Chile es un país que ya se hizo rico, ahora tiene que hacerse desarrollado...
Los datos de César
El profesor más joven del prestigioso Media Lab del MIT es un físico chileno, se llama César Hidalgo y su trabajo es analizar billones de datos, de orígenes tan diversos como los microorganismos y la macroeconomía. Como buen científico, trabaja con preguntas difíciles, como ésa de ¿por qué hay países que crecen más que otros? Y tiene una respuesta.
Por Paulo Ramírez
Revista Qué Pasa, 08/02/2012
Que una cosa tenga lógica no significa que sea verdad. Hace falta evidencia.
Yo entrevisto a la naturaleza.
¿Chile importa o exporta imaginación?
Los países no se especializan, los países se diversifican...
César Hidalgo es chileno, tiene poco más de treinta años y habla a toda carrera enunciando ideas que se atropellan unas a otras. Es doctor en física, está casado con una inmunóloga rusa de nombre Anna Sokolovska; posee suficiente star quality para conquistar audiencias en vivo y también en un webshow llamado Cambridge Nights, donde entrevista a algunos de los científicos más destacados del mundo que pasan por Boston. O sea, a sus colegas.
Estuvo una semana en Chile para participar de la Escuela de Verano del Instituto de Sistemas Complejos de Valparaíso, enfocada este año en la complejidad social. Ahí habló de los dilemas del desarrollo y planteó su respuesta a la pregunta que nos ha atormentado durante tantas décadas: ¿por qué hay países que crecen más que otros?
Hidalgo es un científico, no un economista. Se formó en la Universidad Católica, donde se recibió como físico en 1998. Las ecuaciones diferenciales lo llevaron a interesarse en los temas de complejidad, caos y fractalidad. Tomó un curso sobre Biología de Poblaciones, dictado en la Casa Central por Pablo Marquet, y él le mostró la materia que lo mantiene ocupado hasta hoy: las redes. La clave estuvo en un paper escrito por Lászlo Barabási y publicado en Review of Physics. Tras leer "todo Barabási", se contactó con él y consiguió que lo aceptara como su alumno de doctorado en la Universidad de Notre Dame, en Indiana. Al año, Barabási se trasladó al Dana-Farber Cancer Institute, centro médico perteneciente a la Universidad de Harvard, e Hidalgo partió con él.
Allí, se instaló en el Center for Cancer Systems Biology y se dedicó a estudiar un microorganismo llamado C. Elegans, un nematodo, especie de gusano minúsculo compuesto de 959 células somáticas, con un ciclo vital totalmente conocido y, por lo mismo, predecible, apto para ser investigado a partir de su modificación genética. Los biólogos habían recogido una infinidad de datos, e Hidalgo trabajó en modelarlos y darles formas comprensibles. A través de su profesor guía, conoció al economista venezolano Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard, ex ministro de Planificación de Venezuela, y junto a él comenzó a aplicar sus conocimientos sobre redes para comprender el desarrollo económico de los países. Finalmente, se doctoró y comenzó a enseñar en Harvard a los alumnos de Administración y Políticas Públicas. Dos años después recibió una propuesta para trabajar en el Media Lab del Massachusetts Institute of Technology, donde hoy enseña, dirige tesis e investiga.
El rastro de las migas digitales
Por si no queda claro, la obsesión de Hidalgo son los datos. Él lo reconoce. "Soy superempirista. Las teorías en el aire no valen nada, sólo valen si tienen evidencia. Que una cosa tenga lógica no quiere decir que sea verdad, se necesita la evidencia". Y hoy en el mundo lo que más hay son datos. "En las ciencias naturales siempre ha habido muchos datos, pero en las ciencias sociales no pasaba lo mismo. Ahora sí, producto de las nuevas tecnologías". Gran parte de lo que hacemos, explica, va dejando huellas. "Por ejemplo, es posible tomar datos de dónde está una persona en una ciudad, cómo se mueven los autos, qué industrias hay; todo gracias al tráfico telefónico. Empiezan a aparecer tecnologías y empresas que acumulan datos como parte de sus operaciones. Las empresas de telefonía móvil saben dónde están las personas, cuándo llaman, con qué frecuencia, cuánto tiempo, con quién hablan, cómo se mueven… Son como miguitas digitales que vamos dejando en el camino".
