrasentido, pues justamente es a ellas que debemos la supervivencia de nuestra especie, porque si ellas no hubiesen amado y cuidado a sus hijos como se debe y hubiesen cometido los mismos crímenes que el hombre civilizado comete contra el que está por nacer, el género humano se habría extinguido hace muchos milenios.
En ambos casos también subyace el supuesto inconsciente de que nuestro modo de vivir en los siglos XX y XXI es la manera propiamente humana de ser, lo cual dista mucho y cada vez más de la verdad. Para tomar conciencia del mundo real en que vivimos, basta comparar nuestros patrones de pensamiento y de conducta actuales con las "bienaventuranzas" con que Jesús inicia su "sermón del monte", proponiendo su ideal de hombre. Yo creo que en esa confrontación, nuestras antiguas madres (mil veces benditas) salen mejor paradas que el tipo humano medio que en esta época se ha impuesto en el mundo.
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