Un ejemplo notable que nos ilustra acerca de nuestro modelo educativo...
Columna Todo Terreno
Esclavos de la PSU
por Juan Guillermo Tejeda
Diario Las Últimas Noticias
Domingo 8 de enero de 2012
Xavier Delgado,
alumno del Liceo Barros Borgoño,
obtuvo en la PSU
lo que se llama puntaje nacional
en historia y ciencias sociales,
o sea que contestó bien todas las preguntas.
Pero no podrá entrar
a la universidad este año:
quedó repitiendo
por haber participado
en la toma de su colegio.
Y además dice
que no cree mucho en la PSU,
que es cosa de
memorizaciones y nervios fríos
más que de conocimientos.
Es un caso fabuloso
que además nos ilustra
respecto de nuestro modelo educativo.
Uno piensa que si este joven
pasó tan brillantemente la prueba
sería mejor que entrara a la universidad,
pero no: tiene que hacer el año
que le falta en el colegio.
¿Para qué, si ya sabe todo?
Tiene que hacer el año de colegio
-es decir de cárcel- que le queda.
Se trata en este sistema, sobre todo,
de ir a la cárcel, porque consideran
los especialistas, o la sociedad, quien sea,
que educarse es pasar horas y horas,
durante días y días, y años y años,
en unos espacios
denominados salas de clases,
desarrollando sin ganas actividades
programadas burocráticamente
por unos expertos en hacer
de la vida una amargura.
Uno aplaude las tomas de liceos,
porque son una insurrección
en contra de un sistema opresivo,
que además de mal orientado
es discriminador.
Se supone que
durante las tomas y protestas
los estudiantes aprenden menos,
pero a menudo es al revés,
aprenden más.
Xavier, en todo caso,
participando de la toma
y estando en contra de la PSU,
se inscribió en un preuniversitario.
En los preuniversitarios
se concentran en preparar a los jóvenes
no para la vida o para hacer algo útil,
sino para obtener muchos puntos
en ese sudoku o concurso televisivo
o aduana que es la PSU.
La ideas de la vida así vista
es que después de doce años
de cárcel juvenil
hay que ir a la universidad
para sacar un título
que permita ingresar en otra cárcel,
alguna empresa dedicada a producir
bienes o servicios, el ochenta por ciento
de los cuales son innecesarios
(hay que ver la cantidad de tonterías
que venden en los supermercados),
y en esa cárcel nos pasamos treinta años
para ser derivados luego, si estamos vivos,
a un asilo de ancianos.
Al mismo tiempo, es preciso
preparar a los jóvenes para que maduren
y estén dispuestos a someterse
a la cárcel familiar de sexualidad repitente
y deuda hipotecaria extenuante.
En Chile tenemos
colegios cárceles
golden para los ricos
y colegios cárceles básicos
para los menos ricos,
y eso se replica después
en las cárceles laborales.
En resumen: Xavier, a repetir curso.
Y los demás puntajes nacionales:
a ver si después de disfrutar de su hazaña,
que se lo merecen, en lugar de elegir
cárceles de lujo buscan la libertad de ser,
el gusto de crear, el privilegio insuperable
de hacer cada cual lo que le guste
y lo que le parezca correcto hacer,
que eso diferencia a los
seres humanos de los esclavos.
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