Esa acumulación de información se transforma en un catastro exacto de nuestras actividades. "Todo esto te permite ver los sistemas a un nivel que es distinto: al mismo tiempo es macro y en alta definición. Es un retrato del mundo entero, sin promedios. Las teorías que teníamos antes eran para el nivel agregado, para el todo; ahora emerge toda esta data y surgen estructuras empíricas que no habíamos estudiado, y ahora hay que generar las teorías para explicarlas y comprenderlas". Esto ya ocurrió en la biología, a partir del proyecto del genoma humano: "Empezamos a tener más datos de los que era posible masticar", dice Hidalgo.
La información derivada de la telefonía celular le permitió escribir junto a Barabási y a Marta C. González un artículo que en 2008 fue portada de Nature: "Understanding Individual Human Mobility Patterns", que abrió una novedosa y certera forma de seguir los movimientos de las personas en las ciudades.
"Yo entrevisto a la naturaleza"
El Media Lab del MIT debe ser una de las instituciones más prestigiosas en el mundo académico estadounidense. Su actual director, Joi Ito, eligió a César Hidalgo para formar parte de la "Smart List 2012" de revista Wired UK, que recopila a las 50 personalidades que van a transformar el mundo.
En el Media Lab, Hidalgo se dedica a los grandes datos (big data). Sus proyectos son variados y surgen de lo que la propia realidad va señalando. "La ciencia es la actitud más humilde frente al mundo: yo entrevisto a la naturaleza y espero sus respuestas. ¿Por qué me gustan los datos? porque yo asumo que muy probablemente la idea que yo tengo en la cabeza está equivocada. Entonces el mundo es mi juez, los datos son mi juez, la naturaleza es mi juez", dice.
Uno de sus alumnos tesistas trabaja en el análisis del uso idiomático en internet a partir de diversos íconos culturales, utilizando Wikipedia y las redes sociales.
Otro proyecto analiza el componente estético de las ciudades y cómo éste afecta la manera en que la gente se siente. Usando Google Street View, seleccionan, por ejemplo, mil esquinas de Boston y de Nueva York, elegidas al azar, las ponen una al lado de la otra en un sitio web y les preguntan a los usuarios qué lugar es más bonito, qué lugar es más seguro, qué lugar es más agradable para vivir. A veces las fotos son intervenidas, para conocer el efecto que tiene la presencia de un grafiti, de un basural o de un determinado tipo de comercio. "El tráfico de internet es una especie de río en el que se puede poner un 'molino de clics' para sacarle información", describe Hidalgo.
Un atlas complejo
En la Kennedy School of Government, donde sigue haciendo clases, encabeza un proyecto de desarrollo de una herramienta para predecir la desigualdad de un país a partir de su composición productiva. "Dime qué haces y te diré qué tan desigual es tu sociedad", es el concepto.
Uno de sus proyectos más ambiciosos se tradujo en el libro The Atlas of Economic Complexity (www.atlas.media.mit.edu). "Hoy miramos los países desde una perspectiva muy agregada, a partir de promedios. Nosotros decimos: hay data más rica, no hay que imponerle una estructura, sino dejar que ella la imponga. Partimos estudiando quién hace qué, productos y servicios. Hay cosas que comienzan a surgir: si me dices quién hace qué, yo puedo predecir quién gana cuánto y quién va a crecer en el futuro".
En sus conferencias, Hidalgo hace una comparación entre dos formas de mirar la actividad productiva. Y muy "a lo Media Lab" lo hace con métodos juguetones: usa plasticina y piezas de Lego. Dice que solemos mirar la actividad económica como la elaboración de figuras de plasticina: metemos masa por un lado y sacamos productos por el otro; mientras más masa meto, más productos obtengo y más rico me hago. Esa es la mirada tradicional. Pero Hidalgo dice que las cosas son más complejas, y que la economía se parece más a un balde de piezas de Lego: mientras más diversidad de piezas hay en ese balde, tengo más capacidad de obtener productos distintos. Y los países desarrollados no son los que hacen grandes cantidades de unas pocas cosas, sino los que hacen muchas cosas diferentes. A eso (diversidad) le agrega un segundo concepto: la ubicuidad. "Estos productos que yo hago, ¿en cuántas partes más se hacen?". Mientras menos comunes sean, más posibilidades de desarrollo tengo.
Los países ricos tienen mucha diversidad de productos, y los productos que hacen no los hace cualquiera, básicamente porque tienen alta complejidad. "A la larga, el ingreso es un efecto secundario de las actividades. Tenemos 200 países y 5.109 productos. Si relacionamos diversidad con ubicuidad, surge la medida de las capacidades que tiene un país (person bytes), y eso se correlaciona con el ingreso, mientras que las desviaciones predicen crecimiento".
Según Hidalgo, un factor que lleva mucho peso en el crecimiento futuro de un país es la composición de la estructura productiva, "que revela la capacidad que tiene una población para hacer cosas. Es más revelador que el nivel educacional, porque la estructura productiva es una expresión del conocimiento que tiene una sociedad". Hay ejemplos claros: "Hoy China, la India y Vietnam hacen cosas que son propias de países 10 veces más ricos. Grecia, por otra parte, hace cosas que son equivalentes a países que tienen un tercio de su ingreso. Sudán es superpobre y dado lo que hace no debiera ser ni un centavo más rico, porque su composición productiva no se lo permite".
¿Qué pasa con Chile? "Chile es un país que ya se hizo rico, ahora tiene que hacerse desarrollado", sentencia. "Son cosas distintas. Hay distintas maneras de hacerse rico. Ser rico es un fenotipo, pero hay muchos genotipos de la riqueza. Chile se hizo rico porque hace mucho-mucho-mucho de algunas cosas que son poco sofisticadas: minería, pesca, madera, agricultura". Y hacemos pocos productos de alta complejidad o sofisticación.
Para Hidalgo, el dilema va más allá de la vieja disputa entre concentrarse en nuestras ventajas competitivas (explotación de los recursos naturales) o industrializarse.
Nuevamente "a lo Media Lab", Hidalgo habla de imaginación: "Todos los productos existieron primero en la imaginación de alguien y después en el mundo. Los productos son imaginación cristalizada. Hay productos que tienen un gran contenido de imaginación y otros que tienen cero imaginación". La pregunta que se hace es: ¿Chile importa o exporta imaginación? "Somos lejos-lejos-lejos importadores de imaginación. Incluso en industrias como el cobre, importamos muchos servicios asociados a la minería que requieren imaginación, creatividad. Hacerse desarrollado implica generar una estructura productiva que sea capaz de absorber una variedad de destrezas en una población. El desafío es llegar a donde no hemos llegado, ser los pioneros en las industrias de mayor imaginación cristalizada que todavía no tenemos".
Activar ese proceso es la bala de plata que nadie ha encontrado. Pero Hidalgo ve pistas en el concepto de Product space, o espacio productivo. "Lo que dicen los datos es que todos los países saltan desde la elaboración de un producto a otros que están cercanos en el Product Space (por ejemplo, de la pesca a la elaboración de harina de pescado). Pero algunos lo hacen más rápido que otros. Corea, Singapur, Japón, Vietnam, China, Turquía, Indonesia, Brasil… En todos ellos ha habido una responsabilidad en la sociedad de ayudar a catalizar el proceso de transformación, en el cual han participado agentes del gobierno y agentes privados. Se toma un desafío, porque el mercado sólo lleva a las cosas que te quedan cerca en el Product space, pero no te lleva a las cosas que te quedan lejos. Para llegar a esas cosas que quedan lejos alguien tiene que tomar la función de generar capacidades que en el país no existían, con personas cuyas destrezas no estaban en el país… Se puede contratar gente con años de escolaridad, pero no con años de experiencia, que es lo que uno más necesita".
No significa, eso sí, que debamos abandonar la minería, la pesca o dejar botados los bosques, explica. "No tenemos por qué dejar de hacer lo que sabemos hacer bien para dedicarnos a otras cosas, esa discusión es del pasado: hay que sumarlas, para diversificar las cosas que hacemos. En Chile hay un nivel importante de empleos de baja productividad. Tenemos que expandirnos a otras áreas. No podemos perder nuestras capacidades, porque nos generan recursos materiales y humanos que se pueden utilizar en otras áreas. Los países no se especializan, los países se diversifican", comenta, antes de una aclaración final.
"Tal vez eso no es lo que dicen las matemáticas… es lo que dicen los datos".
felicitaciones a este gran chileno del mundo
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